Me dije que no iba a llorar, que iba a aguantar el tipo como una auténtica campeona. Me prometí el no derramar más dolor, pero he vuelto a tropezar. Me he vuelto a caer de la manera más patética, y a la vez la que más daño hace. Y aquí estoy, tirada de nuevo volviendo a palpar las bajas temperaturas de aquí abajo. Y es que tengo frío porque llevo tiempo sin recibir un abrazo que arranque de mí los grados de menos. Llevo ya meses observando la vida desde abajo, alzaría la voz para gritar pero nadie quiere escucharme. Saltaría para salir de este precipicio, pero tengo los pies pegados. Y no hay peor sensación que la de acostumbrase a él. Me arranco la piel para ponérsela encima al que está a mi lado, para que no pase el frío polar que yo paso. Porque he llegado a tal punto, que como veo mi vida tan enrredada, he dejado de luchar por salvarme, 'una más, una menos, la diferencia ni se nota' que francas son las palabras, como puñales. Aconsejaría no seguir consejos, pero somos tan tontos que hacemos lo que nos dicen, y cuando intentamos seguir otro camino en seguida caemos. Somos masocas, somos personas.
Y luego están los que te juzgan cuando les tiendes el brazo. Los que te odian por intentar hacerles felices. Quién los entiende. Una quiere ayudar, porque ya se ha dado por perdida, y abusan. Pero bueno, así es la vida. Que sigan estando bien los que dominan esta pirámide que forma la sociedad, que esta obrera seguirá a su merced.
Nunca os olvidéis que por veros sonreír, he vuelto yo a perder.
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Diario de una escritora sin voz
Teen Fictionsoy la persona en la que nadie piensa cuando escucha una canción