Capítulo 24: La batalla.

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Ahí empezó la auténtica batalla. Ambos ejércitos se abalanzaron unos sobre otros, con el sonido de los forcejeos y gritos de fuerza, contacto entre espadas, cuchillos, flechas y garrotes. Danielle se enfrentaba en ese instante a un minotauro que trataba de rasgarle el cuello, pero con un rápido movimiento lo atravesó con su espada de lleno en el pecho. Peter combatía con dos enanos a la vez, uno de frente y otro a su espalda, con su escudo se defendía del enano de atrás, mientras que con su espada atacaba al de adelante, acto seguido, el muchacho rebanó la cabeza del enano y dándose la vuelta velozmente atravesó al segundo enano en el estómago. En ese momento Edmund levantó su espada desde lo alto de la colina, haciendo una señal para que un conjunto de grifos saliera disparado al campo de batalla sosteniendo piedras en sus garras, tras otra señal las dejaron caer y derribaron a muchos de los seguidores de la bruja. Entonces, el equipo contrario dirigió arco y flechas hacia las criaturas aladas y lamentablemente cayeron una decena de ellas. Peter no paraba de voltear a ver a Danielle para comprobar que seguía con vida, pero este hecho preocupo a la niña.

— ¡Deja de verme, te matarán!— le gritó Danielle—, ¡Estaré bien si tú lo estas!

Peter le hizo caso y continuo en la batalla. El ejército de la bruja era bastante numeroso, mientras que el de Aslan apenas era la cuarta parte de ellos. Sin embargo, todos mantenían la fe en el león y confiaban plenamente en que aparecería en cualquier instante. La bruja se abría paso entre la batalla y Danielle se dio cuenta de algo que la estremeció por completo: la mujer convertía en piedra a todo aquel que se atravesará en su camino con aquella vara de luz azul. "Acabará con la mitad de nuestras tropas en menos de diez minutos" dijo ella para sus adentros. Jadis sabía lo que dictaba la profecía, y durante toda la batalla tuvo los ojos fijos en Danielle.

La niña soltó un alarido cuando un enano le abrió una gran herida en el brazo izquierdo, antes de que la criatura saliera huyendo Danielle lo golpeó y una vez estando frente a frente lo atravesó con su espada. Unas fuertes pisadas se acercaban por detrás de ella.

—Su majestad, hemos perdido ya la mitad de nuestras tropas— dijo el mayor centauro mientras se ocultaba detrás de unas grandes piedras—, si no matamos a esa maldita bruja ahora mismo acabará con nosotros.

— Yo lo haré ¿A si lo narra la profecía, no es verdad?— respondió la niña al momento en que rebanaba la cabeza de un minotauro que se acercó por su espalda.

—Me temo que sí, majestad.

En ese momento Peter llego con ellos.

—¿No estarán pensando en enfrentarse a la bruja, cierto?— dijo él—, una docena de nuestros mejores soldados lo han intentado y terminaron hechos piedra.

—Solo yo iré— respondió Danielle—, y escucha Peter, si no regreso... quiero que sepas que me gustas desde el primer momento en que te ví, yo...

Peter la besó. Fue un beso distinto, pues en vez de reflejar calidez, reflejaba la preocupación y el cariño que se tenían uno al otro.

—No voy a perderte— dijo él cuando terminaron—, no puedo perderte.

—No lo hará, majestad— habló el mayor centauro, causando un sobresalto en los niños, pues hasta ese momento habían olvidado que no estaban solos.

El centauro salió de entre las rocas empuñando fuertemente dos espadas y con una expresión de fiereza se aproximó hasta la bruja. Si la mujer no hubiera agachado la cabeza a tiempo, la habría matado, pero no fue así. Cuando el centauro quedo de espaldas ella lo tocó con la punta de su vara y quedó hecho pierda al instante.

— NOOOOO—gritaron Danielle y Peter.

La niña no pudo evitar soltar un par de lágrimas. Edmund, que miraba toda la escena desde la pequeña colina, saltó de repente al campo de batalla. "no permitiré que muera alguien más" se dijo. Danielle y Peter salieron de las rocas.

—Iré por la bruja— dijo la niña.

— Llevaré a todos nuestros heridos a las carpas antes de que los maten—respondió el niño.

Danielle no tenía dudas sobre lo que tenía que hacer, así que empuñó su espada, acomodo su yelmo y ajusto su escudo. La bruja miraba a la niña acercarse con una horrible expresión.

—¿Tenías que esperar a que asesinara a la cuarta parte de tu ejército para acercarte?— cuestionó Jadis cuando estuvieron una frente a la otra—. ¿O es simplemente por tu falta de agallas?

—Sabes muy bien porque estoy aquí, deberías estar asustada, porque hasta donde tengo entendido... tu fin está cerca— respondió Danielle.

— ¿A sí?— inquirió la bruja sarcásticamente—, Me gustaría ver eso, hija de Eva.

Edmund se acercaba cada vez más a ellas, pero se cruzó con Peter.

— Hermano tienes que ayudarme.

—¿Qué sucede, estás herido?

— No hasta ahora, es por la bruja... esa vara suya asesinara a tu novia si no nos damos prisa.

— De acuerdo, iré yo primero. Encárgate de decirle a las tropas que se lleven a los heridos a las carpas y ven enseguida.

— Entendido, corre ahora.

Así pues, Edmund se apresuró a decirle al señor castor que ayudara a los heridos y regresó jadeando al lado de Peter. La bruja y Danielle se batían en un duelo de espadas, las dos asestaban buenos golpes y se defendían bien.

—No tardará en usar su vara— dijo Edmund.

—Tu ve del lado derecho, yo iré por el izquierdo— respondió Peter—, cuando la bruja empuñe su vara la cortaremos por ambos lados ¿De acuerdo?

—De acuerdo.

El brazo de Danielle empezaba a sangrar gravemente por la herida que le causó aquel enano, provocando que ya no sostuviera bien el escudo. Éste se le cayó al suelo, y en ese momento la bruja aprovechó para empuñar su vara.

— AHORA, ED, AHORA— gritó Peter y ambos hermanos se aproximaron a la vara.

Sin embargo, la vara ya había tocado el cuerpo de Danielle.

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A Través Del Agua: Hija Del Mar © || Peter PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora