Nuestro Infinito [Renga / Lanki] |Langa x Reki|

Día 6.1: Vacaciones

Pareja: Langa x Reki Fem (Renga / Lanki)

Advertencia: Mantendré el nombre de Reki, puesto que no se me ocurrió algún nombre de mujer para él.

Sinopsis: Reki Kyan es una joven adolescente de 20 años con un pequeño problema... en sus próximas vacaciones irá a conocer a su suegro, o, más bien, irá a Canadá a visitar la tumba de su suegro, el padre de Langa Hasegawa. Estaba tan nerviosa que, sin querer, olvidó un ligero detalle: en Canadá hace mucho frío.

Mientras que su familia se divertía conversando con el novio de la pelirroja, la chica se encontraba en su habitación, haciendo la maleta que se suponía que ya debía de estar lista desde hace dos horas, solo que, por culpa de los nervios, lo había olvidado por completo.

Metiendo toda la ropa que veía, Reki trataba de apurarse, pues su novio y su suegra ya habían venido por ella para ir directo al aeropuerto y tomar el avión que los llevaría al país natal de su apuesto novio.

—Reki, se te hace tarde. —dijo su hermana, entrando a la habitación de su hermana mayor sin permiso. —¿Te ayudo?

Reki asintió incontables veces. Estaba a punto de tener un colapso por la presión.

"Esto me pasa por ser tan olvidadiza". Pensó la Kyan, siendo ayudada por su hermana menor para terminar rápido de empacar sus cosas.

—No estés tan nerviosa. —Su hermana intentaba calmarla, pero simplemente no podía, estaba a punto de dar otro paso en su relación con Langa. Todavía recordaba el día en que había conocido a su suegra, la cual en ese entonces todavía no era su suegra.

—¡Yo cuidaré de Hasegawa, se lo prometo! —Había dicho Reki, tratando se sonar genial para la madre de su amigo, pero no se había dado cuenta de su error hasta que el rostro de la señora de cabellos cafés se tornó de un rojo tan intenso como el color de su cabello.

"¿Dije algo gracioso?". Pensó Reki, empezando a ponerse nerviosa.

—Yo también soy Hasegawa, así que lo que dijiste... fue algo... —Ahora fue el turno de la Kyan, quién se sonrojó al darse cuenta de lo que había dicho.

Langa, por otro lado, las veía sin decir palabra alguna, pues estaba muy ocupado comiendo su quinta hamburguesa.

Aquel momento fue tan vergonzoso que Reki no fue a casa de Langa por un mes.

—Cariño, ¿ya estas lista? —Preguntó Langa desde a fuera de su habitación, sacando de sus pensamientos a la Kyan mayor. —Mi madre nos espera en el auto.

Reki cerró su maleta estrepitosamente, dándose cuenta de que ya era demasiado tarde. Ni siquiera se sonrojo, como siempre lo hacía, por el apodo cariñoso que le había dicho Langa frente a su familia.

—Cariño, ¿eh? —dijo la menor de las Kyan, siendo totalmente ignorada por una apurada Reki. —Langa es un buen partido, trata de darle las gracias a tu suegro por sus genes... y esperemos que esos genes no se pierdan con los nuestros.