capítulo 1

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El mundo es cruel y horroroso, sin importar quién seas siempre habrá ese algo que dañará tu felicidad; con ese pensamiento Jiang Cheng transcribía nuevamente la carta que enviaría a Gusu para el líder .

Luego de hacer los arreglos necesarios, llamo a uno de los discípulos que se encontraba a fuera.

- Entreguen está carta a gusu, díganle que es para el líder Lan wangji- dijo Jiang Cheng entregando la respectiva carta al discípulo.

- Sí, líder- El discípulo se retiró lo más rápido posible de la oficina, no sin antes dar su respectiva inclinación.

Y no es para menos ya que Jiang Cheng ha estado ocupado y estresado con últimos los problemas que tiene que resolver en el muelle de loto, sumando los otros problemas que existen en la secta Jin lo tienen exhausto y gracias a ello ha estado desquitando su ira atreves del entrenamiento que más bien se podría llamar tortura hacia sus discípulos juniors.

Después de muchas cartas leídas y contestadas se retiró de su oficina a hacia su cuarto, de camino pudo escuchar susurros desde la cocina, dónde la puerta está entre abierta y pudo divisar a dos de sus discípulas.

- No puedo creer lo injusta que es la vida con el gran Lan xichen- decía una de las discípulas mientras limpiaba unas ollas.

- Sí... la vida a veces es justa para algunas personas y para otras es de lo peor- decía la otra discípula con un toque de tristeza mientras recibía las ollas limpias de su compañera.

- Si.. pero ese maldito de Jin Yao tiene toda la culpa de que el líder LAN esté así de - no pudo terminar ya que un fuerte sonido de la puerta abriendo las asustó.

- ¿ están haciendo!? Están trabajando o holgazaneando!.- dijo Jiang Cheng entrando por la puerta, con un aura que desprendía terror.

- ¡Perdónenos líder!- dijeron las dos discípulas al mismo tiempo, dando una reverencia- nosotras ya estábamos por terminar- dijo una discípula suavemente pero firme.

- Bien.-dijo Jiang Cheng mirando las fijamente. Un silencio incómodo se instalo en el ambiente- lleven me unas picadas al cuarto- dijo retirándose del lugar, dónde pudo escuchar un sí de las discípulas a lo lejos.

De camino hacia su cuarto estaba tan absorbido en sus pensamientos que le pareció que había recorrido una trayectoria demasiado corta, no es que la cuarto de él esté a una distancia larga sino que estaba a una distancia considerable para mantener una pequeña y sutil conversación.

Ya dentro se dispuso a sacar sus prendas de vestir y tomar un baño, agradecía internamente a las discípulas por siempre tener el baño listo cada vez que se estresaba de más. Se sumergió en el agua tibia tratando de relajarse y olvidar los problemas, pero su relajación solo duró unos cuantos minutos porque un nuevo pensamiento recorrió en su cabeza - si tan solo pudiera ver lo que Jin Yao estaba planeando en ese entonces lo hubiese matado sin ningún problema.

-Maldición - dijo mientras golpeaba el agua ya fría en su bañera con mucho enojo, luego un triste recuerdo lo invadió. La última vez que vio a Lan xichen le rompía el corazón en pedazos, verlo sin la luz que lo caracterizaba como si no estuviera vivo - Lan huan- dijo Jiang Cheng en un susurro casi inaudible, cerrando sus ojos y relajándose.

No sabe cuantos minutos habían pasado cuando un sonido proveniente de la puerta lo despertó.

- Líder, le trajimos las picadas que pidió- dijo la discípula suavemente esperando una respuesta.

- Entra, en la mesa y retírate- dijo Jiang Cheng levantándose de la tina y arreglándose con una bata.

- Si, líder- respondió la discípula.

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