día 3

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Era la clase número tres del día, Louis había logrado soportar las clases, los murmullos y las burlas, pero ¿soportaría educación física? justo estaban en los vestidores debían ponerse los uniformes de deporte.

Se miró al espejo unos segundos, short a la rodilla, azul rey con el logo de la escuela, una camiseta del mismo tono, con el cuello blanco y calcetas igual. Se veía tonto con sus lentes y su cabello cayendo por su frente.

Estaba preparado para las críticas y para derramar algunas lágrimas, pero sería fuerte, porque no tenía más opción, porque Harry posiblemente lo retendría en la escuela, no le daría su justificante al instante como lo haría su padre.

-rápido, a la cancha- grita el entrenador desde afuera, todos comienzan a salir tras eso. Louis es el último, porque no quiere correr junto a los demás y ser empujado en el intento.

El día estaba soleado, a pesar de que ayer había llovido por la noche, aún había pequeños charcos con agua lodosa y el césped seguía algo mojado, alguien como Louis, tan "enfermizo" debería saltarse esa clase, pero estaba intentándolo ¿No?.

-todos frente a mi, es hora de calentamiento- ordena el entrenador y Louis empuña sus manos para obedecer.

Odiaba el calentamiento, odiaba como los del grupo hablaban sobre su femenino cuerpo y como con trabajo podía hacer una lagartija.

Primero que nada tenían que hacer círculos con las puntas de sus pies, para continuar con el estiramiento de sus brazos, seguido de ello debía hacer sentadillas.

Era lo peor.

Louis no quería hacerlas, pero su entrenador le dio un golpe en el hombro cuando todos comenzaron menos él.

-Louis tiene el cuerpo más femenino que Andrea- se burla Johan, un chico molesto y bastante alto.

-ni que lo digas, Louis simplemente es femenino, un marica sin gracia- puntualiza alguien más.

Louis no quería seguir oyéndolos hablar de su cuerpo, ni de como sus glúteos eran grandes, se sentía acosado, verdaderamente.

En la última sentadilla, un idiota le pellizco uno de sus glúteos, con fuerza, Louis chillo ante eso, pero nadie parecía querer tomar la culpa.

-ya sabe cómo es Louis, solo quiere llamar la atención- se queja alguien más. El más bajo no podía entender que les había hecho para que lo odiaran tanto.

-a correr- ordenó el hombre, ignorando todo el asunto de abuso a Louis, y justo cuando el menor se decidió a correr, el mismo idiota le dio una nalgada, tal como a un caballo antes de una corrida. Era Steven, odiaba a Steven, odiaba la morbosa mirada que le había dado.

El ojiazul corría pero estaba llorando, sus anteojos estaban empañados, y sus pies estaban teniendo problemas, pero eso no fue todo, cuando creyó que podría reponerse y seguir corriendo, Steven se acercó y susurró una oración asquerosa, una que hizo que el estómago de Louis se revolviera "qué bien te botan las nalgas", no solo fue el desconcertarlo, si no que también la raíz para que verlo caer fuese más divertido, pues no hubo necesidad de meterle un solo pie o empujarlo, Louis había hecho el trabajo por su cuenta; había caído frente a todos, raspando sus manos y un poco de su mejilla con barro, sin mencionar que sus lentes se salvaron por mera suerte

-Tomlinson, póngase de pie- ordena el entrenador pero el chico niega, estaba molesto, estaba triste. No dejaba de llorar- ¡Dios! ¿Ya estás llorando? Recién empieza la clase- se quejaba el hombre- no seas maricón, arriba- ordena de nuevo y Louis niega, para señalar su rodilla enrojecida- vete a buscar al enfermero, ya ahí que te ponga una curita o algo, dramático.

permiso para ir a casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora