“Todos tenemos un monstruo dentro, la diferencia reside en el grado, no en el tipo”.
—Douglas Preston.
Todo ser, bien sea humano o no, puede llegar a albergar dentro de sí mismo una maldad capaz de superar los límites puestos por ella misma. Durante mi vida y en estos últimos tiempos había sido testigo, partícipe y víctima de la maldad que residía en aquellos cerca de mí. Mi familia intolerante que a diario me torturaban con el rechazo y las burlas; mi antiguo profesor convertido en un despiadado asesino por culpa de la demencia y la gula; los cazadores que dicen “proteger” a la humanidad y que a su vez arrasan vidas inocentes por tradición o recreo, el amor de mi vida destruyéndolo todo a su paso, ciego ante la ira y el dolor; y hasta yo mismo, con mis manos manchadas con la sangre inocente de aquellos que presenciaron la furia hecha hombre. Pero ya me había cansado de dudar. No podía seguir vacilando entre mi naturaleza y mis penas, si quería estar con Chris por toda la eternidad. Tenía que dejar todo lo que conocía y lo que esperaba detrás y concentrarme en el presente, el cual un aluvión de desgracias amenazaba con cubrirlo todo con dolor y sangre.
Tras esforzarme mucho logré seguir el sutil aroma que dejaba mi amado tras su iracundo paso por el bosque. Sentía una rara sensación en el pecho a media que los minutos pasaban, lo que me ponía ansioso y deseoso por encontrarlo de una vez. El olor de su sangre no era algo que me aliviase, sino que por el contrario, acrecentaban aun más mi temor.
De repente me encontré con un sendero que se me hacía levemente familiar. Tras unos instantes indagando en mis memorias, recordé que hacía tiempo el mismo profesor Cuzatti nos había llevado de excursión por ese mismo camino que guiaba a unas antiguas ruinas, que alguna vez fueron un monasterio que fue habitado hace siglos. El olor me indicaba que Chris estaba muy cerca, por lo que era seguro que estaba en ese sitio.
Corrí lo más rápido que mi cuerpo inhumano me permitía. Pero al acercarme a esas ruinas que emitían desde el interior un resplandor naranja, sentí una presión extraña en mi cuerpo. Toda la fuerza que tenía se desvaneció, mientras que un dolor punzante en mi nuca se acrecentaba con cada paso. Recordé que era un terreno sagrado, así que la maldición que sostenía mi vida rechazaba la energía bendita que poseía ese lugar. Pero no podía detenerme allí, esa fuerza que para mí era ominosa solo me incentivaba a continuar.
Con cada paso mi fuerza se alejaba de mí. Poco a poco sentía como si me clavaran agujas en todo mi cuerpo. No pensaba que ese solo lugar pudiera causar tales estragos en mí. Justo cuando logré llegar a la entrada, vi una sombra negra alzando lo que parecía una espada, a sus pies yacía un cuerpo inmóvil, esperando sin resistencia su ejecución. Abrí los ojos por la sorpresa y el horror, sin pensar en el dolor de mi cuerpo corrí con todas mis fuerzas en dirección de esas sombras. Mi mente no vislumbraba nada más que no fuese detener la hoja plateada que buscaba acabar con mi amado.
Vi como la espada comenzó a bajar en cámara lenta, mientras su verdugo gestionaba su rostro en una mueca iracunda que ni el peor de los monstruos era capaz de hacer. No había en él ningún rastro de humanidad, había sido consumido por el resentimiento y la ira. Lo único por lo que vivía era para destruir al ser que le hizo daño una vez. No lo culpaba, puesto que yo también había sido víctima de mis emociones desbocadas y eso causó mucha destrucción; sin embargo, por más razón que tuviera su venganza, yo no podía dejar que me arrebatara al único ser que realmente me amaba.
Interpuse mi cuerpo entre el arma del cazador y mi amado indefenso. Ninguno había sentido mi presencia y por ello, el filo de la espada no se detuvo cuando me interpuse, penetrando en mi hombro izquierdo y haciéndome caer arrodillado. Antes de ser consciente del dolor de mi herida, me giré rápidamente y golpeé con fuerza al cazador en el pecho, haciéndolo caer a varios metros de nosotros. El arma quedó clavada en mi cuerpo, causándome un dolor indescriptible una vez que vi la herida y la sangre escurriendo de ella y del sable.
—C-Chris, abre los ojos… —le supliqué. Él no parecía consciente de mi presencia. Seguramente pensaba que mi voz solo era el eco ilusorio que antecedía a la muerte. Tomé su rostro y lo agité mientras continuaba llamándolo. El dolor, por más fuerte que era, no opacaba mi preocupación por él—. Mi amor, estoy aquí.
—D-Dan… —lentamente abrió sus ojos que irradiaban con rojo intenso, encontrándose con mi mirada igual de carmín. Tras un instante inmóvil, se incorporó a toda velocidad y me abrazó con mucha fuerza, haciéndome soltar un quejido de dolor por la herida que me había causado Boris—. ¡E-estás he…!
Rápidamente posicioné una mano en su boca. Ya abría tiempo para velar por mis heridas. Antes teníamos que salir de allí y sobrevivir. Ambos dirigimos la mirada hacia el cazador que se estaba incorporando dificultosamente. Su rostro estaba sumido en la rabia y de su cuerpo brotaba una oscura e inhumana energía, nacida de la ira y la sumisión de su mente en ella. Ni siquiera nosotros emitíamos una esencia tan nefasta como la de ese hombre.
—Eres como una maldita cucaracha, vampiro desgraciado —dijo él, con tono sombrío.
—Tenemos que salir de aquí —le dije a Chris, aunque no se me ocurría nada para lograrlo.
—Es imposible. Aquí mis poderes están sellados, mientras que los de él se fortalecen —aseguró con preocupación—. Pero… estás aquí, vivo. Eso me da las fuerzas que necesito para salir de aquí.
—No sé que están hablando. Espero que sea una despedida, ¡ya que ambos morirán aquí! —de repente se abalanzó hacia nosotros, sacando dos cuchillos plateados de los bolsillos de su chaqueta negra. Sus movimientos eran erráticos, perturbados por las emociones que lo estaban consumiendo, tal como un toro furioso que se lanza sin razonar a la capa del torero.
Chris se interpuso en su arremetida, dejándome detrás de él. El frío de mi sangre se escurría por mi brazo, mientras que la herida abierta dejaba libre el líquido espeso y negro-rojizo. Mirar a mi amado luchar por mí me generaba muchas emociones que se oponían entre sí. Por un lado sentía alegría de ver a mi amado, mientras que el miedo por perderlo allí tomaba protagonismo. Quería luchar con él, pelear por nuestro futuro y vencer la adversidad, pero el dolor de mi herida solo me haría un estorbo y eso me llenaba de frustración.
Con cada golpe, zarpazo, corte y arremetida entre Boris y mi amado sentía más temor y frustración. Pero gracias a ello me llené de valor y tomé el sable que se adentraba en mí ser y de la que escurría gran parte de mi sangre. Cerré los ojos, esperando tontamente que con ello el dolor fuese mínimo. Sin embargo, tuve que usar mi antebrazo para silenciar el grito de dolor luego de haber sacado esa arma sagrada. Aunque el dolor fue horrible, una vez que el arma cayó al suelo haciendo un ruido metálico, comencé a sentir alivio y más ganas de luchar por vivir.
—Eres un chico temerario. Meterte en este lugar tan sagrado, hace que la línea entre la valentía y la estupidez sea inexistente —dijo una voz detrás de mí. Rápidamente me giré para ver la persona que había hablado. No me esperaba que él estuviese en ese lugar.
—¿Qué hace aquí? —inquirí con sorpresa.
—Pues, terminé mi último cuadro y quise tomar aire un rato —bromeó, aunque el momento no era el ideal para hacer esos chistes. Luego tomó la espada y miró la lucha acérrima entre mi Chris y el cazador. Ninguno parecía darse cuenta de presencia del ex-cazador—. Ambos son afortunados de tenerse el uno para el otro.
De repente Boris le dio un puñetazo a Chris en el rostro, luego le causó un corte en el brazo con uno de sus cuchillos. Rápidamente me preparé para abalanzarme a Boris, pero justo en ese momento el señor Shawn me detuvo al interferir su mano. Luego él se acercó al par como si nada, justo allí tanto Chris como Boris se detuvieron.
—¿¡Qué haces tú aquí!? —inquirió el cazador.
—Tú eres… —musitó Chris, luego me observó rápidamente de pies a cabeza, mirando absorto e incrédulo que estaba bien detrás del señor Shawn. Yo le sonreí, mostrándole con ese gesto que él no era un enemigo, sino un inesperado aliado.
—Nunca he estado de acuerdo con tus métodos, Boris —le dijo, luego lo señaló con la espada que me había sacado de mi hombro, la cual aún tenía sangre goteando—. No dejaré que los mates.
Boris sonrió con una retorcida malicia—. Ya tengo la excusa para ejecutarte, traición, al igual que al bastardo de tu hijo.
Abrí los ojos por lo sorpresivo de su revelación. El señor Shawn no se mostro menos absorto que yo. Esa noticia subió a flote el cadáver de ese recuerdo doloroso que había sido lanzado con cadenas al fondo del mar de las memorias, esperando que entre tantas experiencias vividas, el dolor de su podredumbre no lo afectara y le permitiera vivir con amarga calma.
—A-así que tú fuiste el ejecutor de mi hijo. La organización se encargó de ocultar muy bien tu nombre —le dijo el señor Shawn, tragando fuerte la amargura que inundaba su boca reseca y lo envenenaba con rabia y pesar—. Ahora tengo otra razón para acabarte aquí.
El hombre se lanzó hacia Boris con mucha rapidez a pesar de la edad que hacía peso en su cuerpo. Ni el mismo cazador se esperaba que Alan Shawn fuese capaz de mantener su destreza a ese nivel. El sable y los cuchillos se encontraron con fuerza, creando chispas y ruido con cada impacto inclemente.
A pesar de mis dolencias me acerqué a mi querido Chris. Él, al ver mi acto, se adelantó y me tomó entre sus brazos, sin importarle cuan heridos pudiesen estar. Luego nos encaminamos fuera de ese lugar que nos debilitaba con cada segundo.
—¡Nadie se irá de aquí! —gritó Boris, causándole al mismo tiempo un corte algo profundo en el brazo del señor Shawn.
—¡Tu no lo decides, Boris Markov! —le dijo nuestro defensor, haciendo caso omiso a la sangre que brotaba de su herida—. Váyanse, yo me encargaré de él.
—Pero… —intenté oponerme a su sugerencia, no estaba de acuerdo con abandonarlo allí a su suerte con ese desquiciado. Sin embargo, mi novio me tomó de la mano y me comenzó a arrastrar lejos de ellos—. ¡N-no… no puedo dejarlo!
—Vete chico, y no te preocupes de un viejo como yo. Te lo dije antes, no le temo a la muerte —aseguró, mientras respondía a los ataques iracundos de Boris. En un fugaz intercambio de miradas pude ver en el cuán importante era ese momento para él. Ya no era por mí ni por él, ni siquiera por vengar a su hijo. Él quería acabar con la cadena de odio que había causado ya tanto daño.
Dejé de luchar en ese momento y comencé a correr fuera de esas ruinas. La sensación de dejarlo atrás era amarga, pero entendía lo que quería hacer. No se puede hacer nada cuando un hombre con convicción decide actuar contra el viento y la marea.
Apoyándonos mutuamente, salimos de esas ruinas cargadas de odio y furia. Aun podía escucharse el golpe del metal chocando una y otra vez, mientras que los portadores de esas armas se maldecían entre ellos.
—¿Cómo estás? —inquirió mi amado una vez que cruzamos el límite de la influencia del poder bendito. Justo allí no pude continuar a causa de mi herida.
—Duele, pero estaré bien —le dije, él rápidamente rompió mi sudadera para poder ver la herida en mi hombro. Justo en ese instante de cercanía posé mi mano derecha en su rostro golpeado y acaricié con suavidad su fría mejilla. Justo allí detuvo su acto y me miró fijamente.
Sus ojos se llenaron de una alegría que solo él y yo éramos capaces de entender y sentir. De haber sido posible, un llanto de felicidad hubiese acompañado nuestro reencuentro deseado. Durante ese instante solo éramos él y yo; no había venganzas, no había ira, no había peligros ni tampoco dolor, simplemente dos seres inhumanos ocultándose en el cobijo de las sombras, disfrutando de ese momento que podía ser breve o eterno.
—Te amo, Dan —declaró con sus ojos centelleantes de convicción, justo después le respondí con un beso.
—Yo también.Nuevo capítulo mis hermosas personas y les informo que nada más quedan dos capítulos para el final.
Me estoy debatiendo si publicarlos hoy mismo o dejar para hacerlo luego jajajaja
¿Qué les ha parecido el capítulo? Me encantaría saber sus opiniones y como se han desenvuelto los personajes.
Nos leemos.
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El pintor de los malditos
VampiriDesde muy joven Dan siempre quiso ser un pintor reconocido. Nunca vio otra cosa que no fuesen lienzos, pinceles y pintura en su futuro, y para bien o para mal, mostró un increíble talento que lo sentenció a transitar por ese rumbo, aun cuando todos...