XL

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Cinco años después.

–Adirane va que perdemos el tren.– Melínoe tiraba de mi con fuerza.

Corríamos por la estación de Sol a toda velocidad. Era el último tren de la noche y si no lo cogíamos tendríamos que llamar a Ethan para que nos recogiesen.

Guillermo y Victoria se casaban mañana. Era increíble que mi mejor amigo se casase con su primer amor.

Subimos al tren casi de milagro.

–¿En qué hotel están?– Preguntó mi hermana.

–En el Palace.– respondí sacando el móvil. –Voy a escribir a Damiano para decirle que ya estamos en el tren.

–¿Vienen los dos?

Asentí. –¿Tu vestido lo tiene Ethan?

–Sí. Él llevará una pajarita a juego con mi diadema.– sonrió.

–Que monos.– guardé el móvil en mi bolsillo. –¿Después de la boda vendrás a Italia con nosotros?

–Sí. Pasaré allí el verano.

–Admiro mucho que hayáis sido capaces de tener una relación a distancia.

–Fue duro, pero cuando nos veíamos disfrutábamos de cada segundo. ¿Quién nos iba a decir, que Guille se casaría con Vic, tu saldrías con Damiano y yo con Ethan?– Rió. –Pobre Thomas.

–Él también tiene a alguien.– me reí de su reacción.– Cierra la boca que te entran moscas.

–¿Por qué no me lo dijiste antes?– su cara seguía siendo de asombro.

–Tienes 21 y aún eres clavada a tu yo de 16.– Volví a reír.

El tren paró y me di cuenta de que era nuestra parada. Bajamos del tren y anduvimos por la estación hasta encontrar la salida.

Allí nos esperaban nuestros novios que en cuanto nos vieron se acercaron.

–Principessa.– Llevó dos de mis mechones que caían por mi rostro detrás de mis orejas y me besó.

–Amore. –Saludé cuando nos separamos.

–Cuñada.– Me saludó Ethan riendo levemente.

–Cuñado.– Le guiñé un ojo.

Trás unos minutos de charla, llegamos al hotel. Nos despedimos y nos fuimos a las habitaciones. Mañana sería un gran día.

Nada mas entrar Damiano se abalanzó sobre mi tirándome en la cama.

Empezó a hacerme cosquillas en la tripa mientras dejaba suaves besos en mi cara.

–Para, por favor. –Dije entre risas.

Las cosquillas pasaron a ser suaves caricias cada vez mas abajo.

–No vayas por ahí...– Suspiré el sentir sus dedos en mi tanga.

–¿Quieres que pare?– comenzó a masturbarme por encima de la ropa.

–Da mala suerte follar cuando al día siguiente se casa tu mejor amigo.– comenté entre suspiros.

–Eso te lo acabas de inventar.– Rió.

Con su otra mano subió mi vestido y bajo mi tanga. Sabía que ponerme ese vestido sería una buena idea.

–No follaremos. Solo tendrás un orgasmo. –Se acercó a mi oído. –Nada mas.

Sus dedos hicieron contacto con mi clítoris y gemí levemente. Empezó a mover sus dedos lentamente.

Non tornare a casa [Damiano David]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora