CAPÍTULO 12

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Lagrimas corren por sus mejillas. Una mirada vulnerable me exige que no pregunte.

—Vámonos.

—¿Qué?— pregunta.

—Vámonos de aquí, no tenemos clases importantes hoy.

Paige parece pensárselo por unos minutos, finalmente se abrocha mi chaqueta y se levanta del suelo, coge su bolsa de tela y abre la puerta.

—Vale.

Bajamos las escaleras y el pasillo esperando que ningún profesor nos vea, yo voy detrás de ella observándola y llegamos al parking, me subo a mi moto y me posiciono para que se suba ella, le doy mi casco y una vez sentada se lo abrocha sin miedo.

—¿Es nueva?.— me sonríe, yo la asiento chulo.

Se agarra firmemente a mi torso y yo arranco, todavía esta amaneciendo, así que puedo llevarla a cualquier lado, decido ir al puerto, si, al puerto La Eternidad, donde solía correr.

Tras pocos minutos llegamos y se nota que no es el mismo sitio cuando hay luz.

Ella baja curiosa y se acerca al bordillo, mira cuidadosamente la altura hasta el agua y yo la asusto por detrás cogiéndola muy fuerte.

Su grito retumba el lugar.

—¡NATHANIEL!— me grita furiosa.

Yo no paro de reír, ha pegado tal salto que de no ser porque la tenía cogida se hubiera caído al mugroso río. Se le ha puesto la cara roja de la vergüenza y el enfado, y yo no soy capaz de parar de reír.

Me golpea el hombro, pero desde mi altura ha parecido una niña de diez años enfadada y no soy capaz de dejar de reír. Ella finalmente se cansa de hacerse la dura y se acaba riendo también.

Llevamos un rato andando hasta que llegamos a la caseta, donde habitualmente estaría Pol cuando atardece.

—¿Por que estamos en este puerto?— me pregunta mientras juega con una piedra en el suelo.

—Este es mi hogar, aquí he crecido, he corrido con motos, he ganado dinero...— me explico mientras me subo al tejado de la caseta.

Una vez arriba extiendo mi mano para ayudarla a subir, me mira como si le sorprendiera pero se quita las botas negras dejando ver unos calcetines de colores y estampados diferentes. Eso me saca una sonrisa, por lo menos los calcetines son suyos. Una vez me coge la mano tiro de ella y consigue subirse prácticamente sola.

Nos acomodamos en el tejado y la miro, su reacción me llenó de satisfacción. A lo lejos podíamos ver el mar con las sombras de los barcos, que desde aquí parecían diminutos. Toda su cara se ilumina por el cálido sol, como las nubes y sus ojos se vuelven castaños en vez de negros.

Quiere quitar la mirada, sé que quiere, pero no puede, esa fue mi reacción la primera vez. Ese día empezó mi obsesión con el cielo.

Tras un rato observándolo, se le empiezan a cerrar los ojos, y apoya la cabeza en mi hombro. Mi madre intenta llamarme pero no se lo cojo, seguro que trata sobre el dinero y no tengo nada que justificar.

Escribo a Pol, ya que él también ha intentado llamarme, le digo donde estoy y me responde con un 'ok'.

Vuelvo a mirar a Paige, es tan dulce cuando duerme, es simplemente alucinante, debajo de ese maquillaje oscuro hay una chica con el corazón de azúcar, pero por alguna razón lo oculta, algo la reprime.

•••

—Paige. Paige debemos irnos— le zarandeo el hombro para despertarla. Ella abre los ojos lentamente, se incorpora y se pasa la manga de mi chaqueta negra por los ojos llenándola de purpurina y maquillaje. Ella lo mira, abre los ojos escandalosamente y me mira, yo la sonrío tranquilizándola.

NATHAN   *(Horas De La Eternidad #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora