Déjame enamorarte. Déjame conocer cuantas veces puedes suspirar como si realmente estuvieras cansado. Permíteme recorrer cada centímetro de tú cuerpo, quiero contarte los lunares. Déjame ser artista por una noche, puedes ser mi lienzo. Quiero que me susurres lo mucho que te importo, que me hagas cosquillas y que las sábanas se nos enreden entre las piernas mostrando parte de nuestra fisonomía. Que me abraces como solo tú sabes, haciéndome de cristal y protegiéndome. Dame besos de esquimal y hazme rabiar por tener los pies helados. Tira todos los cojines al suelo para que así nuestro palacio sea más espacioso. Déjame estudiar tú rostro, porque no hay mayor inspiración que él. Batallemos contra lo demás desde tú cama, riéndonos de los inocentes que a fuera estarán pasando frío, y perdiendonos en las carreras que las gotas de lluvia forman en los cristales. Quiero ver lo bien que mi cuerpo queda junto al tuyo, dormir a tú lado y que por las mañanas me despiertes con besos repartidos por mi piel. Vámonos a duchar juntos, y que el agua cubra hasta el lugar más insignificante. Ahoguemos nuestras carcajadas, olvidando que el mundo existe; Vamos a compartir el último cigarrillo, vamos a llenar todos los vasos del mundo para verlos medio llenos. Vamos a beber hasta olvidar nuestro nombre, pero recordando lo vivido juntos. Vamos a enfermar de rabia, de celos, de amor.
Vamos, en plural.
ESTÁS LEYENDO
Diario de una escritora sin voz
Teen Fictionsoy la persona en la que nadie piensa cuando escucha una canción
