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—No me quiero ir, papi.

Una lágrima silenciosa salió por la camisura de uno de los ojos de Katsuo, de ocho años.

—Pensé que habías estado esperando esto durante semanas, cariño.—Izuku, con preocupación en su mirada, tomó a su pequeño por las mejillas y limpió con un dedo la lágrima.

—Sí... Pero no he visto a papá hace días y no quiero irme antes de que llegue. Quiero estar aquí con Kenji.

Izuku respiró tranquilo, una pequeña sonrisa formándose en su rostro. Ya sabía lo que venía, esta vez trataría de usar sus experiencias para manejar bien la situación.

—Te llevaré hasta donde el autobús los esperará antes de llevarlos al campamento, tu padre sabe que estarás ahí y si puede llegar antes de tiempo podrás verlo. ¿Sí?

—No quiero.—un puchero triste en el rostro de Katsuo fue demasiado para el peliverde, realmente no tenía idea de cómo manejar esto a pesar de los años.

Izuku se puso a pensar un poco, acariciando su vientre de seis meses y mirando por el gran ventanal de vidrio el cielo gris, que llevaba así desde hace días, como si en algún lugar cerca no dejara de llover nunca.

—¿Papi?—Kenji llegó de pronto junto a ambos peliverdes, llevaba con él una bolsa de papel con algo dentro.—Le preparé a Katsuo un almuerzo para el camino.

Izuku le sonrió y asintió, dándole permiso de acercarse a su hermano mayor para darle él mismo lo que le había preparado.

—Mira, hermano. Te puse unos snacks y también un par de jugos, por si quieres compartir con alguien en el camino.—el rubio le entregó la bolsa a Katsuo, quién la recibió con gusto e incluso le dió una ojeada.

—Gracias, Kenji. Pero no lo sé... Quiero esperar a papá porque no lo he visto en días, volveré en unas semanas y quizá esté en otra misión para ese entonces.—la expresión triste de Katsuo hizo a su hermano fruncir el ceño en preocupación.

Kenji miró a su padre casi con súplica, a nada de pedirle dejar a Katsuo quedarse con él para estar con su padre Katsuki. Izuku sintió una presión más grande esta vez, con dos miradas de cachorro en su contra.

—Niños... No creo que sea correcto habiendo arreglado todo esto hace tiempo.

—Pero estamos hablando de papá. Es muy, mucho más importante que el campamento.—la súplica en la voz de Katsuo era enorme, sus ojos grandes y tristes mirando directo a los suyos.

—Esta bi...—el teléfono de casa sonando a un metro de ellos interrumpió a Izuku, se le hizo extraño porque casi nunca recibía llamadas por ahí. Lo levantó, respondiendo.—¿Hola?

Los dos niños frente a él se quedaron expectantes, habían estado a nada de escuchar una respuesta afirmativa de parte de su padre sobre Katsuo quedándose. Esperaban que no cambiara de opinión durante ese lapso de contestar el teléfono.

—¿Será papá?—preguntó Kenji en un susurro.

—Tal vez es el abuelo Aizawa.—Katsuo dijo en otro susurro, sin quitar su vista de Izuku.

—¿Sabes? Podrías escapar del autobús cuando papá no esté viendo.—Kenji trató de bajar más el volumen de su voz, vigilando a su padre.

—Tal vez. Pero no sabría cómo volver después.

—Existen los taxis, hermano.

—Uhmm...

Katsuo de verdad estaba considerando escapar del autobús que lo llevaría al campamento, y Kenji no ayudaba con todas esas ideas locas que se le ocurrían. El peliverde estaba decidido a esperar a su padre, pero...

—¡Gracias! Tenga buen día también.—Izuku dejó el teléfono de golpe en su lugar, volteando con una sonrisa enorme. Sus dos pequeños mínimamente asustados.

—¿Papá?

—Fue cancelado, Katsuo. Tu campamento será pospuesto debido al clima de esa zona, lo que lo hace inseguro por ahora. ¿Qué tal?—el peliverde mayor dió la noticia con orgullo, una situación más salvada a su favor.

—¡Sí! ¡Te quedarás, Katsuo!

—¡Me quedaré!

Los dos hermanos celebraron con saltos y abrazos, el ruido era alto y la alegría se sentía. Izuku rió al ver a sus pequeño tan felices, amaba verlos así. Además, estarían todos juntos un tiempo más.

El ruido de algo abriéndose los alertó a todos, su vista quedando pegada esperando que algo o alguien pasara por la entrada.

—¡Ya llegué!—Katsuki entró tirando su bolso de viaje a un lado, no siendo consciente del par de niños que corría en su dirección.

—¡Papá!

Al rubio apenas le dió tiempo de sostenerse cuando sus hijos brincaron a sus brazos, como pudo los abrazó a ambos, y riendo besó sus frentes. Le bastó caminar un poco para ver a su esposo riéndose de él junto al ventanal, hermoso con su embarazo y mejillas rojas por la risa.

—Papá, el campamento se canceló y podré estar contigo.—Katsuo vació toda su emoción en esa frase, tan sonriente y energético.

—Eso es genial, hijo. Podremos hacer muchas cosas juntos. ¿Cierto, Kenji?—el pequeño rubio asintió feliz hacia su padre.—¿Ideas, Deku?

—Un fuerte de sábanas y cojines en la sala suena muy bien.

Los dos niños celebraron la idea y corrieron lejos de su padre a buscar lo que necesitarían. Katsuki los vió irse con una sonrisa, después acercándose a Izuku para besarlo.

—Tu hijo tiene tanta suerte. Siempre que se trata de tí se sale con la suya.—Izuku comentó una vez Katsuki lo dejo respirar.

—No, cariño. Es un Bakugo-Midoriya.

Unas sonrisas cómplices fueron el final ahí, debían ir con sus pequeños a construir un fuerte y muchos recuerdos hermosos.














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I don't want to go (KatsuDeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora