Fëanor

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"Entonces Melkor codició los Silmarils,  y le bastaba recordar cómo brillaban para que un fuego le royese el corazón. De ahí en adelante, inflamado por ese deseo, buscó ansiosamente, incluso más que antes, la manera de destruir a Fëanor y de poner fin a la amistad entre los Valar y los elfos; pero ocultó estos propósitos con astucia, y ninguna malicia podía verse en el semblante que mostraba. Mucho tiempo trabajó, y lentos al principio y valdíos fueron sus afanes. Pero el que siembra mentiras le llega a la larga el tiempo de cosecha..."

J.R.R. Tolkien, El Silmarillion, cap. 7

Los pájaros cantaban alegres a la luz de los árboles. Volaban de uno al otro y después planeaban hacia el gran bosque que se extendía más hacia el sur.  En la lejanía se podía escuchar el susurro de un riachuelo, el viento moviendo las hojas verdes de los árboles y las risas de algunos elfos que se habían internado en el bosque. 

Tal vez podría ser su hijo Celegorm cazando con Oromë . O su hijo mayor Nelyafinwë junto con su sobrino Fingon practicando juntos los movimientos de espada. Odiaba la amistad que había surgido entre ellos. Su hijo mayor, el que tendría que heredar y defender la corona, jugando desde pequeño con el heredero de Fingolfin.  

Fëanor contemplaba los árboles, grandes, magníficos y brillantes

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Fëanor contemplaba los árboles, grandes, magníficos y brillantes. En las manos apretaba con furor su gran creación. Abrió las palmas dejando escapar por completo el brillo de las piedras más preciosas de toda Arda. Los Silmarils. Clavó la mirada en ellos y sonrió. Volvió a mirar los árboles y alzó la barbilla con orgullo - Nadie puede superarme, ni siquiera los Valar. Yavanna habrá creado los árboles, pero yo la he superado. - pensó. 

Una voz áspera y grave lo sacó de sus pensamientos. Parecía que la voz viajaba en el viento y que lo había vuelto denso y sofocante. Fëanor se apresuró a esconder los Silmarils dentro de la chaqueta. Como un humo obscuro la voz se materializó detrás de él. - Así es amigo mío. Nadie es tan grande como tú - le susurró al oído. - Los Valar te envidian en secreto, te temen por tu gran poder y habilidad. 

 Fëanor giró un poco encontrándose con la cara pálida de Melkor. Tenía ojos grandes y brillantes y una sonrisa seductora. Iba todo vestido de negro, con una tiara plateada que resaltaba en sus largos y obscuros cabellos. Su piel parecía brillar como la plata.  Fëanor se preguntó si era el efecto de la luz de los árboles o si realmente el vala obscuro era tan hermoso como una piedra preciosa. Dudó unos momentos, perdiéndose en la profundidad de sus ojos. Escuchaba murmullos entrando en sus oídos, pero no prestaba atención a lo que decían, sólo miraba el rostro perfecto de Melkor. Por fin pudo reaccionar. Empujó al Vala haciéndolo retroceder. 

- Ya te he dicho que te alejes de mí, déjame en paz - Fëanor comenzó a alejarse, pero se detuvo al escuchar de nuevo la grave y poderosa voz. 

- ¿En paz, espíritu de fuego? ¿Pero cómo puedes estar en paz en este lugar? Rodeado de envidia y traición. La paz nunca la encontrarás aquí. Déjame ayudarte, yo puedo decirte todo lo que tiene planeado Manwë  para ti. Si tan sólo me dejaras ver tu hermosa creación una sola vez, con eso me bastaría para ser... ¿Cómo decirlo? Tu aliado, mi querido amigo. 

El elfo dudó un momento y dió un paso hacia el Vala. Notó los oscuros ojos de Melkor clavándose en su chaqueta. Bajó la vista, percatándose de  que el brillo de los Silmarils no podía ser ocultado por ninguna prenda. Sonrió orgulloso, pero sintió un temblor en el corazón. Había intentado ocultarlos, pero el Vala sabía que los traía con él. 

- Creo que en realidad no tengo opción, ¿no es así? - respondió finalmente. 

Melkor se puso una mano sobre el corazón y su gesto cambió, mostrándose ofendido. - ¿De qué hablas? Esas hermosas piedras son sólo tuyas, Fëanor. Son tu creación, tu derecho y tu legado. Nunca te las quitaría por la fuerza... me duele terriblemente que mi hermano no piense de la misma forma. 

- ¿Qué ha dicho Manwë? - Fëanor comenzaba a sentirse nervioso. Su instinto le decía que se alejara, pero al mismo tiempo le decía que no tenía escapatoria. Al final la desconfianza en los otros Valar fue más fuerte. 

Melkor sonrió y volvió a clavar la mirada en el brillo que se escapaba de la chaqueta del elfo. Fëanor tomó una de las joyas y la extendió hacia el Vala, que iluminado con esa luz, se veía aún más hermoso.  Melkor sonrió mostrando sus blancos dientes brillando como diamantes. Sus ojos oscuros parecían haber cambiado a un color blanco y fúlgido ahora que tenía las pupilas completamente dilatadas, mirando la joya como un lobo que acecha a su presa desde la complicidad de las sombras.

Fëanor no supo si era un efecto de la luz, pero parecía que el tamaño de Melkor aumentaba con cada segundo que admiraba el Silmaril. Prefirió tomar precauciones y volvió a guardar la joya.  El rostro del Vala se deformó en una mueca de odio. Tomó aire profundamente y volvió a sonreír con dulzura. 

- Mi buen amigo... de verdad eres un genio. 

Fëanor ignoró el cumplido y siguió interrogándolo. - ¿Qué ha dicho Manwë?

- Te los quitarán, Fëanor. Te quitarán todo. Tu creación, tu derecho al trono. Los Valar piensan que los Silmarils son legítimamente suyos... después de todo, los creaste a partir de la luz de los árboles de Yavanna y gracias a lo que Mahtan te enseñó de Aulë . ¿No es así? 

- ¡Aulë no tiene nada que ver en esto! ni él ni nadie sería capaz de crear algo parecido a lo que yo he hecho. Nadie tiene el poder ni la habilidad necesaria. 

- Lo sé, lo sé. - Melkor se acercó a él y puso su brazo sobre los hombros del elfo. - Pero ya te lo he dicho. Te tienen envidia y miedo. Por eso nunca reinarás. ¿No te has percatado de como ven todos a tu hermano Fingolfin? él es tan... noble. Nacido para ser rey. 

- ¡Aléjate de mi! ¡Déjame solo! - Fëanor lo empujó una vez más, a lo que Melkor respondió con una risa entre dientes. 

- ¿Sólo? en algún momento de quedarás realmente sólo. Perdido en la obscuridad de tus pensamientos y en la obscuridad del mundo, desterrado más allá de Valinor, donde la luz de los árboles no alcanza y las estrellas no brillan. Con todo tu linaje perdido, no tendrás ni siquiera tus preciosas joyas para que te alumbren el camino...  entonces, recordarás con amargura mi consejo y extrañarás mi compañía.

Fëanor puso la mano sobre la empuñadura de la espada y volteó en un movimiento rápido, listo para desenvainar. Soltó la espada y miró en todas direcciones. Revisó que los tres simarils estuvieran en su chaqueta. Volvió a mirar detrás de él e intentó escuchar alguna voz, algún murmullo. No había nadie. Estaba completamente sólo.

 Estaba completamente sólo

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Fandom del Silmarillion: es bueno verlos! espero disfruten estas pequeñas historias tanto como yo disfruto escribiéndolas. Por favor no duden en dejar comentarios y peticiones! ¿Qué más creen que haya susurrado Melkor al oído de los noldor? Detengan un momento el tiempo e imaginen una gran sombra detrás de ustedes, acercándose casi hasta devorarlos. La sombra tiene voz y rostro. Es la grave voz del Valar obscuro que les hace temblar el corazón y entumecer cada músculo de su cuerpo. Quiere lo que más aprecian en la vida. Lo codicia. Los está llamando... posiblemente algo así sintió  Fëanor.

El brillo de occidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora