"Quien con monstruos lucha, cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti".
—Friedrich Nietzsche.
El hombre buscó algo en un bolso de cuero que tenía, el cual también poseía raros símbolos como sus dagas.
—No parece que hagan efecto en ti —gruño, mientras me tomaba del cabello y posicionaba un cuchillo justo en mi cuello—. Se supone que al mirar estas runas sagradas te afecten de alguna manera. Pero no pasa nada, ¿por qué?
Aunque amenazara con apuñalarme, no sabía esa respuesta. Ni siquiera entendía de lo que estaba hablando.
—Boris, esto está tomando mucho tiempo —dijo la chica despreocupada—. Recuerda que tenemos que encontrar al vampiro que vinimos a cazar.
—Charlotte... se a que vinimos —escupió con molestia. Luego volvió a enfocar su aterradora mirada hacia mí—. Pero también es importante limpiar la ciudad de esta escoria.
—Pues hazlo rápido, me estoy aburriendo.
De repente una brisa fría corrió por el lugar, envolviendo todo con un escalofrío que helaba los huesos. Pero ella, en vez de causarme temor, revivió la esperanza que estaba casi extinta. Su olor, que para mí era dulce y salvaje, estaba mezclado con algo sutilmente amargo. Me atrevía a pensar que esa ligera diferencia se debía a su ira creciente.
—Será mejor que lo sueltes, Boris Markov —habló mi salvador, rodeado por un aura sombría que oscurecía aun más la negrura a su alrededor.
El mencionado comenzó a temblar y su pulso se aceleró, pero por la forma como lo hacía, me hacía dudar que se tratase de miedo. Parecía más como una emoción contenida, nacida de una rabia creciente y alegría retorcida.
—Q-que gusto me da verte, chupasangre —dijo el ruso, centrando toda su atención a Chris—. Me has facilitado enormemente mi trabajo.
—Boris, ¿ese es el que buscamos? —preguntó la chica, pero no recibió ninguna respuesta. Parecía que el tal Boris se había desconectado por completo del mundo. Salvo Chris, nada más parecía importarle.
—No ha pasado mucho tiempo desde nuestro último encuentro. Debí haberte acabado junto con Nikolai —dijo el chico. Su misma voz evocaba un aura tenebrosa e imponente. Luego fijó su mirada penetrante hacia mí. Fue tal, que hasta yo mismo temí de él.
—Ese fue tu gran error, vampiro. Dejaste vivir a alguien luego de haberle hecho mucho daño. ¿Acaso pensaste que no tomaría venganza de ello? —aseguró. Luego, sin previo aviso posó violentamente su pie sobre mi espalda lastimada—. Termina a éste, Charlotte. Del objetivo me encargo yo.
Me dolía, más de lo que podía parecer. Miré a mi amado, sus ojos centellaban por la ira y percibí como goteaba sangre de sus puños cerrados. Quise hacer algo, lo que fuera por salir de esa situación, pero mis piernas se negaban a cumplir con mi orden.
—Eres muy desconsiderado, Boris. Te quedas con toda la diversión mientras que yo me tengo que encargar de la basura —se quejó la chica. Luego alzó su látigo y me miró con una cruel indiferencia—. Veamos, si termino contigo rápido, podré divertirme también con ese guapo vampiro.
Por un segundo que pareció eterno vi como sería el resultado si no hacía algo. Después que terminasen conmigo, se aprovecharían de la irracionalidad de Cris y acabarían con él también. Aunque la mujer parecía frágil, me había demostrado su destreza y cuan loca estaba. El hombre aparentaba calma, pero parecía ansioso por acabar con mi amado.
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El pintor de los malditos
VampiroDesde muy joven Dan siempre quiso ser un pintor reconocido. Nunca vio otra cosa que no fuesen lienzos, pinceles y pintura en su futuro, y para bien o para mal, mostró un increíble talento que lo sentenció a transitar por ese rumbo, aun cuando todos...