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Abrió sus ojos de golpe al sentir algo frío en su frente. Se sentó de la misma manera al ver una mujer frente a ella, poniéndole un trapo húmedo. A su alrededor, había mucha gente en camas pequeñas y colchonetas en el piso; tanto acostadas como sentadas.

—Me alegro de que estés bien. Gracias al cielo que llegué a tiempo —un señor, mayor de edad se le acercó. Ella de inmediato lo reconoció. —sii, soy el mismo— sonrió al verla sorprendida. — no soy participante de la noche, pequeña. Aquí cuidamos y curamos a los heridos de los inocentes, de los que fueron presas de alguna de esa gente loca.

Saen suspiró ya calmada, miró su cuerpo y, en este había otra ropa más arreglada y buena. —eso te la puse yo. No te preocupes, no te dejamos mirar de otros de más. Te curamos algunas heridas que tenías. — la menor le dio las gracias, apretando la tela con sus dedos.

Ella y el señor comenzaron a hablar sobre cómo él estaba ahí y de lo que él estaba agradecido por haberlo ayudado aquella vez cuando más lo necesitaba. Mientras que la mujer le cortaba bien su cabello que lo tenía bien desparejado.

La puerta de la gran habitación se abrió de repente de un golpe seco. Logrando hacer el eco en la sala. Los que estaban dentro voltearon alarmados, pensado que era alguien participe de la purga. Se calmaron al ver que era un anarquista, conpatriarca de ellos.

La joven abrió sus ojos y su mandíbula casi cae al piso al ver de quién se trataba. Lee Know con pasos rápidos caminaba directamente hacia ella. Sin saber, él la abrazó con cierta fuerza para no lastimarla. Acunó su rostro y lo revisó, con preocupación en su cara.

Dejó salir el aire por su nariz al verla bien. Agarró la mano de la menor y la jaló pero ella negó, zafando de su agarre. —por lo menos hay que saludar y despedirse.— secamente habló.

El hombre, mayor de edad tenía el arma en su mano, lista por si algo salía mal. Saen lo calmó y le explicó quién era; el contrario entendió y soltó el arma que estaba en su pantalón.

Se despidió de él y de la mujer que le había ayudado a ponerse nueva ropa y, cortar el cabello a un buen nivel.

Con su cara de pocos amigos,ambos salieron de la sala. Ya afuera, Lee soltó el aire, frustrado. — ¿Por qué carajos te escapaste?— preguntó. — te había buscado como un imbécil, me estaba volviendo loco, Saen. Estoy a cargo tuyo de que por lo menos llegues salva a casa, pero no colaboras, mujer. — airado soltó. Se frotó los pelos, molesto. — sé que me odias, lo sé. ¿Pero puedes dejar que te lleve a casa? Te salvé del idiota de tu amigo y de la misma muerte,pero no ves eso. — volvió a dejar salir el aire por su nariz. — mejor entra a la furgoneta. — caminó directo a ella, dejándola atrás. —, ¡ahora!

El silencio que ambos se formaron era bastante incómodo para los dos. Molestos mutuamente. El conjunto cerrado de dónde venía ella estaba algo cerca de donde estaban. 

—quiero saber la razón por el cual saliste como alma que lleva el diablo con la furgoneta y no me esperaste a que terminara de hablar. Me tocó que tomar una chatarra de auto para venir aquí. —la miró por unos cortos segundos antes de volver a ver la carretera. Ella hizo un largo silencio — Saen. Quiero que respondas, mi paciencia no es mucha.

La mencionada miró a la ventana que tenía el vidrio subido. Oyó como el chico a su lado resopló. Dentro de sí, se sintió un tanto conmovida por aquel gesto de preocupación que tuvo al buscarla. Y, el rostro de él al verla salva la hizo sonreír por dentro, puesto que no quería que él la viera. Asimismo cuando vio algunas heridas y los parches en su cuerpo.

De igual, no le respondió a la pregunta que él le había hecho. Ya casi llegaban, entonces quería decir que ya no lo volvería a ver, de igual, tenía que llevarla a su casa para mantenerla viva.

12 hours :: Lee MinhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora