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Los cuatro hermanos Jung tienen el don de sacarme de quicio si realmente se lo proponen. Convivir con uno ha sido deseo mio, al precio que fuese le quería a mi lado y Wooyoung ahora vive conmigo en un lugar más pequeño que mi casa, oculto de cuanto pueda hacerle su padre de dar con él. El castigo seria severo y por mi parte no dudaría en actuar para protegerle, incluso dispuesto a acabar con ese hombre, quedándome como el mafioso único, capacitado para gobernar sobre todas las almas nobles e impuras del país, castigando a placer y con justicia como merecen.

En este momento que termino de limpiar, escuchando los murmullos procedentes de ese dormitorio, no puedo más que sonreír con sinceridad y sencillez, sabiendo de las negativas palabras que libres escapan de esos labios hacia mi persona, mostrando el sentimiento que mantiene tan vivo.

Negando, dejándome caer sobre el protector del sofá, quedando mis piernas estiradas a lo largo del mismo, me quedo mirando en dirección al techo, pudiendo escucharle a pesar de haber aumentado la distancia entre los dos.

— Capullo —golpea una de mis piernas —no le temo a mi padre y no comprendo porque tenemos que escondernos aquí si tu mansión será el último lugar al que iría a buscarme. Mis hermanos no le dirán que estoy contigo.

— De Ilhoon no lo dudo, tal vez Wooseok tampoco te delate —me mira con el ceño fruncido —pero tu otro hermano.. no voy a hablar de tus hermanos y de lo que harían de estar bajo presión. Prepara algo para comer, me muero de hambre.

— ¿San? —le miro curioso —¿tu tienes manos solo para torturar y matar?

— Tengo manos para muchas cosas —me permito mirar su cuerpo —incluso para tocar tu hermoso cuerpo que es lo que más me apetece y quitarte esa amargura que te invade y no estás dispuesto a soltar.

— No estoy amargado y no vas a tocarme Choi San —me siento —cocinate tu, no soy tu criado.

¿Cómo puede considerar el concepto de criado con respecto a su persona? Poniéndome en pie, viéndole alejarse y salir del salón, sigo sus pasos de forma que con tan solo unos pocos le retengo entre mis brazos, cayendo los dos a este sofá donde me encontraba acostado, escuchándole decir todas esas palabras con respecto a mi persona.

Sus ojos, su mirada penetrante pero dulce al mismo tiempo queda fija en mi hasta que con la mía me dispongo a mirar su hermoso cuerpo cubierto con la ropa con la que pretendía ir al instituto.

— No he insinuado en ningún momento que estés amargado —desciendo hasta su cuello —eres joven para vivir tan tenso mocoso. Déjanos eso para los adultos.

— No..

No, por supuesto que no lo hará, al igual que yo tampoco me detendré como pretende empujándome por los hombros, rozando su cuello con mis labios, dejando cálidos pero húmedos besos en su piel, roces con mis dientes que aumento atrapándola entre los mismos, provocando que gemidos mal controlados escapen entre sus labios, sonriendo sin detener mis impulsos de marcar su no tan pura piel.

Sus clavículas tan marcadas se sienten demasiado reales y tentadoras bajo mis labios, besando cada centímetro de las mismas, descendiendo hasta el límite de su camisa blanca que con paciencia voy abriendo, descubriendo más de su piel que no dejo de marcar con mis labios, llegando así hasta su ombligo, dejando un delicado beso, tan diferente a la unión real de nuestros labios en este momento, mi lengua abriéndose paso entre sus dientes, abrazando a la suya tan caliente, tan deseosa de contacto, de ser parte de este juego que cada vez mas calienta mi cuerpo y el suyo bajo el mio, presionando sus muslos mis caderas.

— Pequeño lo estás disfrutando —gruño con impaciencia —deja que tu Choi favorito te haga ver las estrellas.

Sus labios por ahora quedan hinchados, ocupándome de usar los míos en su cuerpo ya lleno de mi saliva, de cuanto quiero que sienta bajo mi cuerpo, proveniente de mis manos tocándole, rozando sus pezones tan cálidos como tenso está su cuerpo, llegando así hasta el límite de este pantalón que no tomo mucho tiempo en liberar de la presión de este botón, así como sus piernas quedando desnudas ante mis ojos.

Apareciste tú //Sanwoo//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora