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Padre es estricto con respecto a las salidas y entradas en esta casa tanto con refería a mi o a mis hermanos mayores. Sentado en este inmenso sofá, en su despacho privado dentro de la enorme mansión donde vivimos, bajo su atenta y severa mirada en plena noche en la que estamos, me siento pequeño y ya castigado por salir sin su permiso tan tarde, regresar con mis ropas algo sucias y también por haber esquivado a Lim Sejun, mi guardaespaldas asignado por padre.

Sejun también se encuentra aquí, pendiente de ver como yo, un adolescente de diecisiete años, va a ser castigado por ello, tan tenso porque no llegan los gritos por parte de mi padre, que quisiera que el sofá me tragase en este momento.

— Padre.. quisiera irme a dormir —mi voz tiembla un poco —no dice nada y tengo sueño.

Una mirada. Dura. Severa. De ceño fruncido. Eso es lo que me gano por parte de mi padre al mismo tiempo que una bofetada, la cual hace que me duela ahí donde ha golpeado, junto a mi oreja izquierda, siendo tan doloroso que no puedo contener mis lágrimas, así como subir mi mano a ese lado donde me ha golpeado o abrazarme a Sejun que no se mueve, limitándose a aceptar mi acto, el de abrazarle para evitar ser nuevamente golpeado por mi padre y su evidente enfado.

— ¡Sejun! —no mantiene la calma —lleva a mi hijo a su dormitorio y asegurate que no sale hasta que yo lo ordene. Y tu mocoso miserable más te vale no salir de tu dormitorio. Mañana desayunarás ahí y agradece que te lo permita. ¡Ahora largo!

No es por incomodidad de estar abrazado al señor Sejun pero aún así no dudo en salir corriendo del despacho de mi padre, tampoco en subir las escaleras y encerrarme en mi habitación antes de llegar Lim Sejun a alcanzarme.

— Señorito Jung abra la puerta por favor —me dejo caer sobre mi cama —deje que mire su mejilla. No puede dormir sintiéndose así.

Aún a sabiendas de que no me ve niego con la cabeza, cubriéndome hasta arriba con la sábana no importándome en absoluto el calor que hace y siento, provocando que así sea que mis ropas se vayan adhiriendo a mi piel de una forma que llega hasta ser incomoda para mi. No le doy importancia a nada de eso, ni a los llamados del señor Sejun, cerrando en este momento los ojos, tratando de que el sueño me arrastre a la profundidad del mismo, se adueñe de mi en su totalidad y me aleje de todo, del tiempo, de la noche, de mi padre, del hombre que incansablemente sigue llamando a mi puerta sin importar que sea de madrugada y todos aquí duerman, todos menos yo.

Imágenes pasan por mi cabeza, a modo de recuerdo. La idea de escaparme hará un rato de esta mansión no me parece tan mala a pesar del trato recibido por mi padre a modo de castigo. Cada paso que di hasta alcanzar a ver envuelto en la oscuridad a esa persona era decidido por mi parte, tampoco sintiéndome arrepentido de ello, así como de usar toda mi fuerza para atraerle hacia mi, ponerle a salvo de su intento por saltar y perder su propia vida de esa forma tan desagradable.

Tal vez tenga una madre, un padre, hermanos que le quieran y vayan a sufrir por sus acciones tan apresuradas, sin pensarlas con una claridad necesaria que podría haber tomado por su parte antes de pasar a ese lado del puente donde se encontraba cuando le vi.

Destapándome en este momento me siento con mi espalda descansando contra el cabecero de la cama. De frente en mi habitación tengo un enorme ventanal que sin cortinas me permite ver el oscuro cielo, tan limpio este de estrellas en este instante que me aburriría observarlo, no siendo así, limitándome a ello, a pensar en porque razón alguien como ese hombre querría quitarse la vida. Era evidente que se trataba de alguien mucho mayor de lo que yo soy, teniendo por mi parte diecisiete años, pero aún así es joven y no me parece razonable que tan prontamente quisiera perder su vida, menos aún perdiéndose en la inmensidad del mar que seria supongo donde acabaría de ser arrastrado.

Apareciste tú //Sanwoo//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora