E.P.O.M

Cap XXVI. Los Problemas de un Cómplice

Yo, Alex Chaparro, me encontraba disfrutando una cesta de papas fritas mientras tenía una laptop en la mesa frente a mí. En su pantalla, se podía ver como una chica peliblanca arrastraba a otro peliblanco hacia un juego de feria.

No estoy aquí por placer.

Mi amigo/Dragón legendario, Cristopher White, me arrastró a esta especie de plan sin sentido alguno en el que tengo que mirar como un pervertido su cita por si algo sale mal, y evitar las posibles desgracias o, de no ser posible, avisar a Chris y actuar en consecuencia.

—Empiezo a creer que tanta edad lo volvió senil… —Murmuré mientras masticaba una papita que compré con mi dinero.

Para camuflarme entre estas personas que se divertían mientras hacía de guardia nocturno, tuve que ponerme ropa escogida específicamente para la ocasión, como lo eran la camisa negra bajo la chaqueta gris con capucha azul y los pantalones marrones con zapatos del mismo color. También llevaba una cartera al hombro específicamente para guardar la computadora cuando me mueva… O si tengo que huir despavorido. Lo que pase primero.

Volviendo mi atención a los dos tortolitos que me quitaban las ganas de comer mi grasoso aperitivo, vi que estaban entrando al juego de carros chocones. Ambos tenían sonrisas en sus caras.

Se veían felices…

—…Que envidia… —Suspiré mientras me levantaba y me disponía a guardar la laptop y moverme a otro sitio. Los carros estaban demasiado cerca de aquí para mi gusto, así que me voy.

“Chris, me moveré al punto-"

[¡Alex!]

Fruncí el ceño. Chris sonaba… ¿Desesperado?

[¡Alex, haz que pare!]

“¿De qué diablos hablas?”

Y entonces lo vi.

Fue un fuerte sonido de algo chocando contra algo, luego otro sonido, más metálico, después un aullido de dolor, y antes de que me diera cuenta, un carro chocón venía en mi dirección.

— ¿Qué mierda…? —Era tan inaudito como impresionante. ¡Esas cosas están adheridas al techo del juego! ¿¡Quién diablos pudo-!?

— ¡Aaaaaleeeeex! —Su grito me lo confirmó—. ¡Huuuuyeeeee!

No tuvo que decirlo dos veces.

Mientras Chris rebotaba un par de veces más en su carro destruyendo una docena de puestos y, juzgando por el ruido, también el laberinto de espejos, yo corrí entre la multitud enloquecida subiéndome la capucha y pegando la laptop ya guardada a mi pecho, buscando con la mirada una cabellera distintiva para evitarla lo máximo que pueda.

Suspiré mientras corría. Este día sería un infierno.

ー〇●〇ー

—Lamento las molestias que ese par hayan causado —Me incliné un poco mientras pagaba las reparaciones del parque al encargado que obviamente vino a quejarse por toda la ruina causada por los dos tortolitos.

Que, justamente, ya habían escapado de la escena.

"Te la voy a cobrar… y a Nina también, mamón"

Naturalmente no contestó.

Tuve que sobornar al hombre para que no nos vetara del parque a todos y nos demandara por daños a propiedad. Ahora Chris no solo me debe una, también me debe dinero.