Capítulo XVIII : En la oscuridad

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"Hay silencio antes de nacer, hay silencio después de la muerte: la vida no es más que ruido entre dos silencios insondables".
-Isabel Allende.

El vacío infinito envolvía por completo mi ser, haciéndome cuestionar si mi cuerpo estaba conmigo, o solo era el vestigio de mi conciencia a punto de desaparecer. Sentía que ya había pasado por aquello, aunque la última vez no había sido tan intensa ni drástica.
Parecía absurdo encontrarme de nuevo en esa situación, incapaz de saber si estaba vivo o muerto; rodeado por un silencio sepulcral que solo era interrumpido por la voz de mi propia consciencia, que entre divagaciones y fantasías cuestionaba lo que pensaba acerca de la muerte.
Justo cuando pensaba que la nada terminaría por absorberme, toda la negrura perdió intensidad y los sonidos, aparte de los de mis pensamientos, inundaron mis oídos. Volví a sentir mi cuerpo, aunque de la peor forma posible. Un dolor indescriptible se cernía sobre mis huesos, músculos y hasta en mi piel. Se sentía como si hubiese corrido fatigado una maratón, justo después de haber hecho ejercicios en el gimnasio durante cuatro horas. Hasta intentar abrir mis ojos me causaba dolor.
Alcanzaba a percibir un olor nostálgico a café, con una pizca de menta. También había un olor imposible de ignorar a pintura fresca y también antigua. Mi oído me indicó que había alguien, sentado sobre un banquillo, pasando un pincel sobre un lienzo.
-No te asustes, estás en un lugar seguro -de repente escuché que la persona habló. Su voz me resultaba muy familiar, aunque no alcanzaba a saber de dónde lo conocía-. Tienes mucha suerte, te encontré justo antes que el sol te quemara. El antídoto neutralizó el veneno que había en tu cuerpo, pero aun te falta sanar mucho. Con un poco de sangre podrías hacerlo, pero tristemente no tengo aparte de la mía.
Mi corazón palpitaba con fuerza. Tenía miedo, más que nada por todo lo que el hombre había dicho. Obviamente no era un humano común, ya que tenía mucho conocimiento acerca de mí. Me encontraba totalmente a su merced, incapaz de moverme o defenderme y sin saber qué intensiones tenía. Su olor era parecido al de Boris y Charlotte, así que era un cazador también. Aunque no entendía la razón del porqué me mantenía vivo.
-Estoy seguro que te estás preguntando cómo sé todo eso y por qué te tengo con vida -mencionó despreocupado-. Como ya seguro te diste cuenta, soy un cazador... bueno, ex-cazador. Hace varios años que me retiré de esa vida. Mi nombre es Alan Shawn.
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, tras haber revelado su identidad. Ese hombre era el motivo que trajo a Chris hasta aquí.
Tras la sorpresa de su revelación abrí los ojos de golpe, haciendo que toda la claridad del lugar lastimase mi vista. Pero tras unos segundos fui capaz de adaptarme y contemplar el lugar donde me encontraba. Era un departamento pequeño con las paredes cubiertas por completo con pinturas, también habían algunas en el suelo, apoyas de los puebles o paredes. Con tantas pinturas dispersas por todos lados, el lugar se sentía mucho más pequeño de lo que en realidad era, además del obvio desorden.
El hombre estaba detrás de un caballete, haciendo que fuese imposible verle la cara.
-¿Q-que quiere hacer conmigo? -inquirí con seriedad y mostrando una falsa determinación. Aunque mi tono de voz simulara valentía, realmente estaba asustado.
-Nada en particular. Un simple capricho, supongo -dijo con desdén-. Me caíste bien aquella vez que nos vimos -su aseveración me tomó por sorpresa, aunque su voz me resultara familiar, aun no lograba darle un rostro a esa persona-. Tu idea de colocar a una persona en el mural les encantó a todos.
Gracias a ese detalle supe al fin quien era ese hombre. Fue entonces cuando también recordé que me había dado su nombre ese día cuando contemplaba su trabajo. Habían ocurrido tantas cosas, que aquello tan banal fue totalmente cubierto por los miedos y traumas que había vivido. Tras haber aclarado su identidad, apartó el caballete para dejar ver su rostro. Las canas salpicaban su cabeza y evidenciaban sus muchos años viviendo y luchando, junto con algunas arrugas en su frente y a los lados de sus ojos color café. Su cuerpo, aunque cubierto por una bata manchada con pintura de todos colores, parecía mantener el temple de su antigua profesión.
-¿Por qué ayuda a un vampiro, siendo usted un cazador? -inquirí con desconfianza.
-Ex-cazador -corrigió-. Yo me aparté de esa vida hace ya mucho tiempo. Así que no estoy obligado a exterminar a ningún vampiro u otra criatura. Como un artista supuse que sería un gran desperdicio que alguien con tu talento muriera de forma tan lamentable, sin siquiera haber expuesto tus creaciones ante el mundo.
Intenté levantarme de la cama donde estaba, pero nuevamente el dolor me contuvo a mala gana. Necesitaba salir de allí lo antes posible, algo en mi pecho me decía que Chris me necesitaba.
Aquellos pensamientos funestos que me hicieron dudar de su amor ya no estaban para perturbarme; al igual que esos sentimientos amargos cuyo único objetivo era llevarme a la ruina. No entendía la razón del surgimiento de todo eso, pero recordarlos y pensar en ello no me aligeraba la presión en mi pecho.
-T-tengo que irme -declaré, reuniendo toda mi fuerza de voluntad para ignorar el dolor que destrozaba mis viseras.
-No te lo recomiendo, chico. El veneno que estaba en tu interior causó mucho daño. Estuviste a unos minutos de llegar al punto donde ni siquiera el antídoto te habría salvado. Así que tómalo con calma. Puedes quedarte aquí el tiempo que necesites, no tengo ningún inconveniente.
-N-necesito reunirme con Chris, no puedo quedarme aquí mientras él piensa que estoy muerto... -solté un quejido de dolor tras haber logrado sentarme sobre el borde de la cama. Sentía que estaba a punto de desmayarme a causa del dolor.
El sujeto se aproximó hasta mí y me ayudó a ponerme de pie. Aunque no terminaba de confiar en él, no tuve otra alternativa que aceptar su ayuda.
-Eres muy terco. Me recuerdas a mi hijo -aseguró de repente-. Ese tal Chris parece ser alguien importante.
-Él me salvó la vida al transformarme en un vampiro -aseveré-. Me ha enseñado a sobrevivir en este mundo nuevo para mí. Aunque supongo que soy un pésimo estudiante porque casi muero tres veces en un día.
-No lo creo, si has estado al borde de la muerte tres veces y la has vencido, eso quiere decir que si has aprendido algo. No hay muchos que se vanaglorien del hecho de haber escapado de la muerte tres veces seguidas -expuso. No lo había pensado de esa forma.
Cada paso era lento y minucioso, buscando minimizar el mayor dolor posible. Sin querer lancé una mirada efusiva hacia el caballete donde reposaba la pintura que el hombre estaba haciendo cuando yo estaba inconsciente.
-No pienses mal -se apresuró a decir al ver que miraba con atención la pintura-. Tenía que invertir el tiempo en algo y no encontré otra manera además de retratarte.
Ciertamente generaba un poco de repelús que alguien me estuviese observando durante quien saber cuánto tiempo, mientras estaba moribundo e inconsciente. Sin embargo, la pintura incompleta me representaba tal cual como me encontraba. Mi piel en ella era pálida y de aspecto marchito, la vida misma se evaporaba de mí y era asombroso como lograba ese efecto tan profundo.
-Es hermosa -le dije-. Eres un pintor extraordinario.
-Pues muchas gracias. Aunque tú no te quedas atrás.
-Solo yo soy capaz de contemplar mis propias creaciones. Nadie más podrá ver mis pinturas, no con esta vida que llevo -aseveré con amargura en la boca.
-¿Te arrepientes de convertirte en vampiro? -cuestionó.
Era una pregunta profunda y difícil de responder de inmediato. Ciertamente tenía muchas dudas y pesares, así como también cosas asombrosas que me hacían querer vivir. La cuestión era cuál de ellas pesaba más, puestas en una balanza. Mis sueños inconclusos o permanecer con vida. Aunque parecía una jugarreta cruel del destino, la respuesta a esa cuestión llegó más rápido de lo que esperaba. De no ser esta vida, no habría sido capaz de conocer a ese chico retraído y apuesto que me salvó de la muerte y robó mi corazón.
-No -dije tajante y seguro-. Fue mi decisión seguir viviendo y gracias a esta vida he podido encontrar al amor. Cuando era humano, nunca pensé que fuese posible enamorarme así de alguien. Tuve que estar a punto de morir para poder encontrarlo. La amargura de mis sueños truncados tal vez dure por mucho tiempo; pero tengo la certeza que estando con Chris, mi vil existencia no será tan oscura.
El hombre quedó inmóvil, con la mirada baja y semblante ensombrecido. Tal vez se debía a mis palabras llenas de convicción u otra cosa que desconocía. Luego de unos segundos, volvió a alzar la vista, aunque con sus ojos carentes de alegría.
-Sabes, mi hijo era muy parecido a ti. Estoy seguro que de haberse conocido, se hubiesen llevado muy bien -aseguró con tono nostálgico-. Al igual que tu, encontró el amor en otro chico. No me importó, a decir verdad. Lo apoyé siempre en su decisión, aunque eso no le gustara a la organización. A pesar de las objeciones y críticas, no interfirieron y dejaron que mi hijo continuara con su relación. Ellos podían hacer la vista gorda con cazador gay, pero lo que nunca pasarían por alto es una relación con un vampiro.
Abrí los ojos por la sorpresa. No me esperaba algo así.
-Yo no me enteré sino hasta ya muy tarde para interferir -continuó-. La organización de cazadores se dio cuenta que el novio de mi hijo resultó ser el hermano del líder de un clan de vampiros. Enviaron a un cazador para exterminar al vampiro y también ejecutar a mi hijo como condena por su crimen. Cuando llegué al lugar, ya era demasiado tarde.
-Lo siento mucho -le dije.
-Fue extraño, sabes. Antes de ese instante solo quería salvar a mi hijo y matar al vampiro que lo engañó. Pero al verlos ahí, me di cuenta que él lo protegió hasta el último momento, aunque hubiese sido en vano. Ese monstruo nocturno le dio los meses más felices a mi hijo y estaba seguro que también lo había sido para ese otro chico. Murieron juntos, uno al lado del otro -explicó con los ojos cristalizados-. Ustedes no son distintos a nosotros. También luchan por vivir, sufren, aman, dudan y sienten. Después de ese día comencé a ver a los vampiros como algo más que simples asesinos chupasangre. Aunque es bastante cruel tener que perder a mi único hijo para poder darme cuenta de eso.
Su historia era bastante desgarradora. No pude evitar sentir una pesadez en mi pecho, aunque al mismo tiempo me reconfortaba saber que su desgracia no lo llevó a la locura, sino que lo hizo reflexionar sobre algo que en su mundo era inaceptable.
-Realmente eres muy fuerte. Desearía tener una fortaleza igual a la tuya. Tal vez así terminaría de aceptar lo que soy, en vez de aferrarme a un sueño imposible y una vida ya extinta.
-¿Porqué es un sueño imposible? -inquirió con seriedad. Por más que quisiera, no podía expresar con palabras las razones de mi decisión, por muy obvias que pareciesen-. Escucha esto, chico; los seres como ustedes han estado junto a los humanos desde los propios inicios de la historia y casi siempre nadie se entera de su verdadera naturaleza. Incluso hoy en día hay gente influyente que no es humana y lo mantienen oculto a la perfección. Ellos continúan sus sueños sin que la naturaleza de su existencia interfiera.
-Pero yo no sé hacerlo. Ni siquiera soy capaz de mantenerme vivo por mi propia cuenta -objeté.
-Eso es porque apenas eres un niño. No solo estás recién transformado, sino que aun no has aprendido a ser un adulto. Puedo comprender que es difícil, pero no es un motivo para rendirte a seguir tus sueños. Primero aprende a sobrevivir y luego aprende a estar entre los humanos sin llamar la atención. Después de todo, tienes la eternidad por delante para realizar tus sueños.
Sentí una calidez en mi pecho que aligeraba mi pulso, mientras que al mismo tiempo avivaba mis esperanzas casi extintas. Sus palabras esperanzadoras no pudieron llegar en un mejor momento; justo cuando estaba rodeado por el abismo de la desesperanza, amenazando con engullirme.
Tal vez ese hombre era un total desconocido para mí, pero por ese breve instante sentí un manto nostálgico envolviéndome suavemente; como un padre arropando a su hijo en una noche tormentosa. Aunque fuese algo totalmente extraño para mí, esa sensación fugaz fue lo más parecido a un acto paternal genuino. No me había dado cuenta cuan necesario era recibir un gesto así, que me abriera los ojos y despojara aquellas nubes grises que me impedían seguir con la vida que me tocó vivir.





Hola a todos, espero que hayan disfrutado de este nuevo capítulo tanto como yo lo disfruté escribiéndolo.
Si creen que lo merece, pueden darle una estrellita. También me encantaría saber sus opiniones acerca de esta historia. Me harían la persona más feliz del mundo con sus comentarios.
Nos leemos en la siguiente actualización.

El pintor de los malditosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora