Le pido a este nuevo año lecciones, de esas con las que sientes que todos los cimientos que has sido formando, tiemblen. Quiero aprender a hacer felices a los que me rodean sin tener que dejar mis propias necesidades a un lado. Quiero entender la política y poder saber cómo cumplir un sueño; aunque, sin lugar a dudas, lo que más deseo es estudiarme todo un manual del amor para saber querer y entender que alguien puede amarme. Quiero dejar de ir de puntillas por la vida y darme cuenta de que es normal que a alguien le importen mis problemas o que se interese por mis defectos, pero prometo que eso es un caso aparte ya que lo que más me preocupa es pasar otro año sin saber brindar cariño. Quiero que alguien se pare a pensar y me etiquete como la chica que más le ha querido o más le ha hecho reír.
Yo envidio a esas parejas a las que sólo les ha bastado dos meses para entender que están hechos el uno para el otro, porque ya son varios años los que tengo en la espalda y no he encontrado a nadie así.
En realidad, esto viene a raíz de una película la cual todo el mundo debería ver: Love, Rosie que es un claro ejemplo de como tenemos lo que queremos delante de nuestros ojos pero somos tan tercos que buscamos la perfección fuera de casa y así nos va: ciegos y sin dar un palo al agua.
Por eso, también pido a estos nuevos 366 días saber abrir los ojos y darme cuenta de cosas que llevan gritando durante estos años y a las cuales yo no les he hecho caso.
No dejéis escapar oportunidades, quién sabe si se volverán a presentar, y si lo hacen a lo mejor ya no hay marcha atrás.
El pasado solo sirve para mostrar golpes que ya están curados, hablamos del tópico del carpe diem pero que pocos son aquellos los valientes que se atreven a ponerlo en práctica; ser felices viviendo el presente, porque lo que ahora os hace reír no os podrá herir en un futuro ya que os hizo desprenderos del reloj en su momento.
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Diario de una escritora sin voz
Teen Fictionsoy la persona en la que nadie piensa cuando escucha una canción