14-La llegada

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Géminis:

Me dejé caer en el suelo, antes de cerrar los ojos y respirar con rapidez. Llevábamos solo 30 minutos haciendo el mismo ejercicio que antes, pero era demasiado complicado no cansarse. Lo bueno era que habíamos logrado todos a evitar las pelotas.

No había sido muy fácil. En varias ocasiones, alguno de nosotros había necesitado la ayuda de alguien más para no terminar como la espada de Ofiuco: Sagitario había agarrado a mucho de nosotros y empezar a flotar para hacer que esa persona no terminara desintegrada. De vez en cuando Piscis se teletransportaba para salvarnos...

—Creo que ya están bien en este aspecto—susurró Hiroshi, agarrándose la barbilla de manera pensativa—. Tendremos que seguir con otro entrenamiento. Por eso traje esto.

Hiroshi hizo un gesto de la mano, mostrándonos una decena de humanos hechos de metal.

—¿Qué es eso? —preguntó Ofiuco, con el ceño fruncido.

—Son robots—explicó el chico—. Invenciones mías. Soy muy fuertes y buenos peleando. Serian rivales perfectos, solo que no tienen poderes.

Asentimos con lentitud, procesando la información. ¿Entonces tendríamos que luchar contra robots asesinos, intentando sobrevivir? La idea parecía tentadora, pero no fue hasta pelear contra ellos que nos dimos cuenta de que no era un ejercicio simple.

Piscis:

—¡Buenos días! —estaba gritando la voz de Henry desde afuera del cuarto—. ¡Despierten, ya son las 6:00 de la mañana!

Abrí los ojos, antes de apoyarme en mi cama y mirar alrededor. Hoy era el séptimo día desde que se habían llevado al abuelo. Me sentía de mejor humor que ayer, aunque siguiese con sueño. Los últimos días había sido lo mismo: después de haber entrenado a evitar ataques, Hiroshi nos había dado como ejercicio el pelear juntos contra un enorme grupo de robots.

Después de mucho tiempo haciendo lo mismo, varios se habían quejado de que era aburrido, pero el científico se había limitado a decirnos que al llegar a La Sociedad de Poder íbamos a extrañar "su aburrido entrenamiento".

Después de pocos minutos, todos habíamos despertado y bajado a desayunar. Al fin hoy era el día que íbamos a ir a La Sociedad de Poder, y me sentía demasiado nerviosa y asustada.

—Coman bien. Quien sabe cuándo será la próxima vez que comerán estando ahí—nos aconsejó Harry.

—¡Vaya, que motivador! —contraatacó Escorpio de mal humor.

—Solo estoy siendo sincero—el chico se encogió de hombros—. Es mejor prevenir que lamentar.

Después de ese agradable comentario, terminamos de desayunar, antes de dirigirnos al laboratorio de Hiroshi. Ahí, Henry volvió a abrirnos la puerta, dejándonos pasar hacia el enorme lugar que había abajo. El científico ya nos esperaba ahí abajo, con una sonrisa misteriosa en la cara.

—¿Ya están listos? —preguntó este.

—¿Para morir? —cuestionó Harry—. ¿O para salvar al abuelo?

Todos hicimos una mueca de incomodidad al escuchar su comentario. ¿Cómo era posible que un chico tan depresivo y oscuro fuese el hermano gemelo de otro chico muy alegre y amistoso?

—¿Bueno, ya nos vamos o qué? —cuestionó Ofiuco con impaciencia.

—Primero, hay unas cuantas cosas que necesito decirles antes de que se vayan—nos avisó el científico loco—. La Sociedad de Poder es un lugar enorme, por lo que sería muy fácil perderse dentro. Es mejor, por ende, que estén siempre juntos.

La Aventura Zodiacal: La Sociedad de PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora