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“La primer vez que te vi honestamente no creí que llegarías a ser tan importante en mi vida”

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.


Débiles sollozos, molestos, constantes y débiles sollozos era lo único que venía oyendo desde hace una hora atrás.

Contrariado volteo su rostro observando su pequeña espalda temblar ante el llanto. Quería decirle que parará de llorar de una vez por todas y que lo dejara dormir con tranquilidad, después de todo era lo mínimo que le debía después de irrumpir en su privacidad y vida. Pero por alguna razón no podía, el sonido de sus débiles sollozos inútilmente amortiguados le impedían siquiera interrumpir su llanto.

Q-Quiero irme a c-casa.

El recuerdo de su débil petición aún rondaba su conciencia. ¿Qué acaso no entendía que ya no pertenecía aquél clan? ¿No entendía que ahora era una prestigiosa Uchiha?.

—Hanabi…—aquel débil y casi inaudible susurro lo saco de sus cuestionamientos por lo que sorprendido y curioso volteo nuevamente su rostro a ella, quién aún le daba la espalda.

¿Hanabi? ¿Quién era Hanabi? ¿Por qué susurraba aquél nombre con infinita tristeza?, Pero entonces antes de que siquiera él pudiera hallar alguna respuesta o suposición aquella pregunta el sonido de unos débiles pasos lo distrajo.

Él reconocía aquellas pisadas sigilosas.

—¡Itachi!.—susurro sentándose de improviso sin prever que aquella acción hecha de manera tan abrupta sacaría un grito de susto por parte de su acompañante.

—¡Kya! ¡Sasuke-san!.—chillo ella reincorporándose también, observándolo con sus ojos perla abiertos de par en par.—¿E-esta…

Alarmado tapó la boca de su acompañante, impidiendo e interrumpiendo lo que fuera a decir. Nervioso dirigió su mirada a la puerta aun cerrada, suspirando de alivio cuando notó que los pasos se reanudaban.

—¡Haz silencio!.—gruño molesto en un susurro soltando a la pequeña Hyūga que lo observaba sorprendida y nerviosa.

En silencio camino hasta la puerta de su habitación acercando y agudizando su oído, pero lo único que logró escuchar fueron murmullos y palabras ininteligible.

—E-es i-Itachi-sama y F-Fugaku-sama.—el susurro débil y entrecortado de Hinata lo hizo girar su rostro a ella llevándose un susto de muerte cuando observó su rostro.

Gruesas y palpitante venas rodeaban sus blancos ojos mientras ella veía fijamente a la puerta cerrada.

—¡¿Q-que..!?

—E-estan discutiendo…—susurro ella nuevamente, su rostro estaba pálido y sus ojos brillaban nerviosos y asustados.

Curioso se acercó a ella sentándose muy cerca.—¿De qué hablan?.—ordeno saber, ella lo volteo a ver unos segundos antes de regresar la mirada a la puerta cerrada.

—N-no lo se, n-no puedo leer sus…—pero de repente se interrumpió y la palidez en su rostro aumentó, sus blancos ojos se abrieron de par en par y antes de siquiera preguntar qué sucedió ella se acostó precipitadamente tapando su rostro con las sábanas. Él lo entendió cuando las voces de su padre y hermano se detuvo y el sonido de pisadas acercándose a su habitación lo alertaron.

¡Los habían escuchado!.

Rápidamente y siguiendo el ejemplo de Hinata fingió dormir, conteniendo la respiración cuando la puerta de su habitación fue ligeramente abierta. Su corazón latía tan fuerte que temía que su padre o hermano lo fueran a escuchar y junto a él, Hinata temblaba como gelatina.

No había caso su padre los iba a descubrir.

Pero contra todo pronóstico la puerta se volvió a cerrar y los murmullos no se volvieron a escuchar. La discusión había acabado y esa noche como muchas otras dormiría con la incógnita de saber que discutían su padre y hermano.

¿Acaso era por su matrimonio? Sinceramente no lo sabía, pero deseaba saberlo, anhelaba saberlo.

¿Porqué la mirada de su hermano se veía más vacía?

¿Por qué se respiraba tensión en el clan y más aún en su hogar?

¿Por qué lo obligaron a casarse con tan sólo ocho años de edad?

Esa mañana al despertar la tensión se sintió en el aire, tanto así que hasta su propia respiración empezaba a dificultársele y por la incomodidad en el rostro de Sasuke parecía también pasarle lo mismo.

Sentada junto a Sasuke, observó cómo Uchiha Mikoto servía el desayuno con manos temblorosas y nerviosas a la vez que Uchiha Fugaku mantenía su fría y oscura mirada sobre su heredero quién lo ignoraba fuertemente.

Realmente no quería estar en aquella mesa, respirando el tensó aire, es más ni siquiera tenía hambre, por lo que decidió saltarse el desayuno, pero antes de siquiera poder levantarse la mano de Sasuke sobre la suya la mantuvo en su lugar junto a él.

Confundido lo miro de reojo y él solo negó, con una dura mirada obligándola a permanecer en su sitio. Le sorprendió en demasía darse cuenta que aquel tensó ambiente no parecía sorprender a Sasuke, más si ponerlo nervioso e incómodo, notó como cada tanto miraba de entre Fugaku a Itachi con un brillo de impotencia brillando en su mirada, o como parecía querer ayudar a su madre a colocar los platos del desayuno más aún así no hacerlo, obligándose a permanecer siempre en aquella silla junto a ella.

“Haz como que lo que pasó anoche nunca sucedió, finge demencia”

Le había ordenado él apenas ella despertó. Poco a poco empezaba a entender o sospechar el porqué.

—Nunca te levantes de la mesa, a menos que Otto-san lo ordene, si lo haces tendrás problemas tú y los tendré yo. No puedes ayudar a Okka-san a menos que se te ordene.—dijo una vez estuvieron alejados de su clan, ella dio un respingo ante su voz más aún así asintió murmurando una débil disculpa.

Le molestaba aquello, realmente era algo que no quería que ella ni nadie fuera de su familia supiera. Los problemas en su hogar era algo que prefería mantener en secreto, pero ahora que ella era una Uchiha y su esposa, suponía que era inútil ocultarle ese tipo de cosas, más aún teniendo en cuenta lo que ella había visto la noche anterior.

La miró de reojo, aquellos ojos que lo hacían sentir incómodo realmente le habían sido de ayuda la noche anterior, quizás y solo quizás el tenerla a ella junto a él lo ayudaría a descubrir la respuesta a sus preguntas.

Estaba decidido, ella era su esposa y por tal le debía obediencia o al menos fidelidad ¿No?. Después de todo así era como funcionaban las cosas en su hogar con su padre y madre.

CondenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora