Cuando hacemos los votos de amor,aceptamos cada cosa,cuando estábamos frente al altar sellamos el pacto con el famoso refrán que jamás será olvidado.
"ʜᴀsᴛᴀ ϙᴜᴇ ʟᴀ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ los sᴇᴘᴀʀᴇ."
El matrimonio es romántico,lindo y encantador,el pacto que hacem...
— ¡¿Porque demonios no eres una maldita esposa normal?!.
— ¡¿Yo no soy una esposa normal?!,¡¿Que me dices de ti O'Niell?!,¡quieres tenerme como una concubina,que esté dando a luz a tus hijos como si fuera una perra callejera!.— Me solté de su agarre y le empujé.— ¡Me tienes harta!,¡me tienes cansada!, ¡y todo porque yo no quiero tener un maldito hijo!.— solté irritada.— ¡No,no quiero!,¡No me interesa tener un maldito niño corriendo por toda mi casa,llevándose mi dinero,y diciéndome mamá cada vez que tenga un maldito problema!.— Grite molesta.
Gadiel me miraba como si había dicho lo peor del mundo,si,si había sido cruel y siempre lo era a la hora de abrir mi boca. Dios,juro que lo amaba pero su insistencia abrupta me volvía loca,tanto que quería halarme los pelos y tirarme por la ventana.
Me metí a la bañera,tirando la toalla a algún lugar,escuchando más tarde como dio un portazo. Se había ido,se había ido muy molesto y todo por un bebé,todo por esa criatura.
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Al día siguiente
Había regresado más temprano a casa,siete y media de la tarde y yo me encontraba en la cocina preparando algo delicioso para él. Era muy raro que lo hiciera,después que nos casamos,ese tipo de cosas fueron muriendo poco a poco y llegue a un punto en el que me pesaba la idea de hacerlo,pero ese día quería hacer esa cena,porque sabía que le debía una disculpa,sabía que le había roto el corazón totalmente,al decirle esas palabras. La noche anterior volvió a casa pasadas de la medianoche,durmió en uno de los cuartos de huéspedes y a la mañana del día siguiente,despertó temprano y se marchó al trabajo,según la sirvienta.
Horneé un pollo,hice su pasta favorita,ensalada rusa y escogí el mejor vino,para que lo disfrutáramos esa noche. — Señora,¿segura que no quiere que le ayude?.— Hablo la mujer que se encargaba de nuestras comidas. Me giré en mis talones con la ensalada lista en mis manos.
— Yo puedo sola,puedes retirarte.
Me encamine a dónde se encontraba el comedor,era irónico. Un comedor de siete sillas,en el que lo ocupaban tan solo dos personas. Uno de nuestros lavavajillas más elegantes y llamativos,estaban decorando la mesa,junto al gran manjar que nos esperaba ese día,mi mente empezó a tener dudas de si había echo demasiada comida o si sabría bien y esas cosas. Después de todo,siempre tenemos dudas de las cosas que pasan a nuestro alrededor o de las cosas que hacemos.
Escuche la puerta de la entrada abrirse,ansiosas camine casi corriendo a la entrada. Estaba muy animada,muy feliz y sobre todo,muy ansiosa. Ahí estaba él,con un maletín en su mano derecha,al verme, su rostro se llenó de seriedad y la vez de tristeza reprimida. — Cariño.— murmure acercándome más a él.— Hice la cena.— Lance sonriente,él solo me dio una sonrisa torcida,quite el maletín de su mano y lo ayude a quitarse el saco.