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"En la oscuridad la luz brilla más"
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Abandonaron la cueva en la que estuvieron los últimos días en completo silencio, después de lo hablado el día anterior no habían cruzado palabra alguna más que las necesarias.

La miro de reojo, observando su palidez, sus heridas ya cicatrizadas y su delgades, y nuevamente no se arrepintió de la decisión tomada, el nesecitaba poder, nesecitaba protegerla, brindarle comida y un hogar cálido, esa no era la vida que la heredera de un clan como el Hyuga debería tener. Hinata empezaba a marchitarse poco a poco y el no podía permitir que eso sucediera, no ella, jamás ella.

Después de unas cuantas horas más de viaje finalmente llegaron, conocían la ubicación de aquél lugar únicamente porque así lo había querido el sanin serpiente, habían llegado hasta ahí porque eran ellos los dos herederos de los clanes más poderosos de Konoha. Sabia el valor que Hinata y el representaban, el poder que sus ojos poseían.

—¿Es aquí?—susurro ella con voz suave, observando aquel lugar con alerta.

El solo asintió adentrándose a aquel oscuro túnel pobremente iluminado, pero no fue necesario caminar de más, el resonar de unos paso haciendo eco en las paredes lo detuvo y rápidamente sus ojos pasaron de negros a rojos en un segundo a su lado Hinata tomo una posición defensiva con su línea de sangre activada.

—Sabia que vendrías…—su asquerosa voz fue lo primero que se escuchó, y él fue capaz de notar como todo el cuerpo de Hinata se tensaba alerta y temeroso.—Lo que no espere fue que vinieras con la primogénita de Hyuga Hiashi.—dijo saliendo de la oscuridad de aquel túnel, dejando ver la palidez excesiva de su rostro, que contrastaba con lo negro de su largo cabello liso.

—Ella no era parte del plan…

—Es mi esposa…—gruño con el Sharingan girando rápidamente en sus ojos, pero contrario a lo esperado aquel viejo hombre solo sonrió enigmáticamente, provocándole un desagradable escalofrío.

—No he dicho que me molestará, solo no espere tan agradable visita..—susurro saboreado sus labios con una lengua desagradablemente larga.

La tensión en aquel lugar era palpable.

—Nesecito poder…—gruño obligándolo a despegar su mirada de Hinata.—Dijiste que si venía a ti, me lo darías. ¡Aquí estoy!.

—Todo a su tiempo, pequeño Sasuke.


Sentía las gruesas venas alrededor de sus ojos palpitar, y el retumbar de su corazón en su oídos, estaba asustada más aún así su mano permanecía firme en su porta kunai a la espera de algún movimiento extraño por parte del Sanin serpiente; más lo sucedido fue algo que no se espero y aunque intento reaccionar, no lo logro a tiempo.

El cuello de ese hombre se estiró de tal manera que resultaba aterrador, sumado a la velocidad que adquirió para hacerlo teniendo como objetivo el hombro de Sasuke, quien al igual que ella no logro reaccionar a tiempo.

—¡Sasuke-kun!—grito cuando lo vio caer de rodillas llevando su mano al lugar mordido por el Sanin con una mueca de dolor y con su rostro totalmente pálido.

El cuello del Sanin regreso a la normalidad, mientras una sonrisa sádica se apoderaba de sus terroríficas facciones al momento que se saboreaba los labios.

—Si sobrevive tendrás el poder que nesecitas, si no, pues fue un gusto querido Sasuke.—susurro sin apartar la mirada de él.— regresaré en dos días para verificar que no hayas muerto.

Ella lo observó en shock.

—¿Q-Que me hiciste…?.—jadeo Sasuke con dolor y su rostro perlado en sudor.

—Te he concedido un pequeño regalo… te di mi marca de Maldición.—sonrio con sadismo.

¿Marca de Maldición?

¿Sobrevivir? 

—¿Que le hiciste a Sasuke-kun?.—susurro ella temblando, y con un kunai fuertemente sujetado en cada mano.

—...—pero solo fue ignorada por el pálido hombre quién le dedicó una mirada de aparente interés que le causó calosfrio por todo el cuerpo.

—¡Dime! ¿Que le hiciste?.—grito corriendo hacia él quien solo sonrió, esquivando sin complicación alguna sus golpes y patadas, causándole impotencia, la diferencia de poder era enorme, ella lo sabía.

Y sin ser conciente del momento exacto, se vio apresada entre las grandes y frías manos de Orochimaru quien la sujeto firmemente del cuello cortándole un poco la respiración, sus ojos dorados la detallaron lentamente al punto de ser repugnante.

—Hiashi fue un tonto al cederte…—susurro cerca de su rostro antes de sacar su legua y lamer su mejilla.—Y Sandaime-sama un estúpido al entregarte a los Uchiha kukuku como si tal cosa fuera a evitar la rebelión.

¿Rebelión? ¿De quién?

Pero antes de que siquiera una palabra fuese capaz de salir de sus labios el cuerpo de Orochimaru fue impactado con la suficiente fuerza como para mandarlo algunos metros lejos hasta chocar contra una pared, algo aturdida desde el suelo observó a Sasuke frente a ella, su respiración era algo errática y por su cuello y manos desnudas ella pudo observar unas extrañas marcas negras, un mal presentimiento la inundó.

—¿Estás bien?.—pregunto el miradola de reojo a lo que ella solo fue capaz de asentir levemente y para él eso fue más que suficiente.

—¡No te atrevas a tocar a mi esposa! ¡¡Hinata es mía!!.—gruño antes de arremeter contra un Orochimaru que salía de los escombros.


CondenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora