|Mᴜʟᴛɪғᴀɴᴅᴏᴍ| 𝗢𝗻𝗲 𝗦𝗵𝗼𝘁𝘀 [Pedidos CANCELADOS] ✓

🎄𝟎𝟐🎄

Personaje: Edward Cullen.
Universo: Saga Crepúsculo.
Ambientado en: indefinido.
Advertencia: Bella no existió.

Había llegado mi época favorita del año, la Navidad. En mi familia siempre la habíamos celebrado todos juntos, en harmonía. Era una de las pocas celebraciones en las que éramos capaces de juntarnos todos. Los mayores dejaban sus trabajos de lado para poder reunirse, los abuelos preparaban las comidas y los más pequeños jugábamos todos juntos.

Pero claro, eso era hacía muchos años. Toda mi familia había muerto por distintas razones. Pero yo no lo había hecho, en cierto modo, había muerto una vez y no volvería a morir más. Sería eterna, inmortal, hasta que llegara a hacer algo que supusiera mi eliminación.

A pesar de haber perdido a mi familia, las navidades seguían siendo mis vacaciones favoritas. Decorar la casa con millones de adornos me hacían sentir menos sola, hacían que al menos pudiera llenar mi vida de un poco de luz y color. Aunque claro, desde que mi camino se había cruzado con el de una familia algo peculiar, las navidades ni las demás épocas del año habían vuelto a ser aburridas.

En aquella familia de ojos dorados había una persona que adoraba la navidad tanto como yo. Podía apostar a que esperaba todo el año para poder decorar toda la casa con adornos de lo más estrafalario, pero en cierto modo, preciosos. Ella era un auténtico terremoto para las fiestas, y probablemente la única que entendía mi gran amor por las fiestas de diciembre.

Quizás por eso era mi hermana favorita y mi mejor amiga. Me entendía mejor que yo misma.

Unas manos en mi cintura hicieron que saliera de mis pensamientos de golpe. El suave olor de canela que siempre llevaba su perfume me llenó, haciendo que sonriera de forma inconsciente.

—¿En qué tanto piensas, preciosa? —preguntó, acariciando mi cuello con su nariz. —Llevas diez minutos mirando ese adorno.

Parpadeé, aunque no lo necesitase, viendo que tenía razón. En mi mano derecha tenía uno de mis adornos favoritos, y de los más antiguos. Era una bola dorada, con pequeños detalles en relieve de símbolos celtas. Era el adorno favorito de mi madre. Por eso me había quedado mirándolo.

—Estaba recordando mis navidades como humana. —murmuré, mirándolo de reojo, para luego colocar el adorno en su sitio.

—Es increíble que te sigan gustando tanto cuando has vivido más de cien navidades. —comentó divertido, girándome de un movimiento.

—Lo dices como si tú hubieras vivido menos. —me burlé, alzando una ceja.

Frunció el ceño, como cada vez que le recordaba que era más mayor que yo.