Cap XXV. La Cita con la Loba

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-Espera... Nina... dame un descanso. -Yo, Cristopher White, pedí mientras me sentaba en una banca desocupada, jadeante.

- ¡Oh vamos! ¡Apenas llegamos! -Se quejó mi pareja sentándose a mi lado. La petulancia se olía en su sonrisa.

Le gruñí. Nina solo rio más fuerte.

Hemos estado en el parque una hora más o menos. Todo seguía igual, o más, ajetreado que cuando llegamos. Las luces eran más brillantes al caer por completo la noche, y las voces de los tenderos haciendo alarde de sus juegos se sentían más fuertes. Mi cansancio se debía a dos razones en su mayoría.

Número uno: Hambre.

No he comido nada desde el almuerzo a las doce, y serán las nueve pronto, por lo que mi estómago necesitado de energía ya me está exigiendo sus raciones de comida rápida, grasosa y cara.

Número dos: La amenaza andante que tengo a mi lado.

Nina se ha caracterizado desde pequeña por sus excesos de energía implacable, y al crecer estos impulsos no se atenuaron. No importa lo que Siragon, su padre, diga, sigue siendo igual de loca que antes. Esto por sí solo no sería un problema si no nos encontráramos en un lugar lleno de atractivas trampas mortales que giran, saltan, chocan, se menean y te obligan a reconsiderar comer algo antes de subir.

Un pobre (Como solía serlo) solo puede montarse en un par de esas atracciones por viaje, pero debido a la gran cantidad de puntos que tiene mi tarjeta, eso dejo de importarnos. Mi idea era tomar las cosas con calma, no apretar el paso y disfrutar el paseo por el parque. Nina difería.

-Nina, hemos estado montando de trampa en trampa durante la última hora. Una más y me voy a suicidar. -Jadeé mientras mi cuello se recostaba en el espaldar y escuchaba la cantarina voz de la loba.

-No creí que te cansaras tan fácil, "Rey Dragón" -El sarcasmo en su voz me hizo verla.

Sus mejillas estaban sonrojadas de la emoción de todo lo que hemos hecho, su sonrisa cubriendo su rostro, sus ojos brillaban y noté gotas de sudor bajar por su frente.

-Quizás no estuviera tan cansado... ¡Si no hubieras volcado mi carro chocón! -Mi queja solo la hizo reír más-. ¿¡Quién diablos hace eso!?

-No es mi culpa que el palo que los conectaba al techo fuera tan frágil. -Trató de justificarse. Ni de coña me lo trago.

-Los carros normalmente no van a suficiente velocidad como parar lograr esa hazaña, Nina.

-Sí, pues... eres aburrido.

Suspiré ante su puchero, y reí. Esa locura no fue ni un poco normal.

- ¿Cómo lo resolviste, por cierto? -Dudó la chica ante nuestra desaparición sin consecuencias ante romper el techo del lugar.

-Ah, solo le tiré el muerto a alguien más.

[Te la voy a cobrar... y a Nina también, mamón]

Creo que es claro quien fue ese tercero.

-De todas formas, ya descansé un poco. ¿Qué sigue? -Pregunté levantándome, con las energías renovadas.

Nina saltó y me tomó de un brazo para comenzar a arrastrarme a través de la gente en una dirección en específico.

-Como tú siempre has dicho, guardé lo mejor para el final. -Nina daba saltitos de emoción al caminar mientras me decía eso.

-Creo que es la primera vez que te oigo admitir que me escuchaste alguna vez.

-Oh, cállate. -Me carcajeé, y la mujer solo me golpeó el hombro, divertida. El ritmo se aminoró, y Nina se puso a mi lado para tomarme del brazo-. Chris, este sitio es hermoso. ¿Cómo supiste que estaba abierto?

E.P.O.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora