|Mᴜʟᴛɪғᴀɴᴅᴏᴍ| 𝗢𝗻𝗲 𝗦𝗵𝗼𝘁𝘀 [Pedidos CANCELADOS] ✓

016

Personaje: Draco Malfoy (y un poco de Harry Potter).
Universo: Harry Potter Saga. Ambientado en: La Orden del Fénix.
Pedido: no.
Advertencia: no.

Caminaba por los pasillos de Hogwarts, en parte intentando esquivar a todo el mundo. Acomodé mi bufanda amarillo lo mejor que pude, mientras seguía moviéndome entre los demás estudiantes. Llevaba apretados contra el pecho mi libro de pociones, con todos mis apuntes de la clase para tratar de hacer ganar puntos a mi casa.

El panorama a mi alrededor no era demasiado bueno. Desde la llegada de cierta profesora a Hogwarts, todo estaba cambiando, y no precisamente para mejor. De hecho, cada día amanecíamos con una norma más absurda que la anterior. Era como si aquella mujer enfundada en color rosa estuviera decidida a amargarnos la existencia por completo.

Vi de reojo como la profesora Umbridge separaba a una pareja de un movimiento de varita, mientras seguía su camino con aquella horrorosa sonrisa. Me ajusté la corbata lo mejor que pude y esbocé una tensa sonrisa cuando pasó a mi lado. Me observó con ojo crítico, de eso estaba segura, pero asintió con la cabeza, mientras soltaba un ruidito de aprobación. Solté el aire que estaba reteniendo en cuanto se alejó.

Tan ensimismada estaba que no me di cuenta de que había vuelto a ponerme en marcha hasta que choqué contra alguien. Caí al suelo, haciendo que mi libro saliera volando hacia otro lado. Me quejé, obviamente, y unos segundos después, una mano se tendió delante de mi cara. Al alzar la cabeza, me topé con la mirada avergonzada de cierta Ravenclaw.

Me sentí tremendamente incómoda. La última vez que había hablado con ella había sido antes de que mi adorado primo entrara en la última prueba del fatídico Torneo de los Tres Magos. Antes de que él muriera. Y desde entonces, no me había hablado más. Siquiera me miraba.

Acepté la mano que Cho me tendía, algo a regañadientes. Me ayudó a levantarme, mientras Luna recogía mi libro y me lo entregaba. Ella sonrió levemente en cuanto se lo agradecí, y luego un incómodo silencio nos envolvió. Aunque la rubia parecía inusualmente cómoda, como si su mente estuviera en alguna especie de viaje astral.

—Clare, —me llamó Cho, haciendo que la mirase. — ¿Cómo...estás?

De todas las preguntas que me podía haber hecho, sin duda esa era la más estúpida. Quizás por eso Luna la miró de reojo.

—Estoy bien, supongo. —respondí de forma vacilante, mientras acomodaba mi falda de forma nerviosa. —Sigo respirando, lo que es un alivio.

Luna soltó una tenue risita, aparentemente divertida con mi comentario. Cho se removió en su sitio.

—Yo... siento haber dejado de hablar contigo. —se lamentó, mientras jugaba con los flecos de su bufanda azul. —No sabía cómo acercarme a ti sin sacar el tema de...