20 - Esa noche

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Risas había convocado una reunión con los principales hermanos de Nueva Esperanza, los 5 hermanos a los que Risas consideraba dignos para guiar a la hermandad en el pueblo. Mientras discutían su próximo movimiento el vigilante en turno entró corriendo en la guarida, alertando de que la policía estaba en camino.

—Son demasiados señor, ni siquiera creo que haya tal cantidad de oficiales en el pueblo —decía el vigía

—Puede que sea una trampa, tenemos comprada a la policía —dijo Herny viendo a Risas

—¿De otro pueblo? —preguntó Carabajo

—Puede ser la policía de Lucero —propuso Fargan, la clave aquí era plantar la semilla en el lugar correcto

—Bromas pudo habernos vendido — alertó Ytaro. Perfecto, justo lo que necesitaba que pensaran.

—Por supuesto ¡MALDITA RATA! —gritó Risas Fúrico

"¡POLICÍA FEDERAL! ¡QUIETOS!" se escuchó fuera de la cueva, tenían que actuar rápido

—Ytaro tú y Carabajo quemen todo lo de la madriguera ¡YA! Herny, Lexa y Fargan vayan al pueblo y den la orden a absolutamente todos ¡QUE ROMPAN Y QUEMEN TODO LO NECESARIO PARA DISTRAER A ESTOS IDIOTAS! Todos corrieron hacia las salidas secretas de la cueva, dispuestos a seguir las ordenes asignadas.

***

Estaban cenando cuando escuchó los primeros gritos, se asomó a la ventana y vio pasar corriendo a varios seres con máscaras por la calle. Corrían con antorchas y algunas armas en sus manos mientras gritaban algo en una lengua extraña que Alejandro no fue capaz de entender.

No veía a Fargan entre ellos así que decidió no darle importancia, se fue a lavar los platos y ayudó a su madre a acostarse para que pudiera descansar, después de todo Catalina aún se estaba acostumbrando a usar la silla de ruedas que le había conseguido.

Subió a su habitación y fue entonces cuando notó un peculiar brillo desde su ventana, se asomó y notó que se debía a un par de incendios que se veían algunas calles más allá. Aun se escuchaban algunos cuantos gritos a la distancia, definitivamente algo malo estaba pasando.

Recordando lo que le había dicho su novio un par de días atrás empezó a preocuparse, quizás estaba comenzando alguna clase de guerra interna en la hermandad. Un miedo profundo comenzó a invadirlo, no tenía idea de dónde estaba Fargan y temía que estuviera metido en aquel caos. Lo que más quería en ese momento era que Fargan apareciera para prometerle que todo estaría bien y que estarían a salvo.

Algunos minutos más tarde sintió su alma volver a su cuerpo al escuchar un llamado a su puerta. Bajo corriendo las escaleras y abrió la puerta en tiempo record.

—Fargan! Me alegra tanto que estés aquí — se echó a sus brazos en cuanto lo vio. Fargan estaba bastante agitado, se notaba que había corrido mucho para llegar con él.

—Alesby, no tengo mucho tiempo —respondió apretando al menor contra su pecho. Aunque no le gustara lo que seguía, estaba agradecido de poder abrazarlo una última vez

—¿Qué está pasando? El pueblo entero está en llamas

—La policía encontró la guarida, los que lograron escapar dieron la orden de distraer a las autoridades como sea necesario mientras destruyen todas las evidencias que hay en la madriguera

Alex sabía que la guarida tenía una zona secreta "la madriguera" donde guardaban todos los registros de la hermandad, toda la información de los hermanos oscuros para evitar traiciones, eso y muchas otras cosas que Fargan prefería no mencionar

—Fargan no lo hagas, quédate aquí —Tenía miedo, no quería ni imaginar qué pasaría si Fargan se involucraba en aquella locura

—No, Alex, están quemando todo, si logro irme ahora no sabrán si me capturaron, si morí o algo

—Serías libre —dijo Alex con una sonrisa agridulce

—No puedo esperar mucho, y no voy a pedir que vengas conmigo porque sé que tu madre te necesita

Las lágrimas empezaron a acumularse en los ojos del menor

—Has venido a despedirte...

Fargan asintió sintiendo como sus propios ojos comenzaban a humedecerse —No podía irme sin verte una última vez cariño

—¿A dónde irás?

—No tengo idea, pero tengo que irme ya

—Está bien, siempre quise que salieras de ese mundo asqueroso, no pierdas la oportunidad —dijo con la sonrisa más dolorosa de su vida

—Alesby, mi ángel —dijo poniendo ambas manos alrededor de la cara del menor —Te amo más que a cualquier cosa en este mundo y prometo que algún día volveremos a encontrarnos

Unieron sus labios en el beso más bello y triste que habían sentido jamás. Un par de lágrimas rodaron por sus mejillas. Se dieron un último abrazo y entonces Fargan partió. Lo último que vio de él fue como se iba perdiéndose entre las sombras de la calle, llevándose con él una parte de su corazón.

Cerró la puerta y estampó su cabeza contra ella, podía sentir un agujero en su pecho, presionando contra su corazón. Quería creer que era lo mejor ¿llevaba diciéndole eso por meses no? Que huyera sin mirar atrás ¿Entonces por qué dolía tanto?

—¿Alejandro estás ahí hijo? —escuchó desde el cuarto de su madre. Se limpió las lágrimas como pudo y fue a verla

—¿Estás bien mamá? ¿necesitas algo? —dijo desde su puerta

—Se escucha un desastre afuera y me pareció escuchar nuestra puerta ¿Alonso está aquí?

¿Cómo le explicaba a su madre lo que acababa de pasar? ¿Cómo le decía que Fargan probablemente ya no iba a volver? Joder cómo siquiera saber por dónde comenzar. Mientras pensaba esto sus ojos volvieron a humedecerse.

—¿Estás bien querido? —dijo Cata al notar la expresión de su hijo.

Hasta ese momento todo había parecido tan irreal, pero en ese momento la realidad lo golpeó como un camión. No fue capaz de articular palabra, en cuanto abrió su boca el nudo en su garganta lo asfixió. Simplemente avanzó hasta la cama de su madre y se lanzó a su lado a abrazarla mientras dejaba salir todas las lágrimas que intentó reprimir. Catalina no preguntó más, abrazó de vuelta a su hijo acariciando con una mano su cabello mientras trataba de consolar a su pequeño.

Nuestra Promesa - FargexbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora