Parte 33

3.6K 418 43
                                    


KARA POV

Intenté rodar, pero no podía moverme, se sentía como si alguien hubiese reemplazado mis extremidades con sacos de arena. Y mi cabeza... Santa mierda, mi cabeza. Cada vez que la movía, pensaba que iba a desprenderse y rodar al final de mi cama.

¿Cómo diablos me metí en mi cama?

Intenté fuertemente recordar la última noche, la sangre precipitándose ruidosamente en mis oídos. Mi cabeza se sentía como si estuviese siendo exprimida en la boca de un león, un león muy muy cabreado quien estaba siendo apuñalado por un atizador caliente.

Gimiendo mientras rodaba, abrí un ojo para ver mi reloj, pero una pieza de papel lo cubría. Levanté mi brazo de trescientos kilos y arrebaté la pieza de papel de mi mesita de noche y parpadeé rápidamente hasta que las palabras entraron en foco.

Estamos en la habitación familiar.

Tómate tu tiempo y la aspirina.

Lena

Tan doloroso como era, levanté mi cabeza y vi dos aspirinas y un vaso de agua cerca de mi reloj. Me senté y concentré en nada más que respirar durante unos minutos.

Dentro y fuera. Dentro y fuera.

Las olas de nauseas finalmente se calmaron en ondulaciones, permitiéndome llegar y alzar las pastillas. Las metí en mi boca y tomé un sorbo de agua. El sorbo se convirtió en un trago gigante a la vez que tomaba trago tras trago del refrescante y frío líquido. Bajeé el vaso vacío y miré mi ropa. Lena tiene que haberme puesto también la pijama.

Calenté el baño y luego hice mi camino a la habitación familiar para ver qué hacían mis chicas, rezando porque alguien las vigilara.

Crucé la esquina para la habitación familiar y paré en seco.

― ¿Qué de...? ―murmuré, intentando forzar mi cerebro para que procesara lo que estaba viendo.

Alex y Rubi tenían un salón de belleza montado en la sala de estar. Lena estaba apoyada en el sofá con bolas de algodón entre sus dedos de los pies, una masa de color rosa en sus uñas y su cabello estaba recogido en diez diferentes colas y salpicado de broches.

Ladeó su cabeza y entrecerró sus ojos hacia mí.

―Le dices a alguien sobre esto, y le diré a todo el mundo que babeas en tus sueños, un montón.

Un grito escapó de mis labios, causando que la presión de mi cabeza se acelerara a un nivel intenso.

―Ay, ay, ay ―gimoteé, agarrando los lados de mi cabeza a la vez que me respaldé en la cocina y caí en la silla.

― ¿Ves? Eso es lo que tienes ―se burló Lena―. Oigan, chicas. Voy a tomar un descanso. Vuelvo ahora, ¿vale?

― ¡Mi turno! ―llamó Alex, ofreciéndose para tomar el lugar de Lena.

Se acercó y se agachó, dejando un beso gentil en la cima de mi cabeza.

―Ay. Incluso mi cabello duele.

―Eso pasa, Reina Martini. ―Rio ella.

―Shhh, no tan alto. ¿Puedes susurrar por hoy? ―Descansé la cabeza en mis manos y recé por morir.

― ¿Estás hambrienta? ―Sus palabras hicieron que mi estómago se revolviera―. Puede que quieras una... ¿manzana verde?

― ¿Estás tratando de enfermarme? ―mascullé sobre la mesa de madera.

―No realmente, pero eso es un poco divertido. ¿Qué sobre algo de café? ―Se puso de pie y se volvió a la cafetera.

―Sí, por favor ―gruñí.

Lena no habló mientras tomaba mi primera taza de café y la mitad de la segunda. Les contó a las niñas que mamá tenía resaca y les prometió que, si jugaban tranquilas, las dejaría pintarle sus uñas después.

― ¿Recuerdas algo sobre anoche? ―preguntó finalmente.

Pensé muy duro, pero nada volvía.

―La última cosa que realmente recuerdo es andar con mamá y Jeremiah al auto. De todas formas, ¿Dónde está mamá?

―Dijo que tenía planes para el desayuno con unos amigos, pero no quería irse por tu... Condición. ―Vaciló―. Le dije que vigilaría a las niñas y cuidaría de ti.

―Manejaste bien a las niñas ―me burlé a la vez que llenaba mi taza de café por tercera vez. Puede que no duerma las próximas dos semanas por toda esta cafeína, pero con que la resaca se fuera, estaría bien para mí.

―Anoche fue interesante. ―Lena tenía una mirada divertida en su rostro.

― ¿Hice algo estúpido?

―Nop, no del todo. ―Arqueó una ceja hacia mí―. Pero eres un infierno de bailarina.

Gemí y dejé caer mi cabeza a mis manos, más duro de lo que pensaba.

―Ay. ¿Me pusiste en la cama?

―Umju.

― ¿Me cambiaste?

―Umju.

―Nosotras hicimos... ―Mis ojos se lanzaron para asegurarme que las chicas no podían escucharnos.

Ella se rió.

―No. No estoy exactamente interesada en la necrofilia, estabas desmayada después del primer semáforo. Aunque dijiste una cosa interesante.

― ¿Qué era eso? ―pregunté. Sin levantar mi cabeza para mirarla.

―Dijiste que me amabas.

Dejé de respirar, el pánico llenó mi pecho e hizo mi cabeza latir duro. Lentamente, levanté mi cabeza y miré a Lena quien estaba sonriendo satisfecha, soplando su propia taza de café.

― ¿Lo hice?

Asintió lentamente, sus ojos buscando mi rostro.

―Lo siento por eso. ―Me encogí de hombros.

Juntó sus cejas y frunció el ceño.

― ¿Lo siento? ¿Por qué quieres disculparte?

―Estaba borracha, no debería haber dicho eso.

― ¿Lo haces?

― ¿Si hago, que?

― ¿Me amas?

Oh Dios, oh Dios. Quería vomitar y no tenía nada que ver con mi resaca. Mi cabeza dolía, y ahora también mi corazón. Mirando a los conmovedores ojos de Lena, sabiendo que ella estaba esperando por una respuesta que no podía darle, dolía. Demasiado.

La quería. La amaba tanto que a veces no podía respirar alrededor de ella, pero no podía contarle eso. No debería dejar esas palabras salir mi boca; eso podría hacer todas las cosas demasiado reales. Le dejaría a ella todo el poder.

Quería levantarme y dejar la habitación, pero la voz de Nía agobiándome para dejar de correr se mantenía sonando en mi cabeza. Su voz no era la única en mi cabeza. Lucy también estaba, carcajeándose y advirtiéndome que yo no era nada más que una aventura de verano.

―Kara. ―La voz de Lena me sacó de mis pensamientos.

Mis ojos viajaron alrededor de su rostro... El rostro de la mujer que amaba, el rostro al que le tenía que mentir para protegerme a mí misma.

Tomé una respiración profunda.

―No.

Room For You (Supercorp Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora