5-Segunda oportunidad

110 39 31
                                    

Escorpio:

Al fin, después de varios minutos corriendo, llegamos a la casa. No me sorprendí al ver que afuera nos esperaban Acuario y Piscis. Pero la mirada en la cara de ambas me asustó, ya que tenían una mirada oscura, como si ya lo hubiesen visto todo.

No tuve tiempo de preguntar qué pasaba, ya que Ofiuco empujó a ambas y entró corriendo adentro, respirando con dificultad. Fijé mi mirada en ambas chicas, pero su mirada seguía plantada en el suelo, sin dignarse a mirarnos a los ojos.

—¿Qué pasa? —preguntó Virgo en un susurro—No me digas que...

—¡Creo que llegamos tarde!—susurró Acuario con la voz rota—¡Intentamos reanimarlo, pero nada funcionó!

Mi corazón se detuvo al escuchar eso. El abuelo había sido una persona muy importante para mí. Conocía a Ofiuco desde hace muchos años, y el abuelo siempre me había tratado como su propio nieto, ocupándose de mí y dándome amor.

No podía ser...

Tenía que ser una broma...

Escuché sollozos provenientes de adentro, por lo que entré y me dirigí a la cocina. Ofiuco estaba arrodillado en el suelo, con la cara tapada. Estaba llorando, justo en frente del cuerpo inerte de su abuelo. Me arrodillé a su lado y lo abracé en silencio, al mismo tiempo que Capricornio le tomaba el pulso al anciano. De repente este se congeló en su lugar y nos miró con una mirada sombría, negando con lentitud.

—Si solamente hubiera entrado y no hubiera dudado tanto—susurró Acuario—Por culpa de mi miedo, perdimos al abuelo de Ofiuco.

—No, está bien—susurró Ofiuco, abrazándome con más fuerza—El abuelo decidió dar su vida para que nosotros estemos a salvo, no es vuestra culpa.

El chico se separó de mí y se agarró el pecho.

—Pero aun así, me duele mucho el corazón—susurró con la voz rota—Yo aún necesito a mi abuelito.

Sentía el miedo y la desesperación crecer en mi pecho. No podía ser posible que realmente esto me estuviera pasando. No podía aceptarlo.

—Ya no tengo a nadie más—susurró Ofiuco, tapándose la cara con ambas manos—Mamá, papá, abuelita... No tenía más familia menos él. ¡Prometió estar conmigo! ¡No puede dejarme!

—¡Si solamente hubiéramos llegado un poco más temprano! —susurré con arrepentimiento, bajando la mirada—¡Si solamente no nos hubieran atacado! ¡Cuánto me gustaría tener una segunda oportunidad para cambiar todo, así el abuelo estaría bien!

Me quedé mirando el suelo con tristeza, pero de repente algo se movió frente a nosotros, llamando la atención de todos. La piel del abuelo, antes pálida, había recuperado su color natural. Su pecho empezó a subir y a bajar con el ritmo de su respiración, y de repente este se sentó de golpe, mirando a todos lados con confusión.

—¿Eh? —pregunté confuso, viendo como los demás se quedaban con la boca abierta.

Me incorporé de un salto, mirando con horror al abuelo y escondiéndome atrás de Aries. Ofiuco abrió la boca, en shock, antes de saltarle encima al abuelo y abrazarlo con fuerza.

—Ofiuco, no tan fuerte o terminaré falleciendo de nuevo—le pidió a su nieto.

—Abuelito, pensé que te fuiste para siempre—sollozó Ofiuco, abrazando aún más fuerte a su abuelo.

—Yo nunca te dejaría solo, pequeño, mucho menos ahora—lo tranquilizó, acariciándole la espalda.

El abuelo se giró hacia nosotros, antes de posar su mirada en mí durante largos segundos, como intentando ver mi alma desde ahí. Por un momento me sentí incomodo, pero le sostuve la mirada. Después de unos segundos, sonrió, como si estuviera acostumbrado a morir y revivir.

La Aventura Zodiacal: La Sociedad de PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora