3-Descubrimiento del secreto

192 57 80
                                    

Escorpio:

— ¿Al menos hay alguien que sabe qué hacemos aquí? —cuestionó el hombre.

— ¡Sí, yo! —gruñó Ofiuco, apretando los dientes con molestia.

— ¡Genial, será más fácil, puesto que nadie sabe qué pasa! —lo ignoró girándose hacia sus hombres.

Este asiente y da dos pasos hacia adelante, empezando a sonreír con crueldad. Todos empezamos a retroceder, menos Ofiuco, quien siguió con su pose firme, encarándose a los malos. Después de ver como este se paraba de manera que dejaba claramente deducir que iba a luchar solo contra ellos, me acerco a él y me paro a su lado, temblando con confusión.

— ¡Escorpio, aléjate! —me ordenó sin inmutarse, la mirada aún fija en los hombres.

— ¡Eres mi amigo! ¡Ni se te ocurra pensar que te voy a dejar solo! —le escupo, sintiendo mis manos temblar.

Apreté los puños con fuerza, parándome en la misma posición que él. Seguía temblando entero, pero por lo tenso que estaba, no se notaba mucho. El hombre que parecía ser el líder sonrió con crueldad, acercándose un paso a nosotros.

— ¿Seguro que pueden ustedes solos? —cuestiona Sagitario, aterrado.

— ¿Igual, qué podrías hacer tú con un pie torcido? —le pregunta Ofiuco, rodando los ojos.

— ¡Es verdad! —exclama Sagitario, acordándose.

— ¿¡Y qué crees que hacemos sujetándote!? —le pregunta Virgo perdiendo la poca paciencia que tenía.

— ¿¡Sujetándome!? —pregunta Sagitario, visiblemente impactado— ¡Creía que me estaban dando un abrazo!

— ¡Ay, cielos! —se lamenta el líder—¿¡Estamos a punto de matarlos y ustedes están hablando sobre abrazos!? —este se gira y les grita a sus hombres— ¡Ataquen!

Doy un paso hacia atrás, horrorizado. De repente siento como Ofiuco me empuja con todas sus fuerzas, logrando que cayera al lado de mis amigos, antes de lanzarse encima de un hombre y darle un puñetazo. Este titubea hacia atrás, pero sin darle tiempo de recobrar postura, Ofiuco le pega una patada en el estómago, dejándolo inconsciente.

Me pongo rápidamente de pie y de repente, rascándome la espalda con dolor, antes de ver como Ofiuco como Ofiuco planta una espada en el brazo de un atacante. Me giro hacia mis amigos y veo que ellos están igual de confusos que yo.

— ¿¡De dónde sacó esa espada!? —cuestionó Cáncer— ¡Estoy segura de no haber perdido de vista ninguno de sus movimientos!

— ¡Quizás se la arrebató a uno de esos hombres! —sugerí, sabiendo que solo me estaba confundiendo aún más.

— ¡Chicos! ¿¡Que hacen!? —gritó Ofiuco, alarmado— ¡Corran!

De repente una luz morada salió de la mano del jefe, dándole directo a Ofiuco en el pecho y mandándolo varios metros más atrás, logrando que su cuerpo se impactara con un árbol.

— ¡Ofiuco! —gritamos todos al unísono.

Ofiuco resbaló hacia abajo, y se quedó acostado en el suelo, inmóvil. Me puse de pie de un salto y salí corriendo en su dirección sin preocuparme por lo que pasaba alrededor mío. Pero cuando estaba a pocos metros de él, entre en lleno en algo... invisible, haciendo que volviese a perder el equilibrio.

El líder fijó su mirada en nosotros, y empezó a caminar en nuestra dirección, por lo que con ayuda de Cáncer me puse rápidamente de pie y retrocedí lejos del enemigo.

La Aventura Zodiacal: La Sociedad de PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora