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Noche en vela, ojeras que crecen como el odio a mi padre y a ese demonio Jung por tener un hijo como Wooyoung. Hermanos mayores como el veneno que me quema por dentro como el humo que absorbo penetrando y saliendo de entre mis poros y cada parte de mi ser, llenando el oscuro cielo del blanco color del mismo y mis ojos negros viéndolo vivamente.

Mi cuerpo moviéndose por decisión de mis pies por caminar y mis pulmones débiles suplicando por detenerme. Mi corazón acelerado por la tensión al pensar en hacerle daño a través de su mejor amigo, ese mocoso al que tan solo vi de lejos aunque pretendí mostrar lo contrario lográndolo. Querer hacer daño y hacerlo es mi trabajo y lo que me llena, me revive, me quema.

Me quema tanto como un golpe, directo a mi mandíbula, tirándome al suelo. Me permito sentir dolor y placer al mismo tiempo porque alguien tiene el valor de enfrentarme, de plantarme cara sin que lo vea venir.

— Cuando estudiábamos juntos no es que fueses una buena persona, pero jamás te vería capaz de hacer el daño que le haces a mi hermano pequeño.

Jung Ilhoon, un hombre que desde adolescente fue educado, respetuoso y con buen porte además de la dulzura que se mantiene en su angelical cara de ceño fruncido. Crecimos juntos en un mundo que no era para nosotros y lo es al mismo tiempo. Ser los hijos mayores de una saga de mafiosos, de generaciones que traen a este mundo almas condenadas a funcionar de herencias que sus padres, tíos, abuelos incluso dejan, es lo que nos han llevado a Ilhoon y a mi a ser lo que somos, quienes somos, habiéndose perdido por el camino y entre infinitas balas nuestra amistad ya muerta.

— Tu hermano es el que vino a mi salvándome aquella noche en el puente donde le has salvado tu hoy de mi —me pongo en pie —no me culpes a mi si ese niño es más valiente que tu Ilhoon. No fui yo quien rompió nuestra amistad tampoco. Tu familia será la más temida del país, pero también la más cruel con respecto a otros asuntos como respetar una buena amistad como lo era la nuestra. ¿Has venido tan solo para golpearme y marcharte a cuidar a esa joya tan preciada que tenéis los Jung?

— Te advierto —su mano aprieta mi cuello —que como te vuelvas ha acercar a mi hermano o tan solo enviarle cualquier basura a través de su móvil seré yo mismo quien acabe contigo y no pienso quedarme mirando al pasado. No estoy hecho para sentir lástima por nadie.

— Así te va la vida —le aparto de un empujón —que tus trabajos a medias los remata tu hermano Chanwoo porque eres demasiado compasivo.

Un nuevo golpe roza mi cabeza habiéndolo percibido a tiempo, esquivado de igual modo asestando por mi parte uno que causa que sus costillas crujan, astillándose al menos dos, causando que el valiente de Ilhoon grite en la noche como un animalillo a instantes de morir.

— No vales para la vida que tu padre te da Ilhoon —niego mirándole —para ser un asesino, un mafioso, tu sangre debe ser gélida, tu corazón un témpano y si te rompen dos costillas te mantienes en pie y sigues luchando. Tu no vales para nada.

Gravilla y calor que me acompañan ahora que retomo mi camino para ir a mi casa, ese hogar vacío pero cálido al mismo tiempo que me devora y protege del insignificante y cruel mundo en el que vivo, ciudad donde muchas vidas se mantienen intactas gracias a que aún no he dado con ellas con la única disposición de arrebatarlas porque algo deben, un mal forjado por sus partes sin saber que una solución dar más que ser arrastradas por una bala y la arrogante y egoísta muerte que se quedará con esas almas que no son la mía.

Mi alma. Si realmente la tengo está blindada por las manos jóvenes de ese niñato que en su día no hará tanto se interpuso en mi camino y quiso salvarme. Niño de diecisiete años que con tan solo aparecer ya acelera mi congelado corazón, que con una sola mirada ilumina un poco la oscuridad que me rodea y que para colmo es hijo y hermano de mis enemigos, de este idiota que no aprende y trata de pelear conmigo asestando un golpe en mi cara. Arde como los mil demonios, pero me mantengo en pie asestando un nuevo golpe por mi parte que le tira al suelo, que le debilita por ser una vez más en sus costillas ya rotas.

Apareciste tú //Sanwoo//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora