Non tornare a casa [Damiano David]

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El resto de la tarde lo pasamos sin hacer prácticamente nada. Alguna que otra risa y un Guille todavía picado por haber perdido.

Victoria y yo estábamos sentadas en el bordillo de la piscina mientras los chicos estaban en la cocina haciendo la cena.

La rubia me ofreció un cigarro y lo acepté.

-¿Sabes?- Dije soltando el humo- Guille está muy feliz desde que te conoce.

-Damiano también lo está.- Respondió ella- Hace un rato me lo dijo, y a parte, se le nota. Le has cambiado la vida Ari.

Me gustó oír eso. Ya era la segunda persona que me lo decía.

-Tú también a Guille.

-La cena está- Grito Thomas por la ventana.

Nos levantamos y pasamos a la casa.

-Pensé que cocinaríais algo, no meteríais pizzas al horno- Dijo Vic.

-Eh, cuidado que las hicimos nosotros.

-Me da igual quien las hizo o si solo las metisteis al horno- dije acercándome a la mesa donde estaban servidas las pizzas- pero me muero de hambre.

(...)

Estaba tumbada en la cama. Los demás, excepto Ethan, estaban en el patio charlando.

Empecé a pensar en lo rápido que te puede cambiar la vida, y en los tatuajes que dijimos que nos haríamos está tarde y al final se nos olvidó.

Me levanté y caminé hasta fuera. Ya solo quedaba allí Damiano.

-¿Qué era lo que querías enseñarme esta mañana?- Pregunté cogiendo un cigarro de la cajetilla que estaba encima de la mesa.

-De noche es fabuloso.- Dijo para después levantarse y caminar hasta la puerta- Vamos.

Caminé hacia él. Salimos y caminamos calle abajo.

-Tenía que haber cogido una sudadera.- Comenté. Solamente llevaba la parte de arriba del bikini y unos pantalones de chándal cortos.

-Toma- Damiano se quitó la camisa de manga larga que llevaba.

La agarré y me la puse.

Anduvimos unos 20 minutos hasta que llegamos a lo que parecía un campo.

-¿Es aquí?

No obtuve respuesta.

Seguimos caminando y llegamos a una especie de riachuelo. Estaba adornado con farolillos y bastante cuidado.

-Aquí es.

No pude pronunciar palabra. Me quede fascinada por aquel maravilloso paisaje.

Parecía de una película. Luciernagas adornaban la noche.

-Dios amor, es precioso- conseguí pronunciar.

-Solía venir aquí solo cuando veníamos a casa de Vic.- Caminó por la orilla del riachuelo- Yo mismo puse los farolillos- se paró y me miró- eres la única persona a la que he traido aquí.

Me acerqué a él y lo abracé.

Trás unos paseos por el lugar, nos tumbamos en el suelo a ver las estrellas.

-Cuéntame algo de ti que no sepa mucha gente.- habló sin despegar la vista del cielo.

-Esto solo lo sabe Guillermo y mi familia- dije- escribo poesía.

-¿Tienes algo que puedas leerme?

Busqué en los bolsillos de mi pantalón- esto lo escribí hace un rato, mientras estábais fuera charlando.

Se giró un poco para mirarme.

Abrí la hoja que tenía y comencé a leer -contempla la oscuridad iluminadora
de esta noche abrumadora
que fuerza el llanto
casi quebrantado

acaricia mi piel con tu ausencia
para que en el día que te extrañe
pueda notar tu esencia
aunque quererte me dañe

hasta entonces susurra tus versos
yo te esperare en mi ventana
hasta que en la mañana
pueda sentir tus besos

y esa angustiosa espera
para poder sentir en mi piel
tus labios con sabor a canela
junto a los mios con sabor a miel

al fin valdrá la pena
podré tenerte conmigo
y las estrellas serán testigos
de esta luna llena.

-Wow- logró pronunciar- me encanta. ¿Tienes más?

-Aquí no, pero en mi casa sí.

-¿Me los leerás?

-Todos y cada uno de ellos.

Se acercó a mi y me besó. Nuestras bocas danzaban como dos bailarines en escena. Dos bailarines que aman y que sienten, pero a la vez sufren.

Dije que no publicaría hasta el jueves pero estoy de camino a casa en bus y me dio tiempo hacer algo. El poema es mio, decidme que os parece si queréis. Mil gracias de nuevo por el apoyo.
Ocuparé los trayectos en el bus para escribir durante la semana, aunque los capítulos sean algo más cortos.