—Un cubata tropical.
—Una cerveza y dos chupitos.
—Un coñac con hielo.
La gente no hace más que gritar lo que quiere, y yo me muevo por la barra todo lo rápido que mis piernas me permiten, cojo los alcoholes necesarios y voy sirviendo los chupitos mientras abro el botellín de cerveza con la otra mano. Lo sirvo y la mujer se va de la barra dejando el dinero y paso a otra.
Mientras, Carmen y dos camareros más hacen lo mismo que yo, atender, servir, guardar el dinero. Así sucesivamente.
Cuando se hacen las dos de la madrugada la gente decide ir yéndose. La cantidad de clientes ha disminuido a la mitad, pero todavía hay quienes bailan y beben contentos.
Me apresuro a limpiar la barra ahora que no tengo a ningún cliente y Carmen me ayuda.
Por unos minutos me doy cuenta de que no tengo nada que hacer, cojo un par de trapos, uno me lo pongo al hombro y el otro lo utilizo para ir secando los vasos ya limpios.
—Perdona, ¿Me pones cuatro chupitos?
Sin mirarla respondo un ágil "marchando" y giro sobre mis talones cogiendo cuatro vasitos y derramando el líquido en ellos. Los dejo en la barra y espero a la chica para que me de el dinero mientras vuelvo a mi royo. Esta se me queda mirando por unos segundos y luego abre su cartera dejando un billete.
—Gracias...— dice guardando la cartera de nuevo en su bolso antes de coger los chupitos.
La luz es escasa, apenas se ven las sombras que bailan y beben. No mucho más de haberse alejado dos metros tropieza con algo y se cae, haciendo resonar el sonido de los cristales por el suelo, salgo de la barra y corro a ayudarla.
Consigo cogerle del brazo y le ayudo a levantarse, tratando de no tocar zonas que puedan molestar, como zona baja de la espalda o piernas. La siento en un taburete de la barra y la inspecciono. Ella con la cabeza gacha se disculpa, esta ebria.
—¿Te encuentras bien? ¿Te has hecho daño?— pregunto preocupado.
Ella niega y levanta la cara guardándose el pelo detrás de las orejas. Sus ojos conectan con los míos, me alejo un poco y caigo en la cuenta de que es Paige, enseguida mis ojos se dirigen a su anaranjado pelo, ahora liso y suelto, no la había visto así nunca, siempre iba con el pelo recogido y ondulado.
—¿Paige?— trato de confirmar.
Ella sonríe tímidamente aún avergonzada. De repente el pecho se me encoge, me olvido de como respirar y peino mi pelo con las manos, estas a la vez me sudan y cambio el peso de pierna varías veces. ¿Qué haces Nathan?
—¿Seguro que estás bien?
—Si si, es solo que voy un poco pedo.— dice entre risas, aun sin luz puedo notar lo roja que tiene la cara.
Carmen ya ha terminado de recoger el desperdicio y ha vuelto a atender la barra como si fuera lo más normal.
Mi turno terminó hace una hora y media pero quise quedarme a ayudar. Miro a Carmen y ella me sonríe indicándome que puede encargarse de la barra sin mi.
Vuelvo a mirar a la pelirroja que mira triste el desperdicio de vestido, mojado y con olor a aguardiente.
—¿Vienes con alguien?.— pregunto llamando su atención.
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NATHAN *(Horas De La Eternidad #2)
Teen Fiction-¿Le temes a la muerte?. Cogí sus fríos y delicados dedos, el aire a esa altura removía los mechones que escapaban de una desastrosa trenza hacia atrás, sus oscuros ojos no me miraban. No me importaba, ya nada lo hacía. Aquí y ahora tenía una cosa c...