seven

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Lottie estaba entrando por la puerta.

¿¡Por qué estaba ella allí!?

—LOUIS TOMLINSON, TE LO ADVERTÍ— el grito resonó por las paredes y Niall se encogió. La chica rubia tenía la cara roja de furia, pero también lloraba, totalmente aterrada con la situación de su hermano mayor.

Lottie sabía que Louis lo intentaba, tenía citas con su psicólogo todas las semanas por videoconferencia y siempre que quedaban comía todo sin vomitarlo después.

Pero algo fallaba, la cabeza de su hermano tenía algún pensamiento recurrente que le hacía volver atrás, que no le dejaba recuperarse después de años.

—Q-quiero a Freddie. Lotts, trae a mi bebé.

—Oh, Lou. Intentaré que Briana nos lo deje traerlo, ¿vale? Solo, no vuelvas a hacerlo —Lottie estaba llorando y Louis no podía ver a su hermana llorar sin hacerlo él también.

Entonces acaban abrazados entre sollozos y mocos y uno de los brazos de Lottie le rodea la cintura, la pequeñísima cintura que la bulimia le ha dejado.

Y lloran más y ya no es por la jodida enfermedad, es por su madre, que no querría ver a su hijo mayor completamente destrozado solo por un comentario estúpido que seguramente ni siquiera iba en serio.

Luego trasladan sus cuerpos temblorosos y un buen cuenco con comida a la habitación del castaño, donde después de comer todo, Louis duerme arrullado por la voz de su hermana pequeña, que siempre lo ha consolado cuando debería haber sido al revés.

Lottie no merecía tener que lidiar con él.

Ni Fizzy ni Phoebe y Daisy ni Doris, Ernest o Freddie.

Pero sin embargo, a ninguno parece importarles tener un hermano o padre defectuoso. Prefieren verlo así antes que no verlo jamás y ahí es donde Louis entiende que lo aman.

Porque si fuese alguno de sus hermanos el que se hiciera daño, él haría todo lo posible por curarles, darle todas las oportunidades posibles y nunca darse por vencido.

Horas después vuelve a ser la voz de Lottie lo primero que escucha al despertar. Habla por teléfono con alguien y parece emocionada, por lo que no debe ser nada raro.

—Espero que puedas traerlo para pasado mañana, Fizz.

Hablaba con Felicité y parecía que se había perdido el punto de la conversación, pero podía saber por dónde iban los tiros.

Estaban hablando de Freddie y Louis no podía estar más emocionado de poder ver al pequeño.

Y tan como sus hermanas habían acordado, dos días después una bolita rubia se escondía en su cuello desde bien temprano.

Su pequeño niño dormía tranquilamente desde que bajaron del avión, y cuando Fizzy se había ido por la puerta, todo estaba bien ahora.

Freddie le infundía a Louis una calma que nadie más podía.

Apenas eran las ocho de la mañana y todos los chicos dormían. Louis, sin embargo, no había podido dormir en toda la noche y grandes ojeras se alojaban bajo sus ojos.

Pero tener al niño rubio entre sus brazos hacía que todo el cansancio desapareciera.

Freddie se removió al dejarlo en el sofá y abrió sus ojitos lentamente.

—¿Hemo' llegao', tita Fizz? —los orbes azules terminaron de enfocarse en Louis y rápidamente se iluminaron —. ¡Papi!

—Buenos días, campeón.

Freddie saltó a sus brazos y lo abrazó tan fuerte como siempre.

—¿Dónde estamos? Eto' no es casa.

—Estamos en Inglaterra, pequeño amigo. Viniste un par de veces cuando eras un bebé pequeñito que me cabía en la mano.

—Soy gande' —frunció el ceño el niño.

—Si, pero antes eras un bebé. Ahora eres mi niño grande.

—Buen-

—¡Es Jary' Tyles'!

—Buenos días, Harry —Louis dijo, con una sonrisa de dientes blancos.





















treat freddie with kindness ¡¡!!

ONLY THE BRAVE ── l.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora