Mommy's Day

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Izuku abrió los ojos sintiéndose extraño, se sentía cálido pero la comodidad no era propia de sus despertares cotidianos. Incluso el brazo de Katsuki era bastante pesado. Se removió un poco dentro de sus cobijas e inmediatamente chocó con algo, quiso fijarse de lo que era pero al otro lado también algo más se lo impidió. Finalmente, optó por quitar completamente la tela que lo mantenía calientito.

Dos niños acomodados lo más incómodo posible, de lado y lado, vistiendo disfraces de girasoles, roncaban suavemente, dormidos completamente.

Izuku no pudo evitarse soltar una carcajada, pero la contuvo y rió en silencio para que sus florecillas no se despertaran. Se sentó sobre la cama, acomodando la cobija sobre sus capullos e intentando salir de ahí sin molestarlos.

—¡Buenos días, amor de mi vida! —el azote de la puerta y el hombre gritando alegremente no fue suficiente para remover el sueño de aquellos niños.

Izuku, verdaderamente sorprendido veía a Katsuki entrar sosteniendo una bandeja repleta de pequeñas delicias y una enorme caja de regalo que empujaba con su pierna.

—¿Qué es todo esto, Bakugo? —el hombre se detuvo un segundo al oír su nombre, pero la sonrisa volvió en forma de risa y continuó—. ¿Qué hiciste?

—Nada, cariño mío. Esto... y aquello —señaló con dificultad al par de girasoles durmientes— son tu regalo por darnos esta preciosa familia. Despierta a esas flores antes de que echen raíces, se supone que te despertarían para tu sorpresa.

—Mi vida... y mis pequeños retoños, no quiero despertarlos, Kacchan —Izuku miró a sus pequeñines tan tranquilos, tan tiernos, el rubio le sonrió y le tendió la bandeja más dulce que había tenido nunca en las mañanas.

—¡Niños! ¡En formación!

El grito de Katsuki hizo saltar a Izuku, pero la velocidad en que los niños se despertaron y tomaron posición frente a la cama era nuevo récord.

—¡Feliz día, papá Izuku! —festejaron a coro ambos niños.

Inmediatamente, iniciaron un baile que hizo reír a Izuku y a Katsuki sentirse orgulloso.

Feliz día a mi mamá. Feliz día por tu creación. Felicidades por siempre... ser el mejor —en coro, los niños se movían en su baile floral mientras cantaban—. Por querernos, por amarnos, por ser el mejor. Hoy te felicitamos... por tu creación.

Los niños terminaron su acto con un par de volteretas y una pose en el suelo. Habían sido los girasoles más preciosos y talentosos que Izuku jamás había visto.

—¡Bravo! Los amo, mis niños —Izuku aplaudió junto a Katsuki para sus retoños, la sonrisa que llevaba ya le hacía doler las mejillas pero la cantidad de felicidad que su familia le ofrecía era mucho para su pequeño cuerpo—. Son hermosos. Todo esto es maravillosamente precioso. Gracias, muchas gracias, mis amores.

Izuku saltó de la cama cuidando su preciada bandeja, jaló a Katsuki con él y apretó en un abrazo a sus dos girasoles. Rieron juntos, ninguno pudo safarse del abrazo eterno que el peliverde tenía en mente, no quería soltarlos nunca.

Pero tuvo que hacerlo.

Los cuatro pasaron su mañana mayormente en la habitación de Katsuki y Izuku. Después de despertarse bien el peliverde compartió con sus florecillas y su esposo la bandeja especial, vieron caricaturas desde la cama, jugaron, rieron, se divirtieron y le regalaron el día más bonito posible a Izuku, festejando que lo tenían a su lado.

Para Izuku, aquello fue no sólo especial, fue maravilloso y revolvió sus sentimientos casi haciéndolo llorar pero gracias a su pequeña familia la alegría aumentaba a cada momento.

—Kacchan —Izuku llamó a su esposo, en medio de ambos los niños nuevamente tomaban una siesta—, ¿desde cuándo planearon todo esto?

Katsuki rió en bajito.

—No lo sé. Fue idea de los niños —el peliverde sonrió y estiró un brazo para poder sostener el rostro de su esposo.

—No tienen idea de lo bonito que sentí hoy. Que se hayan organizado tan bien, dejando de lado que se durmieron cuando debían despertarme, fue hermoso y no lo voy a olvidar en ninguna vida. Mi pequeña familia es mucho mejor de lo que alguna vez pude desear, los amo.

Katsuki sonrió, viendo a los acuosos ojos de su precioso esposo. Estaba feliz de poder otorgarle momentos como estos y también agradecía tenerlo con él, que la vida les permitiera tener a sus hijos. Los niños más hermosos que pudieron haber criado lado a lado.

Al cabo de un rato los únicos sonidos en la habitación eran los suaves ronquidos de los cuatro y la música tranquila de los créditos de la película que no terminaron de ver. Acurrucados,  Izuku y Katsuki envolvían a los niños en un enorme abrazo. La tranquilidad que se sentía indicaba el nivel de felicidad que juntos creaban y así pasaron el día, Izuku como el centro de atención y el castaño lo disfrutando cada detalle felizmente junto con una melancolía que propia de él, lo empujaba a disfrutar el doble.

Era el día de mamá y las dos semanas que Katsuo y Kenji pasaron planeando todo desde que aprendieron sobre el día en la escuela, valieron cada segundo y cada risa que su padre soltaba. Lo amaban tanto como él mismo se los demostraba, si tuvieran qué, lo elegirían una y otra y otra vez.

Izuku era el sol y la luz que los mantenía juntos.





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⏰ Última actualización: May 11 ⏰

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I don't want to go (KatsuDeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora