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—No me quiero ir. No quiero.

—Te quedarás sólo.

—Me dan miedo, no quiero.

Izuku soltó una pequeña risita, le divertía la expresión retraída de Katsuo, como si quisiera ir al baño.

—Vamos, bebé. Las has visto siempre, ¿por qué ahora no?

—Son... demasiadas. ¿Y si me atacan?

—No lo harán, cariño. Son mariposas y están al aire libre. Vamos, Kenji y tu padre las están disfrutando.—Izuku le ofreció la mano a su pequeño peliverde pero aún así negó. Suspiró.

La familia Bakugo-Midoriya había ido de visita a la granja de Kirishima, donde se enteraron de la existencia del precioso lugar en el que se encontraban, un enorme y colorido campo de flores donde las mariposas vivían felices y a montones. No podían irse sin verlo al menos una vez. Kenji no dudó ni un poco en ir a perseguir mariposas y Katsuki tuvo que ir tras él, pero Katsuo tenía un poco de miedo por la cantidad que eran, quedándose con Izuku bajo un árbol.

—¿De verdad no quieres ir a jugar con las mariposas, Kats? Tal vez no podamos venir otra vez en mucho tiempo, esta panza de ocho meses pesa demasiado, ¿sabes?—Izuku se inclinó sólo un poco hacia su hijo, no podía más, pero aún así logró ver la duda en los ojos de Katsuo.

—No quiero que me ataquen...

—Está bien. Hagamos algo, vamos a observar a Kenji y a tu padre un rato. Para que compruebes que no hacen ningún daño. ¿Sí?

Katsuo asintió al ofrecimiento y siguió con la mirada todo lo que hacía Kenji, cómo su rubio padre corría tras él y el revoloteo que hacían las mariposas cuando estaban a nada de ser atrapadas. Viendo fijamente la situación, notó que no importaba lo que hiciera Kenji, las mariposas sólo se iban y en algunos casos volvían a su flor. Eso le generó un poco más de confianza y su pequeño cuerpo dejó de estar tenso. Izuku aprovechó ese momento para intentar convencer a Katsuo, una vez más.

—¿Lo ves? Las mariposas no suelen ser agresivas. Kenji ya estaría tirado si ese fuera el caso.

Katsuo miró a Izuku con sus ojos ensanchados en duda, quería pero también no quería.

—¿Podemos ir juntos, con papá?—el pequeño peliverde tomó la mano de su padre y se pegó a su costado.

—¿Llamo a tu padre?

—Sí. Él es enorme y si me atacan puedo esconderme tras él.

Izuku soltó una única carcajada pero obedeció al pedido de Katsuo. Llamó al rubio y él se acercó a ambos volteando cada cierto tiempo hacia atrás para cuidar de Kenji. Una vez llegó con ellos, se arrodilló a la altura de Katsuo.

—¿Estás listo?

—Un poco. Por favor no dejes que me coman.—Katsuo tomó una mano de Katsuki también, sin soltar a Izuku.

—No lo harán, bebé. Son mariposas y sabes que no se comerían a una persona.

—Uhmm... Aún así, papá. Prometelo.

—Bien, bien. Lo prometo. Pero ya vamos.—su pequeño hijo asintió afincando más su agarre, Katsuki volvió a erguirse y después de un guiño le asintió a Deku.

Caminaron con lentitud hacia donde Kenji corría, Katsuo intentó soltarse una vez que entraron al campo de flores pero sus padres no deshicieron el agarré, así que sólo cerró sus ojos hasta que dejó de sentir el movimiento y el agarre en sus manos.

—¡Juguemos, Katsuo!

Lo que sus brillosos ojos vieron estando ahí, en medio del campo de flores, fue increíble, se sentía increíble. La suavidad de las flores y el aroma que había en el aire lo atraparon por completo, y de hecho, su falta de movimiento provocó que las mariposas no lo vieran como un peligro y se amontonaron sobre las flores que estaban a su alrededor. Una tocó su nariz y se fue volando. Eso fue suficiente para él.

—¡Atrapame, Katsuo!—Kenji gritó a unos metros de él haciéndole señas y brincando.

No lo pensó más, dejó sus miedos justo ahí y corrió entre las flores y mariposas que salieron disparadas hacia el cielo cuando se movió.

—Ay mi pequeño Katsuo. Es tan inocente.—Izuku sonrió abrazado a Katsuki, la pantalla de su celular repetía la preciosa escena anterior.

—Y tonto.

—¡Kacchan! No llames tonto a Katsuo, es un niño.

—Y tu hijo, tan parecidos.

—Oye, entendí eso.

Un puchero molesto adornó el rostro de Izuku, Katsuki no lo molestó más y en cambio dejó un beso largo sobre su cabeza. Su esposo era tan peculiar y hermoso, lo amaba tanto.

—¡Papá, encontramos las flores que siempre le das a papi!

Katsuo y Kenji regresaron a sus padres con una pequeña planta junto a sus raíces, se la entregaron a Katsuki mostrando unas sonrisas radiantes con un poco de lodo en la mejillas.

—Así puedes hacerlas crecer tu mismo para papi.

—Aww, mis niños tan preciosos. Gracias, bebés.

—Cuando lleguemos a casa la pondremos en una maceta para sacar flores llenas de amor para su papi, ¿les parece?

—¡Sí!

Después de eso los niños siguieron con lo suyo, correteando mariposas y a ellos mismos al mismo tiempo. Izuku estaba feliz, caerían rendidos totalmente en el camino y estaba seguro que despertarían hasta el día siguiente.














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I don't want to go (KatsuDeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora