Acuerdo.

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“Aprendió a ser fuerte cuando entendió que debía levantarse por ella misma”
Avenida 749
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La observó, ella estaba sentada frente a él, con su rostro cabizbajo y vestida con un fino y elegante kimono blanco con decoraciones de pétalos de flor.

Ya la había visto en varias ocasiones, sabía que su nombre era Hinata, sabía por su madre que era una niña tímida y nerviosa, un poco introvertida y silenciosa, y según su progenitora, “una hermosa y muy tierna niña”. Aunque para él no parecía nada linda, sus ojos grandes y perlas no le parecían agradables, de hecho se sentía incómodo de solo verlos, sentía que podían ver a través de él, saber sus secretos y sus debilidades, y aquello no le gustaba en absoluto.

Su personalidad tímida y nerviosa lo exasperaba, y su complejo de inferioridad no ayudaba a que ella le agradará, ni siquiera como amiga.

Con el ceño fruncido continúo observándola, ella se veía incómoda y nerviosa, junto al patriarca del clan Hyūga, de vez en cuando daba miraditas rápidas hacia él y bajaba el rostro pálida.

Valla niña rara.

Con un suspiro decidió dejar de verla, y centrar su atención en la plática de los mayores que por sorprendente que sonara los tenían a ellos como tema principal.

De reojo observó a su padre, su rostro serio y estoico no dejaba entrever lo que por su mente pasaba, al igual que con el patriarca del clan Hyūga, ambos parecían poseer máscaras en lugar de sus verdaderos rostros.

A la derecha de su padre en completo silencio estaba su hermano, quién parecía una réplica exacta de su padre con su rostro serio. Sabía por palabras de él mismo, que no estaba de acuerdo con su matrimonio. De solo recordarlo se sorprendía.


¡No! ¡No puede arrastrar a Sasuke a esto también! ¡Matrimonio! ¡Es una locura! ¡Sasuke es un niño!


Su hermano, quién nunca perdia la calma, quién siempre obedecía las órdenes de su padre, quién jamás levantaba la voz, había perdido los estribos con la decisión de su padre… con la decisión de su matrimonio.

—Nii-san.—susurro tan silenciosamente que era imposible que alguien siquiera pudiera oírlo.

Desde ese día en el que su padre le anunció su matrimonio, y su hermano perdiera los estribos, este no le había dedicado palabra alguna, ni siquiera había volteado su mirada en su dirección. Odiaba eso.

Suspirando con tristeza y melancolía apartó la mirada de su hermano, centrándola finalmente en el viejo hombre que sentado a la cabeza de todos fumaba de una pipa, con aparente calma.

Sabia por las ropas que usaba que aquel hombre no era otro que el líder de Konoha, aunque no era lo que él esperaba, tampoco se podía quejar, líder es líder, y si era Hokage por débil no era. Lo mejor era no subestimar al viejo hombre, y entonces nuevamente su mirada regreso a ella, para su total fastidio.

¿Realmente esa sería su esposa?


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La estaba mirando… otra vez.

Su mirada oscura sobre ella pesaba y su disgusto también, sabía por su ceño fruncido y leve puchero que no estaba muy convencido de eso ¡Sorpresa! Ella tampoco, estaba ahí solo por órdenes de su padre, vestía de aquella forma solo por órdenes de su padre, estaba atando su futuro antes de siquiera empezarlo solo por ordenes de su padre.


No quería aquello, no lo veía justo, pero tampoco era como si tuviera el valor de oponerse. Órdenes eran órdenes, y ella solo servía para acatarlas.


No se sentía cómoda en aquel lugar, la tensión se respiraba en el ambiente, pese a la tranquila conversación que los adultos llevaban.


De reojo y tímidamente levantó su mirada a su padre quién sentado junto a ella, escuchaba con total tranquilidad las palabras del líder del clan Uchiha, pero ella lo sabía, bajo aquella máscara de aparente calma, estaba el disgusto, su padre no estaba de acuerdo con ese matrimonio, y era ahí donde ella se hacía la pregunta del millón.


¿Si no estaba de acuerdo, porque había accedido a casarla con un Uchiha?.


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—Bueno entonces con ambas partes de acuerdo, solo queda firmar.—hablo el Sandaime extendiendo un blanco papel.—Fugaku-san, firma.—ordeno el Hokage a lo que el líder Uchiha asintió, procediendo a plasmar su firma en aquel acuerdo.


Hinata y Sasuke observaron atentos a los adultos firmar aquella blanca hoja de papel, hasta que finalmente dicha hoja llegó a ellos, por sorprendente que sonara.


—Pon tu nombre.—ordeno Hyūga Hiashi, con severidad extendiéndole una pluma a su heredera quién con su mano temblando asintió.—Sin equivocaciones.—ordeno en un silencioso susurro a lo que Hinata asintió completamente tensa.


La menor observó el papel frente a ella, había letra y palabras que aún no entendía, pero tampoco era como si tuviera el tiempo para descifrarlas, la mirada de todos en aquella pequeña sala estaba sobre ella, por lo que desesperada por dejar de ser el centro de atención procedió a plasmar su nombre en aquel contrato, acuerdo o lo que sea que eso fuera.


Seguido de que Hinata firmara el papel de le fue arrebatado de enfrente y dado al menor de los Uchiha quién en silencio y sin tanto drama plasmó su nombre junto al de Hinata, sin miedo, sin duda, ni arrepentimientos.


El padre del menor lo observó de reojo antes de asentir extendiendo el blanco papel en dirección al líder de Konoha quién con una suave sonrisa lo cogió, observando de reojo a los menores quienes permanecieron en silencio, solo observando.


Sentía culpa por lo que estaba haciendo a las vidas de aquellos dos menores que ni siquiera entendía la importancia de aquel matrimonio, pero nada podía hacer, así habían resultado las cosas.


Con un suspiro el líder de Konoha se levantó de su lugar no sin antes hacer una leve reverencia a los líderes de clan.


—Entonces, aquí termina esta reunión. Que tengan un buen día.—deseo el Sandaime antes de desaparecer tras una puerta dejando tras él al joven matrimonio y familiares.


—Bueno, creo esto es todo.—susurro con cansancio el patriarca Hyūga, levantándose de su lugar, seguido de su heredera, pero para sorpresa de la menor este la detuvo antes de siquiera poder levantarse del todo.—Tu que quedas.—ordeno Hiashi ante la atenta mirada de los Uchiha y la confundida y sorprendida de la única fémina en la habitación.


—…¿¡Q-que!?.—jadeo Hinata con sorpresa observando a su padre confundida y asustada.


El mayor suspiro, con algo de irritación.


—Ya no perteneces al clan Hyūga.—declaro el patriarca Hyūga.


—Eres una Uchiha.—intervino una tercera persona, haciendo que la mirada de todos se dirigiera a él.


Uchiha Itachi miraba a la menor con algo parecido a la culpa y lástima.


—Desde que firmaste el acuerdo de matrimonio pasaste a ser una Uchiha, desde hoy ya no eres más Hyūga Hinata si no Uchiha Hinata, esposa de Uchiha Sasuke.—explico Itachi con pena, haciendo que la menor palideciera.


—¡P-pero yo soy una Hyūga!


—Ya no más.—sentencio Hiashi.

CondenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora