XV

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Volvíamos en el coche. Esta vez escuchando de nuevo a Led Zeppelin.

–¿Dormirás en mi casa?– su pregunta hizo que dejase de cantar.

–Ojalá. Tengo que cuidar a Meli y a Carla. Miedo me da el dejarlas solas este rato, imagina toda la noche. Vente a dormir a casa.

–¿Con Carla? No, gracias.

Reí– Dale porfa– puse ojitos.

–Vale.

–Bien.

No tardamos demasiado en llegar. Bajamos del coche y caminamos hasta la puerta. Metí la llave y giré.

–Abre tú– dije tapándome los ojos.– Me da miedo encontrar la casa patas arriba.

Rió pero abrió la puerta.

Me destapé los ojos y todo estaba en orden. Estaban tiradas en el sofá viendo la tele.

–¡Damiano!– Gritó mi hermana y corrió a abrazarle.

–Hola Meli, tienes una hermana, acabas de conocer a su novio, no le agobies suéltalo, ya ostia– esto último salió un poco fuerte.

–Perdón.

Carla se acercó sigilosamente a nosotros.– Que bien te queda esa chaqueta, pero estarías mejor si te la quitases, al igual que toda la ropa.

Dios esta niña tiraba fichas como nadie.

–Carla te saco 11 años por dios no tontees conmigo, no desperdicies tu tiempo– soltó Damiano intentando sonar dulce.

–Tú, enana– dije refiriéndome a mi hermana.–¿Hablaste con mamá?

–Estará a punto de llegar.

Asentí y caminé hasta mi cuarto. Nada más llegar recordé que deje a Damiano en el salón con la pesada de Carla y volví hacia allí.

–¿Dónde vais a dormir?– Preguntó Carla al verme.

–Ehm, ¿en mi cama?

–¿Y nosotras?– Cuestionó mi hermana.

–Eso venía a deciros. Podéis dormir aquí o podéis montar la tienda de campaña fuera. Si hacéis eso mamá podrá dormir en el salón, la habitación sobrante está algo desordenada.

–No tenemos 8 años para jugar a las acampadas– soltó la insoportable.

–¿Hace cuánto que no follas, Carla?– Pregunté cruzándome de brazos.

Noté como se ponía roja. –Al menos yo no tengo traumas con eso.

Suficiente tenía ya como para aguantar a esta niña tocándome las narices.– No me voy a rebajar a tu nivel, o duermes en la tienda de campaña o no duermes, tú decides guapa.

–Le diré a mi madre esto.– Amenazó.

–Tu madre ya lo sabe.– dije cortante– La tienda no se va a montar sola.

Me fui de allí seguida de Damiano. Entramos a mi cuarto y cerró la puerta, empujándome hacia la cama y subiéndose encima de mi.– No sabes como me has puesto.– Dijo justo antes de besarme.

Intenté sacarle la chaqueta torpemente. Esta vez estaba preparada. Me sentía cómoda junto a él y sabía que podía hacerlo.

Fui dejando un rastro de besos por su cuello, bajando hasta la clavícula. Él desabrochó mis pantalones y me sacó el top, dejándome en sujetador. Intentó bajar los pantalones sin éxito. Se incorporó un poco y aproveche para sacarle la camiseta.

Non tornare a casa [Damiano David]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora