31-Buenos contra malos

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Hiromi:

—¿Cómo es posible? —preguntó Libra con sorpresa—. ¿Cómo me encontraron?

—Has sabido usar muy bien la telepatía—sonreí con orgullo.

Y era verdad. Minutos antes seguía luchando contra los monstruos, cuando me llegó un mensaje telepáticamente. Al ver que todos se quedaban callados y concentrados, me di cuenta que ellos también lo escuchaban. Así que sin perder tiempo vine corriendo aquí, antes de parar el ataque del chico al mismo tiempo que los otros chicos aparecían alrededor nuestro.

—Leo, cúrala—le pedí.

Me di vuelta para encarar al chico azul.

—Preséntate—le pedí, posando la espada encima de su corazón, demostrándole que si no lo hacía lo mataría.

—Ryan Brown—se presentó el chico—. Tú debes ser Hiromi.

No tuve tiempo para contestar. Escuché respiraciones agitadas a mi alrededor, por lo que me giré, encontrando a los chicos arrodillados en el suelo, con las espadas en el suelo.

—¿¡Chicos!? ¿¡Que pasa!? —grité con preocupación, dejando de lado a Ryan y acercándome a ellos.

—¡Oh! —canturreó un chico a lo lejos, quien parecía estar encarcelado por Hagane—. ¡Parece que alguien se va a convertir en monstruo!

—¿¡Que!? —gritó Hagane—. ¡Para eso!

—No se puede parar—se lamentó el chico—. Ellos ya están en mi equipo.

Observé con sorpresa a los chicos. Todos tenían una máscara en la cara, con formas y colores diferentes. Sus ojos se habían vuelto rojos. Retrocedí un paso cuando Sagitario levantó la cabeza y soltó un monstruoso rugido.

—¡Imposible! —susurré con horror, sintiendo la desesperación crecer en mi pecho—. ¡Yo prometí protegerlos, pero no pude cumplirlo!

Los chicos se pusieron de pie y se acercaron a mí, listos para matarme. Levanté la espada con la mano temblorosa, pero esta se me cayó de las manos, dejándome sin protección.

No podía hacerles daño a los chicos, ni tampoco quería. Ellos eran mis amigos, ni en forma de monstruos me dignaría a herirlos.

Estos se acercaron mucho a mí, por lo que cerré los ojos, formando puños en mi mano y esperando el morir, o quizás transformarme también en monstruo.

Pero en vez de eso, escuché una voz femenina, dulce y melodiosa. Abrí los ojos justo a tiempo para ver como unos colores volteaban alrededor mío, y como la máscara de los chicos se rompía en mil pedazos. Todos perdieron el equilibrio, haciendo que cayera de rodillas al intentar agarrarlos a todos.

—¡Hiromi! —gritó Seijun, corriendo en mi dirección—. ¿Estás bien?

Asentí, sintiendo mi cuerpo entero temblar. Los chicos abrieron los ojos con confusión y miraron alrededor, seguramente preguntándose qué había pasado. Seijun respiraba con dificultad, como si hubiera corrido todo el camino hasta aquí.

—¡Oh, ahí está! —se sorprendió el chico que Hagane tenía agarrado.

—¡Jack, no! —gritó Hagane, agarrándolo con más fuerza—. ¡No voy a dejar que hagas más mal!

Jack lo agarró por la camiseta, antes de lanzarlo con fuerza lejos de él. El chico avanzó con lentitud en nuestra dirección, y noté que su mirada estaba posada en Sao.

—¡No voy a dejar que se lo lleve! —grité, poniéndome de pie y parándome frente al abuelo.

Jack chasqueó los dedos y de repente varios monstruos aparecieron frente a nosotros. Busqué mi espada en el suelo, antes de agarrarla con fuerza y pararme, listo para pelear. Ryan y su otro amigo se habían parado a un lado, visiblemente sin querer meterse en medio de la pelea.

La Aventura Zodiacal: La Sociedad de PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora