CAPITULO 20

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A los pocos minutos me encontraba sentada en el banquillo que estaba el muelle,hacía mucho frío ese día. Tenía un vaso de café con crema de leche de avellana,entre mis dedos y había algunos rastros de nieves a las orillas del muelle. Hacía un poco de viento, y habían unas cuantas personas caminando por allí.
Mi enojo disminuyó en cuanto me había alejado de aquel lugar y me senté en ese banquillo.

En un momento dado,saqué mi teléfono y busqué el número de Jeff. Pero,su número ya era desconocido. Debí saberlo,en cuanto se marcharía. Lo cambiaria todo,seguro tener mi contacto añadido a su lista,le daría el impulso de llamarme.

En ese momento,mi cabeza empezó a divaga. Empezó a decirse si había tomado la mejor decisión quedándose con Gadiel,qué tal vez debí ir con Jeff. Las cosas tal vez,habrían sido más distintas para mi. Y tal vez,hubiese estado llena de dulzura,esa que me faltaba con Gadiel.

— Quédate aquí,iré por las palomitas. ¿Está bien?.— escuché una voz a mi lado. Mire al instante y veía a una mujer besar la frente de lo que deduje que era su hijo.
Él asintió y ella se alejó unos instantes.

Observe al niño un par de segundos,su pelo era sedoso y lacio,su peinado hacía  la forma de un hongo alrededor de su cabeza,su piel era blanca y sus cachetes estaban enrojecidos debido al frío. En ese momento me sorprendió mirándolo y apenada desvié la mirada a otro lugar.— ¿Es tuyo?.— Me habló,yo volví a mirarle.

— ¿Me hablas a mi?.

Él asintió.—¿A que te refieres?.— Le pregunté curiosa.

— Tú cabello,¿es tuyo?.— Confundida ante aquella pregunta,lleve mi mano hacia este peinando las hebras cortas y sedosas que adornaban mi cabeza.

— Por supuesto,¿porque?,¿parece una peluca?.

— Es que un día mi abuelo me llevo al parque y había una señora con una larga cabellera color marrón y una moneda se le cayó,cuando se abajo para recogerla,el cabello se le cayo.— dijo riendo,yo le sonreí mientras me apartaba un mechón de mi cabello de la cara.— Mi mamá me ha explicado que muchas mujeres la llevan,por eso pregunté.

— ¿Parece una peluca mi cabello?.

— Pues,no mucho. Es muy corto.— Me dijo tímido,mientras me miraba fijamente. Sus ojos marrones miraban profundamente los míos,esa vez sentí un poco de ternura por él.— Es muy lindo.— Me expresó con timidez.

— Gracias. ¿Cuantos años tienes?.

— Tengo seis. ¿Que estás tomando?.

Mire el café que llevaba entre mis dedos,para ese momento ya se había enfriado y no me apetecía más.

— Es café con crema de avellanas.

Él puso una cara de asco,un poco graciosa.— El café es horrible.

Reí por lo bajo,iba a decir algo pero su madre volvió a él con una bolsa de palomitas saladas y se la extendió.— Te he dicho que no hables con extraños.— le recordó su madre,ella me dio una rápida mirada.

— Perdón.— dijo el niño.

— Tranquila,seguro no lo pudo evitar.— Le exprese. Ella me asintió un poco desconcertada como si había dicho algo raro,tomó a su niño de la mano y se marchó.

Otra razón más,por la cual no me gustaba estar entre la gente.

Después de haberme calmado,finalmente me levante,camine a casa y conduje hasta casa.






Caminaba adentro de casa,mientras que escuchaba a Gadiel hablar.— Si...no lo sé.— hablaba con desespero.— Solo salió enojada.— camine despacio mientras intentaba saber de donde provenía su voz exactamente.— Yo que sé,papá. — No tarde mucho para darme cuenta que estaba en la cocina.— Lo intento,te juro que lo intento...mejor hablemos luego,adiós.— Colgó.

Él se giró en sus talones,y nuestros ojos chocaron. — Emma.— murmuró. Pase a su lado,tomando un vaso de uno de los gabinetes. Me serví un poco del licor que estaba en la meseta,no quería hablar,solo quería guardar silencio pero...:— ¿A donde fuiste?.— Me pregunto tranquilo.— Te he estado llamando todo el rato.

— Fui al muelle,Gadiel.—Le solté con seriedad dando un sorbo al licor servido. Yo no solía tomar,pero Dios,ese día necesitaba emborracharme,es más,estoy segura que si encontraba a alguien que vendiese droga o algo similar,lo habría comprado sin dudarlo.

Mi mente estaba en blanco y yo no quería discutir,ni siquiera quería hablar. — ¿Hay alguien más?.— Me pregunto repentino,sentí como los nervios empezaban a revolver mi estómago pero soy muy buena ocultando las cosas.

— ¿De que hablas?.

— Pregunto que,si estás enamorada de alguien más. Porque si es así,yo lo entiendo,mira si...— Él relamió sus labios no muy seguro de lo que iba a decir,me atrevo a mencionar que el miedo cubrió su mirada en ese momento.— Si quieres el divorcio,esta bien,lo haremos.

Cuando escuché aquello de sus labios,algo dentro de mi se tenso por completo. No pude evitar que le mirara un poco perdida,no esperaba que él cediera. — Ya no quieres seguir aquí,sé que te falle y no tengo justificación y lo lamento,sabes que te amo,lo sabes. Pero,sino estás dispuesta a perdonarme aún,si crees que es lo mejor separándonos,muy bien,voy a hacerlo.

Sus ojos tristes clavan los míos,y en ese momento dejé a un lado todo mi orgullo y mi molestia,y corrí hacia sus brazos. Mis lagrimas empezaron a salir,sin que pudiese detenerlas.

Lloraba con jadeos y gemidos,y no se exactamente porque lo hacía ¿de acuerdo?.

Para ustedes puede que sea una loca bipolar pero,el matrimonio es algo difícil. No es como comerse una manzana y listo,conlleva tantas cosas que ni siquiera te imaginas.

Por lo menos,en ese momento,sentía que estaba perdida,sentía tantas cosas que confundía por completo. Gadiel y yo habíamos vivido tantas cosas bonitas y no quería tirarlo por la borda.— Lo siento.— Le dije por lo bajo.— Vamos a intentarlo,una vez más.

Él asintió mientras me envolvía fuerte,en sus brazos. No tardo mucho,para que me iniciáramos con las caricias y los beso nuevamente.

Sus manos volvían a explorar cada parte de mi cuerpo,haciendo que olvidara todo lo acontecido.

Cielos,estábamos demasiado locos los dos.

Nuestros cuerpos sudorosos y embriagados del placer y la pasión,se acariciaban uno contra el otro. Cada palabra que él me decía,era dulce y sexy,cada cosa que hacía,despertaba lo vivido cuando estábamos recién casados.

No sé cuanto paso,pero a los pocos minutos ya estábamos entrelazados entre sí. Una parte de mi,no quería estar así pero otra se sentía bien,sentía que las cosas estaban mejorando o que iban a mejorar una vez que iniciáramos las terapias.

Matrimonio de papel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora