12 hours :: Lee Minho

0:00

☠

—¡Saen! Apúrate chica, se nos hace tarde. — gritó su amigo desde el auto, llamando a la mencionada para que se despidiera por completo de aquella familia pobre al cual le estaba dando un pequeño mercado.

La de cabellera larga rodó sus ojos y se despidió correctamente de la familia, dándole un corto abrazo a los niños y a la mujer quien es la única que los cuida, ya que es madre soltera.

Los niños agitaron sus manos de un lado a otro, despidiéndose de la joven mientras que ella caminaba de espalda hasta el auto suyo, donde se encuentra su mejor amigo.

—Van a ser las cinco, recuerda que a las seis comienza...

—Vale, vale, vámonos. —interrumpió la castaña, montándose en el asiento de copiloto. El pelinegro suspiró con pesadez e hizo lo que la menor había dicho.

Del lugar en donde estaban hasta el barrio al cual viven, queda bastante lejos, un promedio de una hora y media de camino.

Lim Saen, mejor conocida por su familia y amigos como «rapunzel». Aquel apodo es gracias a la larga cabellera que tiene, cuando es recogido por una trenza, el largor de ésta es hasta el final de su cola; cuando éste está suelto, le llega casi a las rodillas.

Su vida y el amor han dependido de ello, su cabellera; la cuida y la ama tanto que no permite que corten más arriba de las puntas. Su color castaño es brillante gracias a las tantas cremas que se echa junto con tratamientos para que el cabello quede así.

Mirando, leyendo y contestando los mensajes que su hermano le enviaba para que llegase lo más rápido posible a casa, miró el letrero de aquel barrio casi abandonado. Ella no es de las personas que visita a menudo las familias pobres y los ayudan con ropa, mercados, calzados o medicina. Ayudó por primera vez a una familia, ya que días atrás su corazón se comprimió de tristeza al ver los niños pidiendo a la gente que les diera un poco de pan siquiera. Eso provocó que en el interior de ella quisiera ayudarlos y hoy fue el día.

Aunque, hace meses atrás, ella ayudó a un hombre indigente al cual fue golpeado por un par de jóvenes maleducados y sin empatía. Le ayudó a curar las heridas y le dio comida y agua.

«—Eres un pequeño ángel. Pero, ¿por qué lo hiciste? ¿Por qué me ayudas? Si tarde o temprano ya no voy a estar en este mundo. Merezco irme.» Aquella frase siempre la ha atormentado cada vez que lo ve o piensa en aquel señor. Siempre se encuentra frente a la iglesia, rezando.«—Estoy más que seguro que el doce de octubre ya no me vuelvas a ver.» volvió las palabras en la mente de la de cabello largo.

Miró por la ventana los árboles que no se veían tan bien por la velocidad en la que andaban. El cielo ya empezaba a dar uno tonos anaranjados.

«Ya va a atardecer » habló en su mente. Volteó su mirada, enfocándola en el perfil de su amigo quien miraba atento a la carretera.

—Son las cinco y diez — dijo ella mirando la hora en el tablero del auto.

—Sí — respondió—. Vamos a llegar a tiempo, no te preocupes — la volteó a ver para guiñarle un ojo y sonreír. La menor sonrío y siguió con su mirada al frente.

Sabía que iban a una velocidad para nada normal. Cada vez que miraba la hora y veía que los minutos avanzaban, su corazón se aceleraba cada vez más. Tenía miedo de que algo pasara y se quedaran atrapados en una noche de muerte sin ser protegidos o estar seguros en algún lugar.

Se acordaba de todo por las noticias o las bocas de sus amigos o vecinos quienes salían en esa fecha.

Nunca en su vida vivió algo así en persona, siempre ha estado dentro de su casa a salvo, pues, ésta tiene bastante seguridad para poder sobrevivir a una noche espeluznante.