El viaje fue angustiosamente lento. A Hermione nunca le había gustado volar (siempre intentaba engatusar a sus padres para que fueran en coche a Francia para sus vacaciones de esquí), pero le parecía absurdo que para ir de un punto del mapa a otro que estaba a escasos centímetros, se necesitaran dos trenes, tres autobuses y varias horas de la vida de Hermione que nunca recuperaría. Inventar el teletransporte por sí solo habría sido más rápido.
Pero no importaba. No ahora que tenía su mochila y que el tiempo era bueno y que le quedaban seis kilómetros para llegar a donde la Madriguera estaba marcada en su mapa. Se había quedado con la boca seca durante los últimos kilómetros en el autobús, nerviosa y con los nervios a flor de piel. Por primera vez, deseó tener su medicación a mano para calmar sus emociones. Ni siquiera había sucedido, la noche anterior, ella en esa litera, él a su lado, su palma en la frente. Su ira y su tristeza, su alivio de que él estuviera allí. Y, sin embargo, había sentido la humedad de su mano, había oído el sonido de su respiración, la forma en que su nombre se formaba en sus labios, no pronunciado correctamente, sino recortado en los bordes, porque él la conocía lo suficiente como para darse cuenta de que a ella no le importaba si lo decía correctamente o no, siempre que lo dijera con afecto.
Le había costado mucho no decir a cada persona a dónde iba y por qué. Uno de los conductores de autobús la había mirado de arriba abajo (aunque no de forma lasciva; su breve mirada sólo parecía confirmar que era joven, sana y que no arrastraba un carrito de la compra semanal) y le preguntó: "¿Qué te trae por aquí?".
"Voy a encontrarme con alguien", había dicho ella, sin poder contenerse. "Ron".
"¿Novio, entonces?", había preguntado el conductor del autobús, y Hermione se halagó al pensar que sonaba decepcionado.
"Sí", dijo ella, preguntándose por qué eso le parecía cierto, o incluso insuficiente.
"Dos con cincuenta", respondió el conductor y le tendió la palma de la mano para que le diera el cambio. Incluso le deseó buena cara mientras bajaba, como si supiera que lo iba a necesitar.
Había ovejas sueltas en las colinas, que se abrían paso a través de los muros de piedra seca que se derrumbaban, esparcidas por los caminos de una sola vía. Algunas se escabullían al doblar las esquinas o al salir de un seto alto. Cada balido de sorpresa, cada ruido de pezuñas, la hacía relajarse, la tensión de sus hombros se evaporaba, como si los animales estuvieran canalizando sus demonios, conduciendo su pánico, quitándole la preocupación de estar persiguiendo otro falso sueño.
"Ron", dijo en voz alta unas cuantas veces, probando cómo sonaba, de cuántas formas diferentes y con qué grado de calidez podía decir el nombre. La imagen de él todavía estaba grabada en su mente desde la noche anterior: pecas brillantes, pelo brillante, una amalgama de casi todos los chicos con los que había salido desde los dieciocho años, pero mucho más atractivo. Incluso su nombre hizo que su corazón se acelerara un poco mientras caminaba, más de lo que podía atribuir a su incapacidad.
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𝙳𝚎 𝙼𝚒𝚝𝚘 𝚢 𝙼𝚊𝚐𝚒𝚊 || 𝚂𝚎𝚟𝚖𝚒𝚘𝚗𝚎
FanfictionSabía que no era bueno para ella, estar así, esperando que apareciera algo que no existía. Que ocurriera algo espectacular entre las casas mal numeradas. Algo que demostrara que la magia era real. Eventual Snape/Hermione. AU con propósito. #Sevmion...