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“Te amaría de cualquier forma, en cualquier mundo, con cualquier pasado.”

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—Voy aceptar su oferta.—fueron las primeras palabras que escuchó apenas abrió sus ojos esa mañana.

Confundida lo observó, pero él solo suspiró y la continuo mirando con esa seriedad tan propia de él.

—¿De que hablas Sasuke-kun?.—pregintl mientras se tallaba uno de sus ojos, aún con sueño.

Él camino por la pequeña cueva en la que habían estado la última semana, recogiendo en el proceso sus pertenencias.

—Orochimaru…—susurro y entonces todo el sueño previo que ella un podía tener desapareció con la sola mención de ese nombre, y como si tuviera un resorte se levantó del duro suelo, mirando incrédula a Sasuke quién solo le daba la espalda.

—¡Eso…

—Nesecito poder…—la interrumpió él, aún dándole la espalda.

Pero ella negó, asustada, preocupada, nerviosa y aterrada.

—Sasuke-kun se paciente ¿Si?.—pidio nerviosa, mientras empezaba acercarse a él.—Si seguimos entrenado poco a poco nos haremos fuerte, solo nesecitamos…

—¡¿Entonces para que huimos de Konoha?!.—grito él, haciéndola callar de inmediato.—¡Hemos estado fuera de la aldea por más de dos años, y no hemos avanzado nada! ¡Si seguimos así…

—¡¡Si vamos con él moriremos mucho antes de cumplir nuestra promesa!!.—grito ella tambien, con rabia e impotencia, y entonces finalmente el volteo su rostro haciendo que sus miradas se encontrarán.

—Moriremos de igual manera si no vamos con él.—gruño él tirando las cosas que había estado recogiendo.—Orochimaru es nuestra única opción.

Pero ella negó, sosteniendole la mirada con algo de decepción.—Orochimaru es el camino facil, Sasuke-kun.—susurro con desaprobación.

—Hinata…

—Saldre…—lo interrumpió dándole la espalda intentando salir rápidamente de la cueva, no quería que el viera las lagrimas acumuladas en sus ojos.

—Quiero protegerte…—lo escuchó decir, haciendo que detuviera su huida, más aún así no volteo su rostro.—Yo nesecito protegerte, Hinata, si vamos con él tendré el poder para cumplir todo lo que te he prometido…

—Hay mejores maneras de conseguir el poder que quieres.—susurro sin voltear su mirada, con la decepción pintando su voz.

La observó dormir, acurrucada de tal forma que hasta resultaba graciosa. Lo único fuera de la delgada sábana que le había prestado era su pequeña nariz.

—Rara…—susurro sin dejar de mirarla.

Esa extraña y torpe niña de ojos claros había llegado a interrumpir su vida de tal forma que aún le resultaba sorprendente, y aunque no lo admitiera abiertamente, muy dentro de él, también admiraba su valentía, contrario a él, a ella le había arrebatado todo, incluso su apellido, la habían despojado de todo lo que consideraba seguro, alejandola de su familia y sus costumbres, obligándola a vivir con desconocidos… y pese a todo eso, aún no la había escuchado quejarse de eso, aún no la había visto llorar y rogar porque la regresarán a su hogar, por lo único por lo que la había visto llorar había sido por su hermana y no por ella misma.

Él y ella estaban casados.

Ni siquiera comprendía muy bien eso. Lo único que sabía era que ella estaría junto a él toda su vida, y por sorprendente que sonara eso no lo asustaba ni lo molestaba… y la prefería a ella mil veces que a las molestas y chillonas niñas de la academia, más aún a esa de cabello rosa y a la otra de cabello rubio. Si tuviera que elegir con quién casarse, probablemente escogería a Hinata.

La observó tiritar levemente de frío y en su corazón algo pesado que reconoció como culpa se instaló y aunque el quiso ignorarlo, aunque deseó hechar a un lado ese sentimiento, simplemente no pudo.

Y llevando consigo sus almohadas y acolchonados edredones se recostó junto a ella, asegurándose de abrigar muy bien el pequeño cuerpo de ella.

Solo sería por un pequeño momento.

Él despertaría mucho antes que ella y nadie sabría lo que hizo.

Solo serían unos pocos minutos.
Solo le daría calor unos cuantos segundos.

Se dijo así mismo antes de cerrar los ojos.

Sintió calidez, todo su cuerpo se sentía cálido.

Y aquello, considerando las condiciones en las que había estado durmiendo no eran lógicas, por lo que abriendo los ojos intento ver qué sucedía, pero nada la preparó para lo que sus claros ojos vieron.

Ahí frente a ella, a pocos centímetros de su rostro estaba su infante esposo, su rostro contrario a cuando estaba despierto se veía relajado y podía decir que hasta tierno, sus mejillas estaban sonrojadas y su boca entreabierta.

Cerró sus ojos nuevamente. Aún debía seguir dormida, seguramente solo estaba soñando.

Sasuke odiaba dormir junto a ella.

Sasuke odiaba su cercanía.

Si, no había otra razón más lógica que aquella, ella aún estaba dormida.

CondenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora