XXXVIII

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Tenían una habitación para cada uno, Guille iría con Vic y yo con Damiano. En este viaje conocí a Leonardo. Era muy amable y me calló muy bien.

El concierto sería esta noche y tenían poco tiempo para probar. Los chicos se fueron y nos quedamos Leo, Guille y yo.

–¿Queréis conocer París?– preguntó Leo.

Guille y yo nos levantamos de golpe. –Al Louvre. –dijimos al unísono justo antes de romper en carcajadas.

A Leonardo le gustó la idea y nos llevó hasta el museo.

–Me hablaron muy bien de vosotros dos. –Dijo el amigo de la banda.

–También nos hablaron bien de ti. –Dije. –Tenía ganas de conocerte.

Trás dos horas en el museo, salimos.

–Gracias por haber dejado que te hablemos de los cuadros. –habló Guille.

–No las deis, me gusta mucho el arte.

El lugar donde tocaban no quedaba muy lejos de donde estábamos, así que fuimos caminando.

No tardamos demasiado en llegar. Era al aire libre, tenía un aesthetic grunge que me encantó, pero me quedé fascinada al ver los trajes de mis amigos.

Damiano se acercó y me besó. –Principessa.

–Estás precioso.

Llevaban unas camisetas de rejilla negras con unos pantalones también negros, se veían desgastados pero eran increíbles.

Los otros chicos se acercaron a nosotros.

–¿Qué tal?– preguntó Ethan. –¿Qué hicisteis este rato?

–¡Fuimos al Louvre! –Dije ilusionada.

(...)

Acabábamos de aterrizar en Alemania. Era el segundo destino. Aquí pasaríamos cuatro día, pues tenían dos conciertos.

El primer día podíamos hacer lo que quisiésemos, pues el concierto sería el segundo día.

–Conozco unas piscinas– habló Leonardo. –no muy lejos de aquí, podemos ir.

–¿Naturales?– preguntó Victoria.

Leo negó. –Están en un local, no suele haber mucha gente, así que podremos estar tranquilos.

–Vamos.– Dijo Ethan.

Cogimos los bikinis y/o bañadores  y fuimos caminando hasta el sitio. Compramos los tickets trás un breve debate con el depentiende. Se empeñó en dejarnos pasar gratis.

–Odio que la gente haga esto. –Dijo la bajista. –Que seamos famosos no quiere decir que no paguemos ciertas cosas.

Nos fuimos a los vestuarios a cambiarnos.

–Me alegro que decidieses quedarte. –dijo sonriente Victoria.

–Fue una decisión difícil.

–Te entiendo. Tu corazón dividido en dos.– habló de nuevo. –El mismo peso en la balanza, esperando a ver cual es el que más pesa.

Asentí.

Salimos del vestuario y nos encontramos a los chicos ya dentro del agua.

Nos acercamos con ellos y no nos dió tiempo a entrar a la piscina cuando nos empezaron a echar agua.

–Joder, que ya vamos. –se quejó Victoria.

Nada más entrar al agua Damiano me agarró de la cintura y me atrajo hacia él. Incoscientemente puse mis manos en su nuca.

Non tornare a casa [Damiano David]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora