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“Sin siquiera darte cuenta, así es como siempre te enamoras”

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Él la observó, su rostro normalmente pálido y nervioso se veía ansioso y feliz, un poco de incredulidad se lograba apreciar en lo claro de sus ojos, pero aún así la sonrisa boba(en su opinión) no se quitaba de su labios.


Fastidiado dirigió su mirada a su hermano quien junto a él también caminaba con u a sonrisa en sus labios, bueno, no es que fuera una sonrisa como la de Hinata, pero él sabía que su hermano estaba sonríendo, después de todo la comisura izquierda de su boca estaba unos dos milímetros levantada, y eso viniendo de su hermano ya era algo sorprendente. Sus oscuros ojos veían a Hinata con calidez y por un momento un molesto e incómodo malestar de instaló en su estómago.


¿Por qué la veía así?.


Más aunque quiso no tuvo el valor de preguntarle, en vez de eso solo volvió a dirigir su mirada a Hinata con fastidio y molestia.


—Quita esa cara Sasuke, ya estamos llegando. —escucho que su hermano le ordenó, por lo que simplemente lo volteo a ver de reojo encontrándose con la mirada amable de él.


Por un momento su mirada quedó enganchada con la de su hermano y el malestar que tan sólo segu dos antes había sentido desapareció como si nunca hubiera estado ahí. Sus mejillas se sonrojaron ante la calidez con la que su hermano lo veía y como un niño malcriado apartó su rostro y cruzó sus mano sobre su pecho.


—¡Hmph!.



De reojo volteo a ver a el mayor de los hermanos uchiha, solo cerciorandose que él aún estuviera tras ella y en efecto ahí seguía, caminando a su propio ritmo junto aún fastidiado y sonrojado Sasuke. Un suspiro de alivio se deslizó por sus labios y regresó su mirada al frente, ya podía divisar las puertas de su clan, estaba a sólo pocos pasos de regresar a su hogar, de volver a ver a hanabi.


Sin ser consiente de en que momento sus piernas dejaron de caminar y empezaron a correr cada vez más rápido, el viento chocaba contra su rostro y el familiar aroma a flores de Sakura golpeó su nariz, cerró los ojos por un momento y sólo disfrutó, sin dejar en ningún momento de correr.
Había pasado ya varios días en su nuevo hogar, y aún así todavía no había logrado acostumbrarse, aún consideraba la mansión Hyuga su hogar, después de todo ahí había nacido, ahí había sonreído por primera vez, después de todo ahí estaba la razón de que aún continuará con su patética existencia, ahí estaba Hanabi, su ratito de luz en medio de la oscuridad que la rodeaba. Cuando sus claros e inocentes ojos la veían todo el dolor y soledad en su pecho simplemente desaparecía, cuando sus labios le regalaban una sonrisa era suficiente para llenarse de energías, mientras tuviera a Hanabi podría soportar cualquier cosa.


—¡Ugh…!. —sus pensamientos se vieron abruptamente interrumpidos cuando su pequeño cuerpo chocó contra algo… o mejor dicho alguien.


Unos fríos e intimidantes ojos perla la vieron con sorpresa unos cortos segundos antes de que el odio y la crueldad se sobrepusieran a la sorpresa inicial.


—Hinata… sama. —el odio destilo de sus labios como veneno y todo su cuerpo se congeló aún en el suelo, había pasado tanto tiempo alejada de su hogar que había olvidado la sensación de terror que Neji le causaba.


Él extendió una de sus manos a ella, y ella la observó con verdadero horror.


—Es un gusto volver a verla.


¡Mentira!


La crueldad en su mirada decía totalmente lo contrario y su sonrisa forzada también. Aterrorizada empezó a extender levemente su mano pero antes de que siquiera esta rozara la de su primo, otra igual de pequeña a la suya la levantó de un tirón.


—¿Qué hacías tirada aún en el suelo? ¿Eres torpe o qué?. —la mirada fastidiada de Sasuke la aturdio unos segundos, incapacitandola de contestar.



—Uchiha Sasuke. —escucho una voz decir tras él, por lo que volteando su mirada lo observó, ese chico de ojos iguales a los de Hinata pero totalmente diferentes a la vez.
Había una sonrisa un poco siniestra en su rostro, mientras sus ojos lo observaba con algo de odio y rencor.


—Ya veo, eres tu a quien le colgaron al fracaso de Hinata-sama, pobre. Pero debo agradecer el que me quitaran de en medio a alguien tan patético y lamentable como ella. —dijo sonriendo levemente y doblando su cuerpo en una media reverencia. —Gracias.


—Hmph. —él le sostuvo la mirada, aquel chico una cabeza más alto que el no lo iba a intimidar, mucho menos le iba a permitir burlarse de él. —Creo que a quién le quitaron un peso muerto de encima fue a ella, ¿Cierto Hinata?.—preguntó volteando su mirada a ella quien lo observó confundida.


Sus claros ojos se veían confundidos y nerviosos, pero aún así ella asíntio. —¿Ah? S-si..


Los ojos claros de él brillaron de odio y rencor, mientras todo su rostro se pintaba de rojo.


¡Ah, que buena reacción!.


Él cuerpo de aquel Hyuga se tenso y sus manos se cerraron en fuertes y tensos puños, pero sus ojos no lo miraban a él, sus claros ojos llenos de odio la miraban a ella, quién permanecía rezagada tras él, gruesas venas empezaron a formarse lentamente alrededor de sus ojos y antes de que alguno de los tres hiciera o dijera algo una cuarta voz se hizo presente.


—Hinata-san, ¿ya se disculpó por haber chocado contra su primo?. —preguntó Itachi caminando lentamente hacia ellos, con las manos en los bolsillo y una mirada para nada cálida.


—¿E-eh? ¡Ah, no!. —jadeo nerviosa y pálida, haciendo una rápida reverencia a su primo. —¡S-siento m-mucho no h-haberte visto N-Neji-nissan.


Pero aquella disculpa cayó en oídos sordos, cuando su hermano terminó por pararse junto a ellos aún sin borrar su mirada amenazante.


Las venas alrededor de los ojos del Hyuga poco a poco regresaron a la normalidad, pero en cambio todo su cuerpo temblaba de impotencia y rabia.


Ah, él conocía muy bien esa sensación.


—Hmph… —Neji le dio la espalda y con paso rápido empezó alejarse de ellos, hasta perderse en una esquina.


—Neji-nissan….


La escucho susurrar observando con tristeza el lugar por donde aquel chico desapareció. La observó confundido unos segundos pero aún así no dijo nada, ya había dicho y hecho suficiente por ella, ni siquiera se había dado cuenta el momento en el que apareció junto a ella, solo la había visto caer y después simplemente ya estaba ahí, ayudándola a levantarse.

CondenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora