I don't want to go (KatsuDeku)

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—No me quiero ir, papi.

—Katsuo...

—¡No puedo!

—Kenji, suéltame.—Izuku suspiró y trató de safar su sudadera de los aferrados dedos de su rubio hijo.—Niños, por favor.

—No, papi.

Izuku quiso hacer un berrinche justo ahí, patalear y gritar cuanto pudiera. No llevaba ni dos días de vuelta en casa con la pequeña Tani y sus retoños estaban exageradamente pegados a ambos. Pero... también entendía por todo lo que habían pasado en un día.

—Sólo déjenla dormir y a mí descansar un rato, a solas.

—No.

—Mis amores, los amo mucho y su hermanita también, pero necesitamos dormir sólo un momento sin tenerlos pegados y haciendo ruido. Sólo un ratito, vayan con su padre.—Izuku lo intentó una vez más, su voz cansada llena de súplica, se rindió cuando las cabecitas de sus hijos negaron.

—Podemos no hacer ruido.

Izuku dudaba que cumplieran con ello, pero ya no tenía más opciones, sus niños no se irían dejándolos solos.

—Un sólo ruido y se van fuera.—Katsuo y Kenji asintieron frenéticamente sellando sus bocas, Izuku los observó con los ojos entrecerrados.—Bien.

Ambos niños se sentaron en el suelo en un intermedio con la cama y la cuna, tenían algunos juguetes y tratarían de que sus instintos de niños Bakugo no provocaran su expulsión de la habitación. Izuku le echó un último vistazo a la bebé que dormía plácidamente, agradecía que su sueño fuera de acero y el ruido no la haya despertado, por último se metió entre sus sábanas y acomodándose boca abajo cerró los ojos para descansar un momento. Un momento que no le duró mucho, pues sus pequeñines empezaron una riña a voz baja hasta que casi terminaron gritándose, por un juguete.

—¡Es todo! Afuera, niños.—los dos pequeños intentaron disculparse pero Izuku no les dejó tiempo, con expresión molesta señaló hacia la puerta.—No me importan sus caras llorosas, necesito descansar y no me dejan.

—¿Deku?

—¡Kacchan! Por favor, lleva a estos desobedientes niños fuera de la habitación.—el peliverde no dijo nada más y se envolvió por completo entre las sabanas.

—Vengan, niños. Hablemos en la sala.

Katsuki tomó las manos de Katsuo y Kenji, que con rostros tristes salieron resignados de la habitación a pasos pequeños. No se sentían cómodos dejando a su padre y hermanita solos, tan lejos.

Con el rubio mayor llegaron hasta la sala, donde Katsuki se sentó y acomodó a cada uno por un costado, abrazando sus pequeños cuerpos.

—¿Qué hicieron esta vez, pequeños?

—Nada malo.—Katsuki sólo observó a Kenji sin decir nada.—¡Es cierto!

—Sólo queríamos cuidarlos, papá. Tani es muy pequeña todavía.

—Y papi necesita ayuda.

—¿Su padre les pidió ayuda con la bebé?—los niños negaron.—Pero, ¿si les pidió que lo dejaran descansar?

—Sí.

Los rostros culpables de ambos hicieron reír un poco a Katsuki, la inocencia de sus niños era preciosa y a veces muy problemática.

—Deben entender algo, mis niños. Ustedes aún son pequeños, son los hermanos mayores de Tani, pero son nuestros pequeños hijos, habrá cosas donde puedan ayudarnos y nosotros les diremos en el momento. Y sé que quieren ayudar a su padre, pero a veces la ayuda innecesaria sólo causa problemas, ¿me entienden?

Katsuo asintió con lentitud, Kenji negó un par de veces, se detuvo un momento y pasó a asentir, comprendiendo.

—Y si su papá Izuku les dice que lo dejen descansar, deben obedecer. Pueden cuidar de Tani con ayuda de la cámara para bebé si eso quieren, ustedes ya saben mover ahí. Eso es todo, niños.

—Gracias, papá.

—De nada, Kats. Vayan a jugar, estaré en la cocina terminando la comida.—Katsuki sonrió viendo a sus pequeños irse corriendo, sólo esperando que no fueran a molestar el sueño de Izuku.

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—¿Kacchan?

—Deku, despertaste. ¿Pudiste descansar?

El peliverde asintió al mismo tiempo que un bostezo escapaba de él, talló sus ojos intentando que la luz no lo molestara tanto.

—Perfecto. Es tu turno de molestar el sueño de los niños, descansan en el suelo de la sala.—el rubio se acercó a Izuku para envolverlo entre sus brazos, dejando un beso en su cabeza y otro en sus labios.

—Esos pequeños monstruos, podría hacerlo.—Izuku se separó un poco de Katsuki, pero sus brazos lo devolvieron con minina fuerza desde la cintura.—O no.

—Estuvieron cuidando de Tani desde afuera, no tiene mucho que cayeron rendidos en su desorden de mantas.—ambos caminaron como pudieron sin soltarse hasta la sala, donde Katsuo y Kenji dormían atravesados sin ningún orden.

—Me siento un poco mal por gritarles hace un rato, sólo querían ayudar a cuidar de Tani.

—Tranquilo, hablé con ellos y lo entienden perfectamente, saben que estuvieron mal. Pero también puedes dejarlos cuidarla de vez en cuando, como dejaste a Katsuo cuando Kenji era un bebé.

—Lo haré, son buenos hermanos mayores después de todo.

—Gracias, amor. Eres tan lindo.

Izuku sonrió risueño, Katsuki sonrió por ello y besó sus labios con delicadeza un par de veces.

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