𝙳𝚎 𝙼𝚒𝚝𝚘 𝚢 𝙼𝚊𝚐𝚒𝚊 || 𝚂𝚎𝚟𝚖𝚒𝚘𝚗𝚎

Dark's Hollow🔮

No hablaron. Hermione no estaba segura de qué parte de ella esperaba que él dijera algo; esa parte era seguramente una tontería. No conocía bien a Snape, pero por lo poco que sabía de él, debería haberse dado cuenta de que no era de los que se deshacen en halagos.

Por si acaso no llegaba a ese punto, ahí estaba él para recordárselo las dos veces que lo intentó (su "¿Quieres hablar de ello ahora?" cada vez más silencioso) con un "NO" cada vez más venenoso.

Se agravó por el hecho de que ella sabía que algo lo había encontrado salpicado de barro con la cabeza entre las manos junto a un charco en el bosque, después de que él se pusiera a perseguir a un ciervo sin ninguna razón en particular. Ella incluso le había dicho que, "Sabes, son bastante raros, aquí, los ciervos. Causan daños a la vida vegetal, así que intentan mantener su número bajo. Tenemos mucha suerte", y aun así no había conseguido que se levantara en absoluto, a pesar de que sabía que a él se le erizaría la piel por el exceso de información.

Estaba aún más callado después de la caminata de después del almuerzo en la otra dirección (lejos de las marcas en su mapa - "Para fines de control", había dicho Hermione, aunque en realidad sólo quería escapar de la señora Jones). A la mañana siguiente, apenas decía nada.

Cogieron el autobús después del desayuno. Hermione le pagó el billete porque él seguía llevando sólo billetes grandes, como si no supiera cómo funcionaba el dinero, y trató de no agitarse por el hecho de que él no prometiera devolverle el dinero.  Socialmente inexperto, se recordó Hermione mientras él se dejaba caer en un asiento de la parte trasera del autobús vacío, y luego, con menos amabilidad, añadió: "Idiota".

Suspiró cuando ella se deslizó a su lado. Comenzó a conversar como si él no la ignorara.

"Dark's Hollow", dijo ella, sacando el mapa de Ordnance Survey. "Si algún lugar va a ser mágico, seguramente con un nombre así..."

"Apuesto cinco libras a que lo más interesante es que la Oficina de Correos abre medio día los sábados".

Hermione lo miró sin comprender. "¿Era una broma?", dijo incrédula.

"No", respondió él, y se volvió para mirar por la ventana del autobús.

Hermione sintió náuseas cuando llegaron a la parada, las carreteras onduladas y los baches hacían todo tipo de cosas desagradables a la pesada y llena barriga inglesa. Snape se había quedado dormido; ella tuvo que golpearle en el hombro y gritarle al conductor que se detuviera, como si su vida dependiera de ello, porque estaba a punto de cerrar las puertas y volver a marcharse.

"El último autobús es a las tres", le dijo el conductor, molesto ya como si fuera a acabar esperándola, y luego se marchó, con las puertas aún cerradas siseando, mientras Snape parpadeaba ante un prístino pub de piedra caliza, y decía: "Voy a pasar el día solo. Nos vemos a las dos y cincuenta y cinco", y se marchó sin ella.