Sentado en esta ventana, con mis piernas colgando de esta hacia la calle, sintiendo el frescor de la noche, mi espalda quedando con el riesgo de perderse si mi equilibrio corre la misma suerte pudiendo caer, dando una calada a este cigarro, dejando que el humo se pierda en la oscuridad que hace real esta madrugada en la que aún permanezco despierto, dando un trago de este líquido ámbar que quema en su descenso por mi garganta, siento los recuerdos que vuelven a mi memoria como si de un acontecimiento de hace tan solo unos días se tratase y no de hace más de diez años, como es que la realidad tan cruel me hace mantener en mi memoria.
Porque las realidades nunca son como parecen o queremos mostrar, teniéndolo claro mientras veo a Wooyoung dormir plácidamente en el sofá donde ha querido dormir, en lugar de hacerlo más cómodamente en la cama.
[Diecisiete años atrás; 10 de julio]
Días que se deben considerar importantes son esos en los que ya no espero nada, menos aún viendo en la lejanía a mi padre disfrutar de esa copa que sostiene con sus gruesos dedos, de esa compañía de extraños que le brindan halagos tan falsos que solo inflan su ego ya de por si inmenso este, no cabiendo ya más en quien consideraría un buen padre de serlo, no siéndolo por que en su cabeza tan solo mantiene la idea de que yo existo unicamente para cubrir el puesto que dejará libre cuando quiera retirarse al exilio, donde nadie sepa que se encuentra.
Cubriendo mis pies, dejando el vaso lleno que en mi propia mano sostenía, salgo en este momento por la puerta trasera de esta casa, no importándome dejar esa absurda reunión a mis espaldas, ignorando ya el hecho de que iba a ser una fiesta por mi decimoséptimo cumpleaños, habiendo sido la realidad como un encuentro de mafiosos e idiotas arrogantes que han llenado mis manos de dinero manchado, seguramente perteneciente a personas inocentes que las noches cercanas a esta perdieron junto a esos billetes sus propias vidas o las de sus seres queridos.
Encendiendo un cigarro sin dejar de caminar, de alejarme de esa casa que cada vez menos considero un hogar, empiezo a perderme entre la oscuridad y todas las casas en las que no me fijo, pasando incluso de largo el instituto donde hasta hace unas pocas semanas estudiaba, siendo que finalmente pude graduarme y librarme de ir, teniendo un futuro lejos y lejano al mismo tiempo en una universidad a la que tanto deseaba ir que no veo llegar el día, sintiéndome vacío por esa tardanza, por la calma que se toma el tiempo para molestarme con el retraso del mismo.
Dando otra calada me detengo por un momento, percatándome de donde me encuentro por el sencillo vistazo y rápido este que doy. No hace frio esta noche, no siendo en realidad tan frio el mes de julio aunque vaya con mi sudadera oscura, gruesa, abrigado sin importar si sudo y enfermo después. Dando una calada más miro al frente, a la infinita oscuridad que no me ciega lo suficiente como para no ver a la persona que a pocos metros se encuentra de mi, acompañado de alguien a quien conozco perfectamente, siendo que ella llora mientras que él trata de calmarla.
Dos llantos, una voz, palabras de calma sin funcionalidad son las que perturban al silencio, escuchándolo con más claridad según más me acerco.
— ¿Qué hace él aquí? —pregunta entre el llanto ella —¿le has llamado tu? Ahora comprendo porque me haces esto Jung Ilhoon. Eres tan egoísta como tu padre y tan idiota como ese que se nos acerca y me ha robado mi vida.
— ¿A quien le he robado yo su vida si solo te conozco por calentar a todos los chicos del instituto? —me detengo a una distancia de mi amigo —si Ilhoon te está dejando no es su culpa, tampoco la mía. ¿Qué le has hecho a mi amigo?
— Ella no me a hecho nada San —sostiene mi muñeca con fuerza —vete a tu casa y déjanos solos. Esto es algo entre ella y yo y tu no tienes nada que hacer aquí.
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Apareciste tú //Sanwoo//
FanfictionSu inocencia podía salvar su corazón dañado por esos actos obligados. *Prohibidas copias y adaptaciones.