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"No tengo el valor de alejar el dolor, sólo de calmar nuestra soledad"
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—¡¡De ninguna manera!!.—escuchó el grito de Sasuke, quién sentado junto a ella se levantó observando molesto e incrédulo a su madre.—¡Es imposible que comparta mi habitación con ella!.—chillo molesto, ella solo mantuvo su rostro cabizbajo, tratando de procesar aún su situación.


Había sido desechada por su padre, prácticamente había sido regalada a otro clan, pero ¿Para qué? ¿Por qué?. Sabía que era una vergüenza como heredera, pero aquello aún no era motivo suficiente para desecharla. Debía de haber algo más, TENÍA que haber algo más; se negaba a creer que su padre fuera un hombre capaz de desechar a su propia hija por débil.


—Sasuke, entiendes que ella ahora es tu esposa.—escucho la suave y amable voz de la matriarca Uchiha.


Levantando un poco el rostro la observó unos segundos detenidamente, sorprendiéndose aún de la belleza simple de aquella mujer. Quién dotada de aquel atractivo singular, miraba a su hijo con calidez, afecto y algo más que aún no lograba reconocer en sus ojos oscuros.


—Si, y eso que.—gruño el menor de los Uchiha cruzándose de brazos.


—Tu deber como su esposo es cuidarla, velar por su seguridad y bienestar. Esforzarte para que nunca le falte nada. Ahora no solo eres tú, ahora también es Hinata-san.—explicó la amable mujer con suavidad pero también seriedad.


—P-pero…


—Además sabes que ya no hay más habitaciones ¿Cierto?.—interrumpió nuevamente la matriarca Uchiha sonriendo levemente a su hijo quién solo bajo el rostro con un leve puchero.


Y entonces finalmente la mirada oscura de aquella mujer cayó sobre ella, con la misma calidez que con la que miraba a Sasuke.


—Hinata-san.—susurro la amable mujer observándola.—Es un honor que forme parte de nuestra familia, espero y se sienta como en casa y de antemano me disculpo por todos los problemas que mi hijo le vaya a causar.—se disculpo a lo que ella solo la observó en silencio.


De reojo observó a Sasuke quién mantenía en ceño fruncido y leve puchero. Regreso su mirada a la joven mujer.


—N-no es n-nada. Y-yo también m-me d-disculpo por l-los p-problemas que p-pueda c-causarle U-Uchiha-sama.—susurro bajando el rostro.


—Es una rara.—escuchó el débil susurro de Sasuke junto a ella, más no tuvo tiempo de sentirse herida o avergonzada.


—Mikoto. Llámame Mikoto.—ordeno la matriarca, con suavidad y calidez, ella la observó perpleja e incrédula.


—…H-Hai. M-M-Mikoto-san.—susurro sonrojada bajando el rostro ante la suave sonrisa de aquella amable mujer.


….


De reojo la observó ella caminaba tras él con su rostro cabizbajo tratando de igualar su paso, fracasando en el intento.


Aún no podía creerlo. ¡Tenía que compartir su habitación con esa rara niña! ¡¡SU HABITACIÓN!! Compartiría su privacidad con alguien a quien ni siquiera conocía y tampoco le agradaba.


Irritado, frustrado y molesto se detuvo frente a la puerta de su habitación, esperando que aquella lenta chica llegará hasta él.


—Aquí es.—gruñó, una vez que ella estuvo cerca.



Cuando el menor de los Uchiha abrió la puerta de su habitación ella finalmente lo entendió.


Compartiría habitación.


Los nervios predominaron sobre su cuerpo, por eso cuando aquel pequeño Uchiha le dio la orden de entrar no se movió de su lugar. Permaneció estática y congelada bajo el umbral de aquella puerta.


Sintió su pulso cardiaco acelerarse y su respiración volverse irregular. No quería estar ahí. Quería de vuelta su habitación, su casa, quería a su hermana, a su primo y a su padre. No quería estar ahí.


Q-Quiero irme a c-casa.—susurro con voz rota y ojos llorosos.


Quería de vuelta su normalidad, su cotidianidad.


—¿Qué dijiste?.—pregunto Sasuke con fastidio, pero ella no contesto, en cambio se dio la vuelta regresando tras sus pasos. Iría a su casa, regresaría a su hogar.


—¡Oye…!—escucho a Sasuke gritar tras de ella, pero no sé detuvo, en cambio apresuró aún más el paso.


Volvería a su hogar, regresaría aquella enorme mansión en la cual había crecido. Apenas llegará pasaría por la habitación de su pequeña hermana, y como hacia todos los días antes de dormir la observaría unos minutos, le cantaría una nana, la abrigaría muy bien y le desearía buenas noches, todo eso antes de darle un beso en su pequeña frente.


Hanabi-chan... e-esperame.—susurro empezando a correr antes de doblar por un pasillo.


Estaba cerca, recordaba todos aquellos pasillos, sabía que la puerta hacia afuera estaba a solo un salón de distancia, pronto regresaría a su hogar, solo unos segundos más…. Pero entonces todo se jodió, su pequeño cuerpo chocó contra algo, haciéndola caer de espaldas.


Aún en el suelo y con los ojos cerrados a causa del dolor escucho rápidas e inestables pisadas.
Sasuke se acercaba.


Abriendo sus ojos se dispuso a levantarse, más todo intento por volver a huir quedó en eso, un intento, cuando reconoció con que fue con lo que había chocado.


Un chillido de terror fue lo único que abandonó su garganta ante el terror que la persona frente a ella le causaba.


—Hinata. ¿No sé supone que ya deberías estar durmiendo?.—pregunto él, con aquella fría voz.


Pero entonces antes de que siquiera hiciera el inútil intento por hablar las pisadas rápidas e inestables de Sasuke se detuvieron tras ella abruptamente.


—¡P-padre…!—lo escucho susurrar sorprendido.


La mirada oscura y fría de aquel hombre se posó entonces sobre su hijo, con dureza y frialdad.


—¿Qué sucede aquí?.—preguntó el líder del clan Uchiha con severidad.
Ella se tensó ante el sonido áspero de su voz.


De reojo observó a Sasuke, quién al igual que ella se tensó ante la voz de Uchiha Fugaku bajando el rostro a sus pies descalzos.


—N-nada padre. Solo jugábamos.—mintió con voz débil sin levantar el rostro.


Sorprendida lo observó ¿Por qué mintió?, Pero de todos modos no tenía tiempo de contestar aquella pregunta, ya que nuevamente la atención de Uchiha Fugaku se posó sobre ella.


—¿Jugaban?.—preguntó escéptico. Ella asintió nerviosa y asustada.—No deberían, es hora de que ustedes estén durmiendo. Vayan a descansar.—ordeno antes de reanudar su camino, desapareciendo segundos después tras un pasillo dejándolos completamente solos.


El silenció peso por unos segundos antes de que Sasuke lo rompiera, con voz débil pero firme.


—Vamos.


Ella asintió no sin antes darle una última mirada al pasillo frente a ella.


Esa noche no vería a Hanabi.

CondenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora