14

71 10 17
                                    

Todo en la vida sucede por algo y soy consciente de que ver a Wooyoung moverse por la cabaña, ignorarme, evitarme, alejarse cuando me siento a su lado en el sofá, siendo todo ello lo que hace durante estos tres días que han pasado, desde el momento que le confesé mi edad real, es algo que me merezco aunque me moleste y me duela.

Tengo treinta y cuatro años y él es un adolescente de diecisiete años que ha confesado un sentimiento que no estoy seguro de compartir, menos aún porque alguien más ocupa gran parte de mi corazón aunque no sea correspondido ni vaya a serlo nunca.

Dando una calada a este cigarro que poco a poco ha ido consumiéndose entre mis dedos, manchando de ceniza el suelo, pienso en todo eso, mirando a ningún lugar concreto, escuchando sus pasos de fondo, como va de un lado a otro aunque no le mire, sabiendo perfectamente porque actúa así, como se contiene para no salir por esa puerta sabiendo lo peligroso que seria.

Apagando lo que queda de cigarro me pongo en este momento en pie.

Le puedo ver desde donde estoy. Lleva su pijama puesto aún, a pesar de ser casi las dos de la tarde, va descalzo, su cabello está tan desordenado como nuestras vidas en este momento y con esa imagen de si mismo despierta en mi el deseo de olvidar a Ilhoon y hacerle mio de una vez por todas.

Pero no puedo.

Treinta y cuatro años son muchos para unirlos a diecisiete y la decepción seria mayor que mi edad de hacerle sentir mal. No compartir sus sentimientos quiebra una parte de mi corazón y debo adaptarme a la realidad.

— ¿Puedes dejar de dar vueltas mocoso? —se detiene mirándome —me estás mareando, dando dolor de cabeza y la idea de atarte a la cama para que te calmes.

— No puedo calmarme cuando la cabaña apesta a tabaco y no puedo salir de esta misma —es sincero en su frustración —quiero salir aunque sea a la puerta de la cabaña.

— Sal si es lo que quieres —vuelvo a sentarme —si recibes una bala con tan solo abrir la puerta, no seré yo quien se lo diga a tu querido padre.

— A mi padre le daría igual aunque lleve tanto tiempo buscándome —por supuesto —¿por qué te importa tanto mi padre si le odias?

— No odio a tu padre Wooyoung —enciendo otro cigarro —odio al que tu consideras tu padre. Ese anciano que un día recibirá una bala por mi parte es un ser digno de ser odiado. Siéntate al menos y deja de caminar. Acabarás con tus pies en carne viva y yo no voy a soportar tus quejidos por la noche.

— Choi San —se deja caer a mi lado —pararé quieto si dejas de fumar. Hazlo por la convivencia a la que estamos obligados.

— Ni lo sueñes —doy una calada —no voy a dejar lo único que me ayuda a no matarte mocoso. Agradece a este pequeño asesino que tu vida siga intacta, sino ya estarías en cualquier lugar enterrado o simplemente a merced de cualquier animal que se alimentaria de tu carne.

— No me matarías —aparto mi mano cuando trata de quitármelo —Ilhoon te odiaría de hacerlo. Dámelo, quiero probarlo.

— Ya lo has probado —le miro directamente —apestabas a tabaco el otro día y se que por las noches me robas para fumar. No soy ciego ni estúpido y tengo buen olfato mocoso. No vuelvas a tocar un solo cigarro, es malo para tu salud y eres joven para dañarte así.

— ¿Desde cuando fumas tu?

— Desde los catorce años —doy otra calada —pero no significa que debas quemar tus diecisiete años de la forma en que yo lo hago. Mi vida es más complicada que la tuya.

— ¿Por qué es tu vida complicada San? —doy otra calada —¿eres virgen porque mi hermano te rechazó? ¿Tu padre te ha obligado a ser un asesino y por eso quieres matarte? ¿O es porque yo dije que me gustas?

Apareciste tú //Sanwoo//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora