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Al voltear no pudo evitar abrir sus ojos y formar gesto de preocupación. Tenían a Saen agarra desde su cabellera larga. 

Ella por su parte, comenzó a jalar su cabello para que lo soltasen; es imposible. La mujer que la había atrapado, la acercaba cada vez más. Lee Know agarró su cuchillo y se acercó a la más baja. La contraria lo único que hacía era rogar; cosa que nadie hace caso. Es inútil rogarle a esa gente algo. 

Agarró su cabello y, con el cuchillo en su otra mano, lo cortó. 

La menor casi cae de cara al suelo por la fuerza que estaba haciendo y la pareja empezaron a maldecir por perder la oportunidad de asesinar a otra persona más en esa noche. Saen por su parte, se encontraba incrédula al ver su cabellera larga en el suelo. Volteó a ver con ira al castaño a su lado y casi lo golpea si no fuera por el reflejo que tuvo, ya que esquivo el golpe que ella le iba a dar. 

—era de vida o muerte, Saen. Si no lo hubiese hecho, estuvieras ahí ya muerta.— lo dijo sin pelos en la lengua, dejándola sola, otra vez. Ella corrió al lado de Jake quien la atrapó con uno de sus brazos. Se veía completamente extraña.  Lim Saen con cabello corto, increíble. No dejaba de pensar y de maldecir a Lee Know por haberle cortado su precioso y cuidado cabello largo, esa cabellera significaba mucho para ella, la cuidaba como si eso dependiera de su vida, y solo permitía que le cortaran las puntas para hacerlo crecer más. Cada rato se pasaba su mano por su melena, sintiéndose extraña porque su cabello acababa muy rápido. 

—si ya te odiaba, te odia aun más— le susurró su amigo viendo como la menor no dejaba su cabello quieto. 

No podían caminar sin bajar la guardia; no sabían si algún participante se atravesara frente a ellos sin previsto o los atacaran ya sea por detrás o por los lados.

Jake hablaba de muchos temas que Minho y Changbin no entendían, ella parecía verse segura al lado de él, sin saber que estaba en la boca del lobo quien estaba disfrazado de una tierna y noble ovejita.

La sonrisa de Saen hacía que el castaño sonriera también, se veía linda.

— ¡Hey! Venid por aquí— el de la chaqueta de cuero señaló con su cabeza una de las calles desoladas que solo la alumbraban las lámparas de bombillo amarillo que estaban en los postes.

Si en la oscuridad da miedo, en esta calle más.
—Auch— la más baja de todos cuatro se quejó, tocándose su brazo— ¿Qué fue eso?— preguntó confundida, ya que vio que había un punto rojo en éste.

—ha de ser los mosquitos— quiso Jake calmarla.

—dudo que lo sea— el robusto del grupo habló con tanta seriedad que hizo que la chica entrara en pánico. — salgamos de aquí rápido— mandó.

Llegaron a una salida de aquella calle que, estaba llena de trampas.

—mierda— maldijo Lee Know entre dientes — tengan cuidado. —dijo para luego dar su primer paso, lejos de la trampa para cazar.

—sigámoslo. Y demos los mismos pasos — opinó su compañero.

después de pasar el buen pedazo de la calle con cuidado y Saen con más puntos rojos en su cuerpo, ella se desplomó. — ¡Saen!— Changbin gritó su nombre con preocupación. Este mismo la alzó, llevándola como modo princesa hacia un lugar menos peligroso. La acostó en el suelo y, sacando las cosas de primeros auxilios del bolso, la atendió.— estos no son cualquier puntos rojos— habló, llamando la atención de los otros dos chicos. — son disparos tranquilizantes.

Minho subió sus cejas, sorprendido. — ¿Por qué solo ella?

—tal vez por ser la más débil. —supuso—, o por ser mujer. —calló unos segundos— lo único que sé, es que se va a demorar en despertar. Por lo menos descansará un poco. Pero nosotros tenemos que seguir adelante y llevarla a casa, Minho. —acarició ahora su corto cabello castaño y, con la ayuda de su amigo, la cargó en la espalda. Para ser sincero, Saen no pesaba nada, parecía una pluma. Por lo menos, esa era una ventaja.

Tras un buen trayecto de camino y varios minutos pasar; Jake no había dicho alguna palabra y, además, no cargó tanto a su supuesta mejor amiga. Changbin comenzaba a sospechar de él y de su extraño comportamiento con Saen que no despertaba todavía. 

Suspiró con pesadez y volteó a mirar a Jake, que caminaba con sus manos metidas en los bolsillos de sus pantalones, con el ceño fruncido y sin apartar su mirada del frente. Entraron a otro almacén vacío que su puerta fue fácil de romper. Changbin recostó a Saen en el escritorio grande que había en el lugar, quitando todo lo que estaba sobre él. Minho inspeccionó la zona, entrando y caminando por todos lados.

—No podemos quedarnos por mucho tiempo. —El pelicastaño llamó la atención de los dos hombres. El más bajo terminó por acomodar a la chica y poner su chaqueta en las piernas de la menor. Éste mismo fue en busca del maletín y de él sacó alcohol y un paño, el último untandolo con el primero.

Ya listo, lo puso en la nariz de la mujer recostada por un buen rato, ella respirándolo. —¿alcohol?— después de mucho tiempo, Jake habló

—si, éste ayuda a que el efecto de adormecer desaparezca. Según mi bisabuela. —respondió aún sin quitar el paño con aquél líquido del rostro de la fémina. Jake asintió no muy convencido y se alejó de ellos. — esperemos un poco ¿si? Estoy seguro de que Saen despertará— habló a dirección a su único amigo. El contrario asintió.

Se sentó a un lado del escritorio, viendo a la ahora pelicorta con un semblante débil. Por lo menos puede descansar un poco, aunque irónicamente sea con tranquilizantes.

Gracias a la insistencia de Changbin con el alcohol, logrando que la menor se moviera y se quejara, emitiendo sonidos y jadeos. La respiración de ella, pasó de ser tranquila a una agitada, comenzando a moverse con brusquedad y abrir sus ojos de golpes. El pelinegro se alejó antes de que la chiquilla le metiera algún golpe en su rostro.

Sonrió satisfecho y ya al verla con la conciencia puesta, la abrazó

—estás bien, Saen. Estás con nosotros, tranquila. —habló este entre susurros, logrando calmarla. Saen apretó la camisa del chico y escondió su cabeza en su cuello. Changbin por su parte la abrazó más fuerte, sin lastimarla; y con su otra mano, la llevó a su cabeza, comenzando a acariciarla

 Changbin por su parte la abrazó más fuerte, sin lastimarla; y con su otra mano, la llevó a su cabeza, comenzando a acariciarla

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Ouuu que lindo.

Aquí quiero hacerles una aclaración. Sobre porqué a Saen le dispararon los tranquilizantes y no a los chicos.

Resulta que, cuando pisaban algún botoncito pequeño en el suelo, al lado de las trampas, eso era lo que disparaban los tranquilizantes. No son personas exactamente que lo hacían. Sino que es una trampa.

Y en ello, nuestra protagonista los pisó más de una vez, por su debilidad y agotamiento que tenía, aparte del sueño que le daba por aquello. Fue por eso que ella los recibió. Más en cambio los chicos tuvieron cuidado, alejando su pie muy bien de las trampas. Saen no.

Pd: las pistolas automáticas (por así decirlo) estaban en la pared, en medio de la oscuridad.

Un capítulo suaaave. UwU

—Leen

12 hours :: Lee MinhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora